Guillermo Molinari
Limitada comprensión del cerebro en los currículos (I)
Se deben adaptar los recursos educativos para estimular áreas específicas del cerebro

El 22 de julio se celebró a nivel mundial el Día del Cerebro, fecha establecida por la Federación Mundial de Neurología desde 2014 para crear conciencia sobre la salud cerebral y los trastornos neurológicos. El cerebro es el órgano pensante de nuestro cuerpo, allí donde las numerosas conexiones que se establecen entre las neuronas facilitan la estimulación en lo concerniente a destrezas, habilidades y competencias que propician la construcción de nuevos aprendizajes.
Lo mencionado nos habla de la plasticidad, flexibilidad y adaptabilidad del cerebro que sólo pueden ser potenciadas mediante la implementación de ambientes favorables de aprendizaje y de factores y estrategias pedagógicas que incrementen el total desarrollo del mismo. Aquí radica la exigencia de pensar una educación que incide en estimular de manera permanente las sinapsis y los procesos de aprendizaje que ocurren en la relación entre profesores y estudiantes; el aprendizaje se ve como un componente de la adaptabilidad del cerebro, ya que implica la alteración del comportamiento de un individuo a partir de vivencias pasadas; esto sugiere que el cerebro es capaz de aprender y, gracias a su capacidad de adaptación, cambia, resultando en alteraciones sinápticas tanto en su estructura como en su funcionamiento.
Hoy los avances nos demuestran que, mientras más conocimientos son acumulados por el cerebro, mayor es la inteligencia; el proceso de aprender, en suma, está supeditado a las conexiones sinápticas entre las células cerebrales, esto es, mientras más conexiones hay entre las neuronas, se incrementa el aprendizaje; lo cual depende del hemisferio interviniente, pues cada uno de ellos, aunque funciona de una manera especializada, no es independiente respecto del otro. Hemos aprendido también que las emociones inciden en los aprendizajes, impactan la conducta del estudiante porque crean estados mente-cuerpo distintos. Las emociones desencadenan los cambios químicos que alteran nuestros estados de ánimo, conductas y, finalmente, nuestras vidas. Solo así se hace posible que podamos tomar decisiones con mayor rapidez y mejor calidad, ya que todo lo que vivimos posee un matiz emocional, abarcando desde la tranquilidad a la furia, desde el sufrimiento al gozo, y desde la serenidad hasta la sensación de peligro. Dado que influyen en nuestro entendimiento, son en realidad la base de nuestro día.
Toda la preocupación que hoy vemos a nivel mundial, lamentablemente muy poco en el Perú, se inicia en 1990 (década del cerebro), a partir de ello los neurocientíficos han venido considerando a la neurociencia como ciencia del entendimiento, esta nueva área se ocupa del análisis de los procesos cerebrales que son la base de nuestros pensamientos, emociones, decisiones, posturas y comportamientos. En este contexto, la cognición se entiende como la habilidad del cerebro y el sistema nervioso para captar estímulos complejos, reconocerlos y responder de manera adecuada; en otras palabras, explica todas las actividades que ocurren en este órgano y facilita la comprensión de nuestro entorno; este proceso incluye funciones mentales tales como: atención, enfoque, recuerdo, razonamiento, creatividad y vivencias emocionales.
Por todo lo mencionado es una obligación que los diseños curriculares aprovechen todo el conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro para optimizar el aprendizaje y el desarrollo cognitivo. Implica adaptar métodos de enseñanza y recursos educativos para estimular áreas específicas del cerebro y fomentar emociones positivas que faciliten la memoria y el aprendizaje.
Así el currículo tiene el potencial de ser un recurso eficaz para favorecer un desarrollo cognitivo adecuado y maximizar el proceso de aprendizaje, siempre que se fundamenta en los conceptos de la neurociencia y se ajusta a las fases de maduración del cerebro, así como a las particularidades de cada estudiante. Cuando un maestro es capaz de lograr que sus estudiantes liberen dopamina, serotonina y endorfinas permiten que la transmisión de información ocurra de manera más rápida y sencilla. Para lograr esto, es esencial que se incentive al cerebro a liberar estas sustancias en mayores cantidades. En el entorno escolar, es fundamental que los alumnos participen en diversas actividades como levantarse, estirarse, chocar las manos, colaborar en grupo, o escuchar música. Estas acciones promueven la activación del cerebro para que empiece a liberar compuestos químicos. Por lo tanto, con el fin de enriquecer la experiencia de aprendizaje de los estudiantes en el aula, la neurociencia ofrece numerosas contribuciones valiosas:
- Eliminar la amenaza y el estrés
- Estimular el proceso lectoescritura
- Reforzar la estimulación motora
- Enfatizar en el desarrollo de cualquier arte
- Captar la atención de los estudiantes
- Estimular la relajación
- Utilizar algunos recursos didácticos para movilizar todos los sentidos
- Establecer una relación entre los hemisferios derecho e izquierdo
En este contexto, muchos estudiosos mencionan la urgente necesidad de promover las modificaciones que la educación contemporánea demanda, de acuerdo con los requerimientos sociales, las nuevas propuestas y tendencias pedagógicas a nivel global, las cuales deben ser consideradas por los educadores, quienes tienen que renovarse de manera constante, ya que la sociedad comienza a transformarse casi al mismo ritmo acelerado del mundo.
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