Editorial Política

¿Ministerio de la Mujer o Ministerio de la Familia?

Las obsesiones del progresismo y la ideología de género en el debate

¿Ministerio de la Mujer o Ministerio de la Familia?
  • 29 de agosto del 2024

 

Ha surgido un debate interesante alrededor de la posibilidad de modificar el nombre del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables por el de la Familia y Poblaciones Vulnerables. El debate atraviesa los predios del Ejecutivo y el Congreso; sin embargo, el progresismo nacional y las corrientes que defienden la llamada ideología de género han convertido el posible cambio de nombre en una guerra de ideas en que, supuestamente, se definirían los derechos de la mujer y las minorías sexuales, y la continuidad de exclusiones y marginaciones.

No obstante, creemos que en la discusión debería definirse en un tema central: ¿el Estado, la sociedad, debería o no defender el papel de la familia nuclear? ¿Es decir, de la familia natural, aquella en donde la unión del hombre y la mujer crean la prole que garantiza la continuidad de cualquier sociedad? Cuando hablamos de preservar a la familia nuclear de ninguna manera estamos planteando la exclusión o el desconocimiento de derechos de las minorías sexuales a construir uniones reconocidas por el Estado y la sociedad. Creemos que el Estado y la ley también deberían reconocer este tipo de uniones, algo que no tiene nada que ver con la defensa de la familia nuclear en la sociedad.

En las sociedades occidentales –es decir, en las sociedades en donde ha prosperado la mayor extensión de las libertades individuales–, desde las grandes tradiciones del derecho romano siempre se ha defendido el papel de la familia nuclear en la organización y la preservación de la sociedad. Y hasta las últimas décadas, antes de la explosión de la guerra cultural del progresismo y las corrientes neocomunistas, una de las claves de Occidente fue la defensa del papel de la familia nuclear. 

¿Por qué la defensa de la familia en la historia de Occidente? Porque la familia es el origen de la propiedad privada, el capitalismo y una de las fuentes de las libertades y la democracia occidental. Cuando un hombre y una mujer tienen hijos, el primer impulso natural de los padres es ahorrar para garantizar el futuro de la prole. El padre y la madre no solo sobreviven, sino que buscan acumular riqueza para el futuro de los hijos. De ese impulso natural nace la propiedad privada –diferente a la propiedad comunal de las sociedades primarias–, la institución de la herencia, los contratos y el capitalismo en general. ¿Acaso alguien puede negar que de ese impulso natural nace el capitalismo en general? Imposible.

Por otro lado, la familia y la propiedad privada –junto a los partidos políticos, las empresas, las corporaciones y las tradiciones– son los principales controladores de la expansión del poder político del Estado. Sin las familias, el Estado incrementaría su poder a niveles impensados, tomando a su cargo la manutención y educación de los niños –descartando a los ancianos no productivos– tal como sucedió durante las épocas oscuras del bolchevismo y del nazismo. En otras palabras, la existencia de la familia nuclear también tiene mucho que ver con la construcción de los sistemas republicanos y la extensión de las libertades.

Por todas estas consideraciones, es absolutamente entendible que Marx y Engels, los fundadores del comunismo moderno, sostuvieran –al igual que los progresistas y neocomunistas de hoy– que la eliminación de la familia, la propiedad privada y el Estado burgués eran las condiciones fundamentales e impostergables para proceder a la colectivización de la economía y la sociedad. Uno de los pilares del Manifiesto comunista de 1848 y los textos fundacionales del marxismo es la eliminación de la familia nuclear y la propiedad privada.

Más allá de las caricaturas, las leyendas y la ignorancia del progresismo, que sostiene que el eventual cambio de nombre de Ministerio de la Mujer por el de Ministerio de la Familia busca eliminar los derechos de las minorías sexuales, en realidad detrás de esta discusión existe un debate de fondo que tiene que ver con el futuro y la libertad de nuestra sociedad. Es el mismo debate que, algunas décadas atrás, sostuvieron las sociedades occidentales –que construyeron democracias y desarrollo– con los fundadores del comunismo moderno.

  • 29 de agosto del 2024

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