Andres Gomez de la Torre
El general Velasco y el KGB
Un cubano, un chileno y un argentino olvidados
Hace pocas semanas se realizó la presentación del interesante libro de Aldo Mariátegui sobre la escasamente hurgada, y conocida, vinculación del régimen dictatorial y socialista militar del general Juan Velasco (1968-1975) autodenominado como Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas (GRFA) con el servicio secreto soviético no militar, KGB de la ex URSS (el de las Fuerzas Armadas es el GRU). El KGB fue el Comité para la Seguridad del Estado creado por el camarada Stalin (1954). Entender la trama y contextos que rodean la novedosa obra de Mariátegui supone revisar la existencia histórica de una ola de progresismo castrense por la región cuyos íconos externos más notorios fueron el general egipcio Gamal Abdel Nasser, el coronel guatemalteco Jacobo Arbenz Guzmán y el coronel libio Muamar Gadafi, pues en un libro de Francisco Paco Loayza hay un señalamiento expreso de la admiración sesentista inicial de Vladimiro Montesinos para con el líder de aquella revolución tenientista “verde”.
Montesinos fue ayudante y muy cercano a un gran jerarca del experimento peruano o revolución desde arriba como señalan muchos analistas políticos norteamericanos al GRFA: el general Edgardo Mercado Jarrín, Ministro de Relaciones Exteriores y Guerra (hoy Defensa) de Velasco e impulsor de una estrategia de posicionamiento internacional geopolítica tercermundista, no alineada, tercerista norte sur, pero fuertemente anti norteamericana (en 1969 fue expulsada la misión militar norteamericana, hoy Grucam). Encuadrada en un nacionalismo militar que propugnaba la fuerte intervención y actividad empresarial del Estado en la economía, la corriente del progresismo castrense sudamericano tuvo exponentes menos intensos que Velasco con Omar Torrijos en Panamá (1968) y Guillermo Rodríguez Lara en Ecuador (1972), sin embargo tuvo más parecido en los regímenes militares de Alfredo Ovando Candìa y especialmente Juan José Torres (1971) en Bolivia, por su profundidad.
Hay algunos actores y autores intelectuales en la evolución de la trama socialista castrense peruana algo olvidados que merecen ser revisitados: el chileno Pedro Vuskovic, economista, quien encabezó una misión de la CEPAL, a pedido de la Junta Militar de Gobierno (y su Ministerio de Hacienda y Comercio, hoy MEF, a cargo del general Valdez Oviedo), en modo triunvirato militar de 1962-1963, para introducir la planificación, el aumento del gasto público, la emisión inorgánica y un heterodoxo rol promotor del Estado en la economía peruana, planteamientos de los que un joven, y valiente economista peruano, Richard Web Duarte, fue un silente opositor desde el Banco Central, defendiendo la autonomía del BCRP, y abanderando una clara postura contraria a las intenciones del chileno en dicho gobierno militar. Webb plasmó con posterioridad en dos certeras y valiosas columnas periodísticas publicadas hace pocos años atrás sobre esa experiencia. Vuskovic se convertiría luego de su experimental estancia limeña en Ministro de Economía (1970-72) del gobierno de la Unidad Popular, UP (MIR, PS, PC, MAPU), de Salvador Allende, en el Chile a inicios de la década de los años
No menos importante fue el argentino Norberto Ceresole, un peronista (PJ) extremo y autor de una obra sobre la revolución peruana (“Perú una revolución nacionalista” 1969) que anduvo en Lima y muy cerca del GRFA como una suerte de asesor ideológico in pectore, (1969-1971) para luego integrar el erpismo (el ERP guevarista) en Argentina, promoviendo en 1971 una cuádruple alianza estratégica La Habana, Lima, La Paz y Santiago (Castro & Velasco & Torres & Allende) con Moscú. Ceresole recaló en los noventa a modo asesoría al proyecto político de Hugo Chávez de Venezuela en sus orígenes (1991-1999) y edad temprana, el MBR-2000, en la década de los noventa, con sus visiones de “binomio pueblo fuerza armada” plasmada en su obra: “Caudillo, Ejército, Pueblo: la Venezuela del Comandante Chávez” (1999), éste último nombrado, “Comandante eterno”, quien como joven oficial desfiló en la pampa de Ayacucho en 1974, para una efemérides de la batalla libertadora, junto a su delegación militar y se refería en años posteriores como “mi general” a Juan Velasco, ensalzando su trayectoria e ideario político. No pocos analistas refieren hoy a Velasco como un proto chavista.
Finalmente, otro personaje influyente en el GRFA fue el primer embajador de Cuba en Lima designado por Fidel Castro en 1972: el comandante Antonio Núñez Jimenez, geógrafo y espeleólogo, muy cercano a Ernesto che Guevara y los comandantes de la campaña de Sierra Maestra, ejecutor de la reforma agraria y creador del Instituto Nacional de Reforma Agraria (1959) en la revolucionaria isla caribeña. Fue sin dudas un inspirador, y referente, del general Enrique Gallegos Venero, ex jefe del SIN y creador de primera hora de la escuela y servicio de inteligencia en el ejército (1958 - 1959), integrante de la década de los sesenta de nuestro local Instituto de Reforma Agraria y Colonización (IRAC -1963). Gallegos es un militar muy mencionado por Mariategui en su libro, aludiendo sus nexos y encuentros con el KGB soviético y el mismísimo Yuri Andropov.
Las relaciones entre el gobierno de Velasco y el servicio de inteligencia cubano, la Dirección General de Inteligencia, antes DGI y hoy DI-MININT (hijo del KGB soviético), y con su precursor el comandante Manuel Barbarroja Piñero, son aún un misterio sin resolver, y lo dijo Francisco Tudela en la presentación del libro de Mariátegui al comentarlo. Hay muchos vectores, a modo de híbrido, para comprender la tesitura de los primafásicos o de la “primera fase” del GRFA: el cepalismo (CEPAL) e ILPES desarrollista, el cursillismo cristiano y el Movimiento Social Progresista (MSP), el ala izquierda de la democracia cristiana, el tercermundismo militante, los ex guerrilleros y activistas sinamistas (Sinamos) reciclados y hasta la teología de la liberación, llegando a un extremo en que el propio Velasco señaló a un grupo de sus adláteres del ejército como “ los embobados con Cuba” siendo sus figuras más prominentes los generales del ejército Leonidas Rodríguez Figueroa, Jorge Fernández Maldonado y José Graham Hurtado. Arturo Valdez Palacio y Aníbal Meza Cuadra también formarían la parte menos intensa de dicha cliqué. El Acta de fundación del Partido Socialista Revolucionario, el PSR (1976), es ilustrativa para detectar la predominancia de altos jerarcas militares y navales velasquistas estampando su firma. El general Francisco Morales Bermúdez en su libro “Mi última palabra” (2018, ediciones B) editado por el periodista Federico Prieto Celi refiere a un ejército peruano “muy politizado” en el primer quinquenio de los años setenta.
Las visitas oficiales de Estado, y buena relación existente, entre Velasco, y su GRFA, con los mandatarios Salvador Allende y su canciller Clodomiro Almeyda del PCCh (Chile) en 1971 y Nicolae Ceaucescu (Rumania) en 1973, junto a las idas y venidas de funcionarios del proyecto autogestionario del mariscal Yosif B. Tito en Yugoslavia para promover las empresas de propiedad social (EPS) en el Perú también resultan sugerentes indicadores y son ilustrativas de la envergadura de aquel proyecto socialista militar peruano. Por la Marina de Guerra, que tuvo a su cargo la desactivación del Ministerio de Justicia en 1969, y mantuvo las carteras ministeriales de Vivienda e Industrias, destacaron los almirantes velasquistas Guillermo Faura Gaig, José Arce Larco (embajador de Velasco en Estados Unidos), Jorge Dellepiane Ocampo y Alberto Jimenez de Lucio.
Se ha escrito poco sobre esta intrigante polémica etapa peruana, pero aún es posible recordarla en base a libros antiguos y dispersos de Augusto Zimmerman, Francisco Loayza, Alfonso Baella Tuesta y Francisco Moncloa, junto a otros más recientes como el holandés Dirk Kruijt, el puertorriqueño Jorge Rodríguez Beruff y el peruano Antonio Zapata. En ese sentido la reciente obra de Aldo Mariátegui también resulta ser un aporte a un vacío bibliográfico y lamentable olvido en un contexto de la muy reciente salida del embajador de Cuba en Lima (Carlos el gallo Zamora) y de declaraciones de un ex alto jerarca militar peruano, ex Ministro de Defensa y hoy Congresista de la República, sobre el militarismo peruano y la controvertida figura y herencia del general Velasco.
















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