Eduardo Zapata
El bono nuestro de cada día
Cómo se está solucionando el problema del derrame de petróleo

Soy de levantarme y trabajar muy temprano. Goce de silencio, brisa marina y lectura de los hechos políticos y sociales en tanto signos de instrucción.
Sin embargo y desde que ocurrió el derrame petrolero de Repsol, escucho voces ampliadas por megáfonos, risas muchas veces de pescadores, vendedores ambulantes, cevicheras, dueños de restaurantes… gente que se apuntó en padrones para recibir una compensación.
Y el asunto continúa aquí en Ancón. Ayer no más, largas colas se formaban para lograr incluirse en un nuevo padrón. Cobraban a la gente S/ 50 soles por inscripción. Repsol había publicado en diarios un aviso donde señalaba que “El padrón único de damnificados estaba ya en manos de la Presidencia del Consejo de Ministros”. Y sin embargo, se sigue inscribiendo.
En todo este tiempo, y recurriendo al lingüista Bajtin, enunciados y enunciaciones no han sabido otra cosa que hablar de bonos. De fechas de pagos. De personas indebidamente inscritas. De hecho, algunos recaban su bono y lo convierten ya rápidamente en trago.
Obvio que el desastre ecológico es tema ausente. Imagino que los bonistas lo habrán olvidado. Y más que obvio que el derrame petrolero sirve para elucidar cuánto de verdad hay en la preocupación por el medio ambiente; y cuánta viveza en la constitución de listas de ´damnificados´.
La palabra “bono” –etimológicamente– apuntaba su sentido a ´honrar´ una deuda. Creo que ni Repsol lo está haciendo profesionalmente y creo que los ´beneficiarios´ –sin conciencia alguna– estiran la mano abdicando dignidades.
Pero también el presupuesto para el 2023 tiene muchos programas de bonos. Metástasis de la criollada. Metástasis de dignidades. Metástasis de indebida lección cívica. Más ´niños´, esta vez de conciencias compradas, existencias entrenándose para pedir y pedir.
Escucho hablar sobre el presupuesto nacional a un funcionario del gobierno. Se ha trazado una cantidad mayor a aquella del año pasado. Se ha aumentado el dinero para las regiones.
Se sabe sin embargo que las regiones, provincias y distritos no llegan a ejecutar ni el 50% de lo asignado. Pero el presupuesto nacional dibuja ingresos para el 100%. ¿Acaso aquí ya no tenemos entonces un presupuesto mal formulado? Subir ingresos para una tarea que no se realizará anuncia un presupuesto mal diseñado y la proyección de la dádiva simple. Quien haya leído estos comentarios hasta aquí, sabrá que ante estas obligaciones el gobierno todo opta por la dádiva sin retorno y por contentar a las personas con sumas engañosas, pero suficientes para evitar algún desorden social.
Entretanto, nada se sabe oficialmente de la manera como el gobierno ha negociado con Repsol. Asunto clave. Porque sabemos de los modos como negocian los funcionarios del actual gobierno. ¿Dinero grande para los ricos en el poder y engaño despreciable para los damnificados?
Tal vez para nuestros gobernantes y no pocas personas la reducción de la condición humana a una indignidad cautiva y pasiva podría expresarse en: “Ya, chapa tu bono y no…”.
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