Jorge Varela

A 50 años de la tragedia democrática

Las heridas del “11 de setiembre” todavía supuran

A 50 años de la tragedia democrática
Jorge Varela
11 de septiembre del 2023


A cincuenta años de la tragedia democrática-institucional del pueblo chileno todavía no han cerrado las heridas de la fractura en el país austral, como si hoy fuera ayer o ese ayer fuera hoy. Diversos enfoques analíticos contrapuestos inundan actualmente las columnas de los medios de comunicación, mientras los comentarios saturan el vertedero de las redes sociales como si fueran racimos de escupitajos. Persiste un ambiente de violencia espesa no contenida que afecta la convivencia tranquila del cuerpo social.

Dos proyectos antitéticos 

Durante el período 1964-1973 se difundió la idea de profundizar y expandir el sistema democrático, primero mediante la llamada “revolución en libertad” liderada por el Partido Demócrata Cristiano, y después se emprendió la utopía de construir un socialismo estatista de tinte claramente marxista por parte de los seguidores de Salvador Allende y la Unidad Popular, conocida como “vía chilena al socialismo”, que de chilena tenía poco aroma (1970-1973). En esos tiempos, el fatídico muro de Berlín aún no había caído y continuaba en pie separando a partidarios de la libertad de los adictos al totalitarismo, como expresión de un mundo dividido en dos partes irreconciliables. 

La lucha socialista allendista por el poder

En enero de 1971 la Primera Asamblea Nacional de la oficialista Unidad Popular (UP) trató de implementar una estructura orgánica en todos los frentes y niveles que permitiera “comenzar la parte más dura de la lucha por conquistar el poder y construir el socialismo”. El núcleo del debate estratégico y táctico de los partidos y movimientos de la coalición gobernante giró con insistencia, durante el período señalado, en torno a la conquista del poder total.

Un estudio de los documentos y pronunciamientos emitidos en dicha época, permite una revisión acerca del pensamiento dominante al interior de la UP, sobre todo el de sus componentes más duros y radicales:

1.- Postura del MAPU . Rodrigo Ambrosio, secretario general del MAPU (Movimiento de Acción Popular Unitaria), planteó borrar del mapa al opositor Partido Demócrata Cristiano (PDC). El mismo Ambrosio y Jaime Gazmuri insistieron en los Plenarios ‘mapucistas’ de enero y febrero de 1971 en la línea ya indicada: “convertir la victoria en poder y el poder en construcción socialista. Necesitamos este año” (1971) y no después, una nueva victoria en la lucha por el poder.. y buscar un enfrentamiento global y decisivo durante el transcurso de este año”. Era el criterio de clases versus el tambaleante criterio democrático.

2.- Posición del Partido Socialista. El Partido Socialista (PS), al que perteneció Salvador Allende, no se quedaba atrás al afirmar: “En los momentos actuales, la burguesía se agrupa alrededor de la Democracia Cristiana y secundariamente alrededor del (derechista) Partido Nacional y de la Democracia Radical” de centro. “Nuestro objetivo debe ser el de aplastar la resistencia de los enemigos y convertir el proceso actual en una marcha irreversible hacia el socialismo. La contradicción entre las fuerzas crecientes de las masas y el poder de la burguesía, define a esta etapa como un período esencialmente transitorio”.

Carlos Altamirano, su líder máximo, expresó al ser elegido secretario general del PS en el Congreso efectuado en la ciudad de La Serena: “Hemos conquistado el Gobierno pero no el poder… aún estamos en una estructura democrática-burguesa”. 

3.- Pensamiento del MIR. La Unidad Popular era un campo cubierto de escaramuzas y batallas internas. Las diferencias de tipo estratégico-táctico entre el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Partido Comunista (PC) acecharon constantemente toda la marcha del proceso de la UP. 

Mientras el Partido Comunista sostenía la urgencia de ganar a las capas medias, lograr mayoría e impulsar el proceso mediante el cumplimiento del programa, el MIR argumentaba que “los grupos intermedios, la pequeña y mediana burguesía, son sectores vacilantes que oscilan entre el proletariado y la burguesía”, a los que debiera capturarse una vez producido el enfrentamiento y conquistado el poder (revista Punto Final. 15 de febrero de 1972). Agréguese que Miguel Enríquez sostenía -entre otras- la idea de “reformar el aparato del Estado, disolver el Parlamento y crear la Asamblea del Pueblo” (Declaración del Secretariado Nacional del MIR, 22 de mayo de 1972).

4.- Definiciones del Partido Comunista. En mayo de 1972 existía según el secretario general del PC Luis Corvalán, una crisis de orientación política, una crisis de conducción que estaba afectando la marcha del gobierno. Su pensamiento apuntaba en dirección a producir un cambio en la correlación de fuerzas. La situación exigía definiciones dentro de las filas de la izquierda. Para Miguel Enríquez, secretario general del MIR, el gobierno tenía dos alternativas: “La primera de ellas buscar el camino reformista, pusilánime, y buscar alianza con la Democracia Cristiana… la segunda alternativa es la revolucionaria, apoyarse en el movimiento de masas, pasar a la ofensiva y golpear al conjunto de la clase dominante”. A juicio de Enríquez, para llevar adelante el proceso revolucionario “era necesario que el marco legal fuera reformado o bien destruido”: era el camino del enfrentamiento violento y el del quiebre institucional. En su opinión, la política vacilante y reformista del PC, había conducido a “un deterioro de la correlación de fuerzas en desmedro de la izquierda”.

La táctica oculta envolvente del PC

La decisión de avanzar golpeando con la fuerza de las masas en acción –implementada por el MAPU, el PS y el MIR en la fase señalada– sería puesta en vigor décadas después (durante el curso de la insurrección octubrista de 2019) por descendientes de los confabulados de antaño y nuevas generaciones de camaradas comunistas, coincidiendo con aquella estrategia violenta de la añeja mazamorra izquierdista fracasada. (Aunque grupos dominados por el viejo Partido Comunista, con el aval de su Comisión Política, también cometieron atentados y operaciones criminales)

Es que como expresa el dicho: “la cabra siempre tira para el monte”; y en definitiva está clarísimo que el marxismo-leninismo no se disponía ni se mostraría predispuesto a abandonar sus clásicas posturas ortodoxas, sobre todo si lo importante es conquistar el poder total. 

El odio permanece encendido

Así, en un escenario de conflicto y violencia, ni el dolor, ni el olvido, ni siquiera el perdón, sirven actualmente a las viejas generaciones para terminar con el odio y resentimiento que aún continúan afincados en el seno de una sociedad que ha sufrido los efectos de una tragedia tan profunda y lacerante. ¿Habrá que esperar que el tiempo dé varias vueltas alrededor de la historia para que la paz inunde finalmente a los espíritus?

Jorge Varela
11 de septiembre del 2023

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