Eduardo Zapata
El baile de los que sobran
Muchos excluidos persiguen una inclusión solo con sus reglas de juego

Los pasos y las voces de los electores lo vienen diciendo. El transfuguismo –propio ayer de políticos ´avezados´– viene signando a buena parte de nuestra población electoral. Muchos han creído ver en este 2 de octubre la derrota de las izquierdas. En cierto modo, sí: cayeron disfraces tradicionales que usan esa nomenclatura. Pero ello no significa la derrota del pretexto reivindicatorio vestido de banderas aún menos democráticas y aun desenfadadamente venales.
Pocos, muy pocos, se preocuparon de la infamia que significaba –para la vida política y para la convivencia civilizada en general– la copia de la tesis. Falsificación del trabajo propio y ajeno así como de la investigación; desprecio por el conocimiento y abyección académica. ¡Enajenación de la propiedad! Por supuesto tampoco importó que los autores del delito fuesen ´maestros´ y se pasó por alto la complicidad de la universidad que avalaba el fraude. Silencios que dicen mucho de las sociedades.
¡Normal es! Y entonces si normal es enajenar propiedades, normal resulta que se vote por delincuentes. O que algunos se arropen con el manto de la lucha contra la corrupción, pero se abriguen bien con los beneficios de ella.
Los niveles de abstención física y, peor aún, abstención/desafección mental respecto a la importancia de la elección ocurrida recientemente nos revelan una profunda crisis educativa. Y no nos referimos solo a lo que la escuela nos dice, sino a lo que la calle toda parece decir. Nos referimos a la instrucción proveniente del quehacer y de lo hecho por nosotros, en el día a día. ¿Acaso la formalidad no es también informal, “mi hermanito”? ¿Acaso la informalidad reconocida no esconde –junto a loables emprendimientos– una subyacencia delincuencial? Del recordado “¿Cómo es la nuez…”? de algún ex ministro al cotidiano “Jefecito, cómo podemos arreglar esto…” no hay mucha distancia. Se reflejan y se instruyen conductas.
El excelente grupo Los Prisioneros de Chile popularizó la canción “El baile de los que sobran”. Seducido por la fuerza semántica del título de la canción me permito mantenerlo aun cuando ello signifique traicionar parcialmente al grupo musical. El coro allí decía: “Únete al baile / de los que sobran / nadie nos va a echar de más…”.
Parece que a muchos de los que se considera incluidos por definición, no les interesa el espacio en el que están. Pero también muchos de los que son concebidos como excluidos persiguen una inclusión solo en y con sus reglas de juego. Y el transfuguismo sin norte nos empieza a signar. El “contigo Perú” futbolero era ciertamente una ilusión de unión, unión lamentablemente viciada por la falsedad de ´narrativas´ interesadas. La mayoría de ellas, enajenantes de la historia real.
Para que nadie sobre en el baile, emitamos palabra con respaldo.
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