Cecilia Bákula

El Congreso Anfictiónico de Panamá

Los orígenes del panamericanismo

El Congreso Anfictiónico de Panamá
Cecilia Bákula
08 de diciembre del 2025

 

Simón Bolívar había recibido indicaciones expresas de Francisco Santander, señalando que no podía ser el jefe del Ejército Unido Libertador que se preparaba para el enfrentamiento en Ayacucho, pues si bien estaba con licencia, era el presidente de la Gran Colombia. Para entonces, las relaciones entre ambos personajes estaban resquebrajadas. Y en tanto, el Libertador había solicitado más refuerzos al norte, optó por no impugnar esa curiosa orden y dejar todo en manos de José Antonio de Sucre quien, siendo realmente muy joven, pues a la sazón tenía 29 años, asumió las funciones delegadas por Bolívar como jefe supremo del Ejército. En Sucre él tenía no solo a un ya curtido militar, sino a un discípulo fiel y comprometido.

Desde Lima, Simón Bolívar, que había pergeñado ya la estrategia para aplicar en la inevitable batalla de Ayacucho, estaba dedicado a la labor de crear y definir una estructura política para el Perú. Tenía como ministro y cercano colaborador a José Faustino Sánchez Carrión, personaje ilustrado y políticamente lúcido que defendió con ardor y convicción los ideales republicanos, que en su condición de ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, sin duda, influyó positivamente en el Libertador pues el 7 de diciembre de 1824, suscribieron conjuntamente la circular enviada a todos los jefes de Estado de las naciones americanas. 

La circular que se inicia con las palabras “Estimado amigo”, contiene claras ideas de lo que era la visión de Bolívar respecto a la unión americana como forma de garantizar y defender la independencia que se iba adquiriendo en este continente y como un órgano de representación, capaz de colaborar en la buena marcha de dichos Estados. En ese documento se lee: “Después de 15 años de sacrificios consagrados a la libertad de América por obtener el sistema de garantías que, en paz y guerra, sea el escudo de nuestro nuevo destino, es tiempo ya de que los intereses y las relaciones que unen entre sí a las Repúblicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos. El día que nuestros plenipotenciarios hagan el canje de sus poderes, se fijará en la historia diplomática de América una época inmortal. Cuando, después de 100 siglos, la posteridad busque el origen de nuestro derecho público y recuerden los pactos que consolidaron su destino, registrará con respeto los protocolos del Istmo. En él encontrarán el plan de las primeras alianzas, que trazará la marcha de nuestras relaciones con el universo. ¿Qué será entonces del istmo de Corinto comparado con el de Panamá?”

Estas ideas ya se descubren en el llamado Manifiesto de Cartagena de 1812; el Libertador tenía desde entonces la conciencia clara de la indispensable unidad en la singularidad de las naciones americanas y comprendía que la consolidación de la libertad, añorada y en proceso de conquista, sería un esfuerzo notable. Por ello dijo en esa oportunidad: “Es menester que nuestras naciones sean capaces de resistir con suceso las agresiones que puedan intentarse y ello no puede lograrse sino con la reunión de toda la América meridional...”. Y a lo largo de sus múltiples, miles de documentos, cartas, manifiestos y proclamas, él se referirá innumerables veces a América entendiendo en esa palabra a la realidad que iban formando las naciones que se independizaban de España. 

Y, en la tan importante Carta de Jamaica de 1815, se refiere ya al sueño del Congreso: "Es una idea grandiosa pretender formar en todo el Nuevo Mundo  una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene su origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse… ¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! 

Al momento de suscribir esta convocatoria, Bolívar saboreaba el triunfo obtenido en Junín en agosto de ese año; él no podía saber que 2 días después, el 9 de diciembre de 1824, su ejército, aunque liderado entonces por Sucre, consolidaría la Independencia de América. Esa victoria pudo y debió ser el aliciente para que la idea de un Congreso americano obtuviera mayor respaldo en el hemisferio. Si bien el Congreso se instaló en 1826 en Panamá, predominó la ceguera y la falta de una visión generosa y lúcida por lo que no se llegó a ningún resultado, tal como lo había deseado Bolívar.

Sin embargo, no fracasaron los ideales del Libertador en tanto hoy, más de 200 años después, estamos admirando esa idea precursora. Ya en su momento, el peruano , Ventura García Calderón en la publicación titulada “Bolívar y la Sociedad de Naciones” expresaba: “De muchas maneras Simón Bolívar puede ser reconocido como el precursor de la Sociedad de Naciones, y el iniciador, con su Congreso de Panamá, del sistema de Arbitraje Internacional. Todos los Congresos que en el mismo sentido se han sucedido después, tienen su origen en el ideario político de Simón Bolívar...» 

Bolívar abandonó Lima rumbo a Bogotá el 4 de septiembre de 1826, a bordo del bergantín Congreso, y ya para entonces, sus proyectos supranacionales empezaban a dar muestras de descomposición. El tan largamente anhelado Congreso Anfictiónico de Panamá no había tenido los resultados esperados y más bien demostró que, en ese momento, la idea anfictiónica no era del todo comprendida.

Cuando el Libertador falleció en 1830, de alguna manera la implementación del sueño continental, deja de existir, sin embargo, hoy se reconoce en su pensamiento la idea preclara y anticipada de lo que entendemos como la necesidad de espacios de búsqueda de consenso, de logro de ideales comunes, de reflexión y defensa de un futuro que se sustenta en nuestro origen común como americanos.

Las palabras y el pensamiento del Libertador siguen resonando en nuestra historia y se hacen ciertas las palabras que José Domingo Choquehuanca expresara el 2 de agosto de 1825: “Después de tres siglos de expiaciones, Dios ha tenido piedad de la América y os ha creado a vos. Sois pues el hombre de un designio providencial… Habéis fundado cinco repúblicas, que en el inmenso desarrollo a que están llamadas, elevarán vuestra grandeza, a donde ninguno ha llegado. Vuestra fama aumentará así como aumenta el tiempo con el transcurso de los siglos y así como crece la sombra cuando el sol declina”.

Cuando nuestro hemisferio se prepara para conmemorar la realización de las primeras reuniones de ese ansiado Congreso Anfictiónico, el mundo comprende que con respeto máximo a la independencia de cada estado, es casi imposible la existencia en solitario y que se requiere de espacios de diálogo, comprensión y colaboración mutuas. También es cierto que en estos tiempos, vemos con no poco recelo a organizaciones americanas o internacionales pero su situación actual, con un momento de desconcierto interno y de imagen externa, no desacreditan la necesidad de una instancia de conversación, acuerdo y comunidad. En eso, como en otros campos de acción, Simón Bolívar fue un adelantado a su tiempo y por ello, el panamericanismo que debe existir y consolidarse, fue uno de sus sueños y por lo tanto, un gran aporte visionario para consolidar el éxito de las naciones de América.

Cecilia Bákula
08 de diciembre del 2025

NOTICIAS RELACIONADAS >

Justicia, política y coyuntura

Columnas

Justicia, política y coyuntura

  Hace apenas dos días el país vivió una ci...

01 de diciembre
Mirarnos en el espejo ajeno

Columnas

Mirarnos en el espejo ajeno

  Hace una semana que Chile fue a las urnas para elegir al gober...

24 de noviembre
Andrés Avelino Cáceres: Un peruano a carta cabal

Columnas

Andrés Avelino Cáceres: Un peruano a carta cabal

Así fue como se reconoció a Cáceres, cuando se in...

17 de noviembre

COMENTARIOS