Arturo Valverde
Los diccionarios
Sus diversas versiones y cambios en los últimos años

Al diccionario, compañero pesado y robusto en los días de escuela, lo cargábamos en las mochilas que nos entrenaban para sobrellevar la vida como una protuberante joroba. Al diccionario, amigo, le debíamos el significado de muchas palabras.
En mi memoria permanece todavía la imagen de esos diccionarios, pequeños y cuadrados, que manoseaba preguntándome si para entender al mundo era necesario aprenderse tantas palabras.
En ese tiempo sus páginas eran ilustradas a colores. El dibujo de un ala blanca, emplumada, en la sección de la letra “A” llamaba por alguna razón mi atención. Me provocaba una soledad inexplicable mirar un ala sin ave. ¿Quién había tenido la idea de presentarnos semejante dibujo?
Más tarde el tamaño y el peso de mis diccionarios fueron adquiriendo la misma proporción que su joven lector. Quiero decir, que crecimos juntos. Ellos aumentaban sus páginas, y yo sumaba unos cuantos años más.
De aquella época, me veo a mí mismo repasando las últimas páginas del diccionario, en la sección de locuciones latinas. Eventus stultorum magister, in vino veritas, ad finem, ut supra, entre otras; las repasaba en silencio durante la clase. Estaba convencido de que si lograba aprenderme todas esas expresiones accedería a una lengua peculiar, de la que solamente yo podía saber su significado. ¡Cómo me gustaban las palabras!
Había aprendido a querer tanto los diccionarios que empezaron a obsequiarme unos enormes con fotografías a colores, como el Everest Escolar. En las páginas de este diccionario aparecían karatecas, camellos, pirámides a todo color. Era entretenido y fascinante.
Muchos años después, cuando frisaba los veintitantos años, me obsequiaron el Diccionario VOX. Un libro gordo con pasta de color azul y granate. Mientras escribía mis primeros cuentos solía consultar sus páginas ante la duda de usar correctamente o no alguna que otra palabra. A diferencia de mis anteriores diccionarios, este diccionario no conocía la mesura, ni se guardaba ninguna palabra.
En tiempos en que los diccionarios se han digitalizado, y basta con teclear alguna palabra en la computadora para conocer su significado, he recordado mis diccionarios, los de verdad, los de papel, empastados y con miles de hojas. Y para no perder la costumbre, en la intimidad de mi habitación, me he tirado en la cama, he abierto sus páginas, y he leído la primera palabra que ha saltado a mi vista. Polvo: vulg. Cópula sexual. ¡Qué palabras se trae usted por estos días, mi sabio amigo!
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