Iván Arenas
Petro sacude el tablero geopolítico sudamericano
Ha acusado al Perú de “copar” territorio colombiano

Atrapado por los escándalos políticos y personales (al punto de que se le acusa de alcoholismo y de drogadicción), el presidente colombiano Gustavo Petro ha pateado el débil pero estable tablero geopolítico sudamericano, acusando al Perú de “copar territorio colombiano”. No obstante sus afirmaciones son históricas y jurídicamente falsas.
Para empezar el análisis, diremos que las declaraciones de Petro están dirigidas a proteger su pescuezo político, como se suele decir, en medio de una polarización extrema de la política colombiana en la que –para poner un ejemplo– el ex presidente Alvaro Uribe ha sido una de las víctimas de la politización de la justicia.
Ahora bien, cuando decimos que con sus declaraciones Petro sacude el tablero geopolítico es porque a pesar de la incertidumbre geopolítica en casi todos los continentes y subcontinentes, en Sudamérica existía cierta estabilidad. Y somos –si cabe la palabra– un oasis en el desierto de la dialéctica de las relaciones internacionales.
Si bien el chavismo y sus sucedáneos (socialismo del siglo XXI, evismo, las Farcs desmovilizadas, el peronismo kirchnerista, el lulismo con la trama de empresas brasileñas) fueron focos desestabilizadores en esta parte del continente, de alguna u otra manera no se asemejan a lo que sucede en otros lugares del planeta, donde hay auténticos choques de civilizaciones y conflictos raciales, religiosos o étnicos.
Esta débil estabilidad podría agotarse si es que Petro, con tal de sobrevivir políticamente, decide llevar al límite los conflictos innecesarios con el Perú y con un gobierno que, si bien es endeble, tiene una línea diplomática dura y de primer nivel. Y que hasta ahora ha logrado capear el conflicto y conducirlo por las vías del diálogo.
El oasis geopolítico del subcontinente sudamericano entonces se ve amenazado por un Petro que si bien no pretende un liderazgo “a lo Chávez” va a tratar de conservarse políticamente en la política local. Petro hoy ha envenenado el espacio público colombiano y sabe que lo que ahora le sucede a Uribe le podría pasar a él cuando sus adversarios tomen de nuevo el poder y eso podría suceder en las próximas elecciones. La política es así cuando se convierte en una guerra de religiones.
Petro entonces es un factor de desestabilización en una Sudamérica que pasa por un rearme defensivo y renovación de sus maquinarias bélicas. En este escenario, tanto el Perú como otros países en la región gestionan la compra de aviones de combate, sin duda un momento delicado. ¿Puede una “mano negra” interesada en el rearme militar “agitar el gallinero” utilizando a Petro, quien ahora crea conflictos donde no los hay? Todo puede pasar en la villa del señor.
Estamos ante un momento en el que se necesita mucho tacto y “maña”. Nadie quiere una guerra. Y si bien por ahora es imposible, en el largo plazo el escenario podría cambiar.
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