Arturo Valverde
La caligrafía
Un arte en peligro de extinción
La caligrafía, ese arte al que dedicábamos horas para escribir con letra bonita y legible, corre el riesgo de convertirse en burdos garabatos ante las pantallas de teclados digitales. Escribimos cada vez más con la mano desarmada.
A mediados de los años noventa la pesada máquina de mecanografía, con papel en el rodillo, no parecía un rival para el escribidor de afilados lápices y bolígrafos de tinta. Escribir a mano era un ejercicio íntimo, contrario al ruidoso tecleo de los mecanógrafos. Las manchas de tinta en la mano a causa del bolígrafo eran símbolo de una escritura entregada.
El teclado digital lo cambió todo. Pasamos, en cuestión de años, a plasmar nuestras oraciones con solo pulsar la representación digital del abecedario en una pantalla táctil; sin dejar de lado, que, el moderno ciudadano practica más el dictado. La máquina, que todo obedece, escribe lo que le ordenan. Y la caligrafía, pues, ¡qué será de ella!
Que la caligrafía se degrade en trazos ilegibles debido al teclado digital es asunto de cada quien. Como es cuestión de tiempo para conocer el final de las góticas, las cursivas o ligadas. No más manchas de tinta. No más ejercicios con la muñeca de la mano.
Resulta una ingratitud que la caligrafía, que nos sirvió para declarar románticas bobadas en nuestras horas juveniles, perezca por la falta de práctica de quienes han depuesto las armas de la escritura. ¡A coger las armas! ¡Lápiz, borrador y papel!
















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