Tino Santander
¿Anarquismo en el Perú?
Peruanos sienten que no hay gobierno y no creen en nadie

Pierre-Joseph Proudhon fue uno de los padres del anarquismo europeo, pero él prefería llamarlo mutualismo. Estaba seguro de que la propiedad privada era un robo; sin embargo años después suavizó esta afirmación. Propuso la expropiación de los medios de producción antes que Marx —el argumento principal era la explotación inmisericorde del naciente capitalismo europeo sobre los trabajadores—, y proponía liberarlos con dignidad y libertad.
Proudhon entendía que la libertad por sí misma —la que proclamaban los liberales— no es suficiente si no va unida a la “justicia social”. Al contrario que Adam Smith, se pronunció contra la libertad absoluta de comercio. Proudhon tenía una posición anticapitalista: “Pertenezco al partido del trabajo contra el capital”, afirmó. En la cárcel propuso una alianza del pueblo trabajador con las clases medias para derrotar a los representantes políticos del capitalismo.
Fue encarcelado por atacar al Estado y a la religión. En 1863 publicó El principio federativo, texto en el que desarrolla su idea del federalismo integral. Proponía descentralizar el poder político, disolver el Estado en comunas autogestionarias y poner la tierra en manos de los campesinos. Proudhon tenía un discurso radical que le permitía ser un gran negociador político y creía en el debate abierto y democrático. El padre del mutualismo estaba convencido de la evolución pacífica a la libertad, y no creía en la revolución violenta.
La idea de que las aldeas y los talleres podían funcionar eliminando la superestructura jurídica y opresiva del Estado —es decir, construir una sociedad de municipios autónomos dirigidos libremente por el pueblo— ha sido el fundamento del anarquismo. El ideario anarquista llegó al Perú en los albores del siglo XX y subyace en el subconsciente de la inmensa mayoría de peruanos.
Los peruanos tienen diversas organizaciones sociales (comunidades nativas y rurales, frentes de defensa de diversos intereses, frentes ambientales, organizaciones agrarias, sindicatos, colectivos, etc.) que en muchos lugares del Perú son autogobiernos informales y mecanismos de negociación con el Perú formal. Muchas de estas organizaciones son financiadas y promovidas por el crimen organizado (narcotráfico, minería ilegal, lavado de activos, deforestación, contrabando, etc.), que establece negociaciones pacíficas y convive armónicamente con el Perú formal. Los casos de Juliaca, el VRAEM y las rondas campesinas son representativos.
Estas organizaciones sociales no están inspiradas en el ideal anarquista, porque el anarquismo es ateo, cree en la ciencia y en la razón, en la ilustración (por encima de todo) y en la educación como fundamento de la libertad. Y el pueblo peruano es profundamente religioso, emotivo y está excluido de la ciencia y de la educación; además defiende la propiedad privada y, desde el virreinato, aspiran a vivir en libertad absoluta.
Los peruanos sienten que no hay gobierno, que los puentes se caen, que todos los días mueren en accidentes de tránsito, que la gente se intoxica sin recibir ayuda de nadie, que viven inseguros, que no tienen salud ni educación y que viven inundados por la corrupción política. Entonces hacen las cosas por su propia cuenta: construyen carreteras, levantan sus casas, crean sus propios puestos de trabajo y se asocian con quien puedan para sobrevivir. No creen en nadie y se refugian en sus iglesias y en sus familias.
Cristóbal Chihuantito, dirigente campesino de Chumbivilcas, me dijo: “Solo queremos que nos dejen trabajar, que la minera ayude, porque el gobierno siempre se roba el dinero o trafica con las obras que necesitamos”. No le interesan las reformas políticas ni jurídicas, porque no son suyas, a pesar de lo que digan las encuestas. Su comunidad no se levantará a protestar por la corrupción política, salvo que afecte sus intereses. Solo quieren libertad para hacer su vida. ¿Anarquismo?
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