Eduardo Zapata
La respuesta está en el viento
Podemos rebelarnos ante la tiranía con gestos inteligentemente manejados

Cuando en el año 2016 la Academia Sueca concedió el premio Nobel de Literatura al gran cantautor norteamericano Bob Dylan, no pocas voces expresaron su disconformidad. Y es que precisamente allí donde la Academia estaba rindiendo tributo a la creatividad, estaba redimensionando el género poético y reivindicando –de alguna manera– a los viejos trovadores y juglares, el aferrarse a cánones tradicionales alimentaba el desdén.
Ocurre a menudo cuando los premios oficiales se enfrentan a algo nuevo. Ocurre incluso en la investigación académica. Los cánones tradicionales a veces pesan más que la propia originalidad. En el caso de lo artístico, y aun en el de lo académico, el prejuicio expropiando el talento.
En cambio para quienes habíamos pasado nuestra adolescencia descubriendo y redescubriendo día a día a Dylan y su arte poética, el premio no solo había tardado demasiado pues cada canción suya era ya un pequeño premio para nuestros oídos atentos.
Es claro también que los prejuicios venían de gente conservadora que –en el contexto político que vivía Estados Unidos en los sesenta– anteponía una absurda idea de patria sobre la justicia, la paz y la libertad, temas enraizados en el quehacer de Bob Dylan. Enraizados tanto en sus canciones como en su desenfadado modo de vivir. Precisamente sobre este modo integral de vivir la vida sin figuretismos ni poses de divo, la gran Joan Baez definió a Dylan como “una enorme burbuja transparente de ego”.
Es claro que el artista fue un antibelicista. Lo fue durante la infausta guerra de Vietnam y lo ha sido siempre. Precisamente en la canción “Blowing in the wind” de 1963 nos dice:
¿Cuántos caminos debe recorrer un hombre / antes de llamarse hombre? / ¿Cuántos mares debe navegar una paloma blanca / antes de quedarse en la arena?
Sí, ¿y cuántas veces deben silbar las bombas / antes de que sean prohibidas para siempre?
La respuesta, amigo mío, está en el viento / La respuesta está en el aire.
En el verano de 1978 él actuó en el estadio Zeppelinfeld de Núremberg. Espacio donde Adolfo Hitler había pronunciado encendidos discursos belicistas. Dylan puso como condición que el escenario fuese volteado y que, entonces, los 80,000 asistentes diesen una espalda simbólica al lugar desde donde había resonado la voz del tirano.
La respuesta está en el viento no es, entonces, una elusiva metáfora fácil. El acontecimiento que acabamos de relatar comprueba que el hombre puede rebelarse ante la tiranía con simples gestos que, inteligentemente manejados, son capaces de decir y hacer mucho. No le demos voz jamás a quienes alimentan odio y rencor.
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