Darío Enríquez
La falsa formalidad y el morbo social
Los centros comerciales son, de lejos, lo mejor que tenemos en equipamiento urbano para comercio

Todos estamos prácticamente de acuerdo. Los responsables de la desgracia de Trujillo deben ser investigados y sancionados con todo el peso de la ley. Sin embargo, en los días sucesivos se ha verificado una preocupación morbosa y hasta culposa de las autoridades. Se agitan mediáticamente las intervenciones al revisar cada metro cuadrado de centros comerciales y supermercados.
Es bueno que haya la debida fiscalización, pues además de necesario es un trabajo ya pagado por adelantado a las autoridades municipales, vía IGV principalmente, que sirve para que esas autoridades cautelen un adecuado ambiente de negocios físico y legal. Pero, ¿y qué hay de sucios mercados de abastos? ¿Qué hay con los chifas y otros comederos "populares" infestados de ratas y cucarachas? ¿Qué hay con los campos feriales y colegios en espacios precarios (estatales y privados) que son trampas mortales ante emergencias? ¿Qué hay con las miles de conexiones eléctricas clandestinas impunes, que se mantienen al borde de causar graves incendios? ¿Qué hay con el comercio ambulatorio caótico e insalubre? ¿Qué hay con las grandes aglomeraciones de tráfico, con choferes que parecen tener licencia para "matar", tanto en transporte de pasajeros como en transporte privado? Y un largo etcétera.
¿Haremos las cosas bien, por fin, esta vez?¿O en unas semanas más, olvidaremos todo y seguiremos jugando a la ruleta rusa cuando circulamos en nuestras ciudades y usamos sus diversos espacios? Centros comerciales y supermercados son, de lejos, lo mejor que tenemos en equipamiento urbano para comercio y esparcimiento masivos en nuestras ciudades. No es difícil imaginar cómo estarán los otros espacios destinados a tales fines. Es terrible lo que ha sucedido.
No es la primera vez que sucede algo análogo, ni por asomo. En una extensa e interminable lista, tenemos los casos de la discoteca Utopía, la tragedia de Mesa Redonda, el incendio en el centro comercial Larcomar, el siniestro en la feria comercial de Las Malvinas, la explosión de un camión distribuidor de gas en Villa El Salvador, también el desbarrancamiento de un bus lleno de pasajeros en el circuito turístico del cerro San Cristóbal. Y muchos otros casos más. No se trata de un Estado ausente, sino de un Estado sólo presente para dar rienda suelta a su burocracia salvaje y su parasitismo. También de malos empresarios que son el lamentable complemento perfecto para un Estado corrupto y corruptor. La falsa formalidad de "papelitos" sellados (extorsiones, coimas y complacencia punibles) que no se condicen con la realidad, que nos impiden hacer las cosas bien, nos tienen de mal en peor.
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