Eduardo Zapata

Las fake news y la barbarie

Las “falsas noticias” destruyen el periodismo serio

Las fake news y la barbarie
Eduardo Zapata
04 de noviembre del 2021

Aun cuando pueda uno no estar de acuerdo con todas sus aproximaciones a la literatura, fue Roland Barthes quien –en El grado cero de la escritura– hizo notar que la obra literaria no era un continuum de palabras, sino de símbolos. Y que sabía, entonces y primordialmente, de la connotación y de la ambigüedad.

Curiosamente, Barthes estaba reaccionando contra una corriente en las ciencias sociales (excesivamente teórica) que confería el carácter de verdad indiscutible al hallazgo no simbólico del lenguaje. Lejos estaba de sospechar que al considerar al símbolo –mirado particularmente desde Freud– estaría planteando una nueva narrativa para las ciencias sociales. Un nuevo constructo social, una nueva ´verdad´ teórica.

Se impuso así un análisis que –trascendiendo la palabra y más allá de la justeza de su propuesta– posibilitó deconstruir la ´objetividad´ de la palabra canjeándola por la subjetividad de la valoración del símbolo.

Y no fueron pocas las consecuencias de esta postura. Pues se abrieron las puertas a anteponer las narrativas a los hechos lingüísticos empíricamente comprobables. Y se alimentó, en nombre de la no teoría, la teoría de la subjetividad del símbolo y sus múltiples opciones de sentido en el análisis del hecho social en general.

Decimos esto porque es evidente hoy que, so pretexto de la tarea multidisciplinaria, ha resultado sencillo anteponer la idea a la cosa analizada y propiciar un subjetivismo que hoy llamaríamos posmoderno. Expropiamos el objeto de estudio a partir de nuestras ideas (o ideología) y lo convertimos en “la” narrativa oficial.

Tomemos el caso de las famosas fake news. Como su nombre lo indica, es un término asociado en principio al mundo de las news, de las noticias, del periodismo. Lejano, entonces, de lo académico. Pero es convenientemente manipulable para paralizar opiniones disidentes y construir un mundo a la medida de quien hace precisamente la denuncia del supuesto fake o error.

Si Juan tuitea A y a la media hora lo borra y reprocesa, todos aquellos que comentaron la A incurrieron en la inquisidora y temible fake new. Todo ello a pesar de que un análisis serio condujese a señalar que A correspondía al verdadero pensamiento de Juan, mientras su aclaración no. Jugamos así no solamente con distractores, también nos atrevemos a acusar de falsedad aquello que constituye en esencia una verdad.

Al no dimensionar exactamente los alcances del término fake news y, peor aún, al usar el término como velo encubridor de la verdad, alimentamos y somos cómplices del mundo de la barbarie. Y este podrá ser lamentablemente útil para fines políticos, pero debe ser ajeno al ejercicio de un periodismo serio, y de ninguna manera sustento del análisis académico.

Eduardo Zapata
04 de noviembre del 2021

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