La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Sobre los increíbles estándares ambientales del ecologismo radical y el BCR
En medio de las colisiones entre el Ejecutivo y el Legislativo han pasado desapercibidas las recientes declaraciones de Renzo Rossini, gerente general del Banco Central de Reserva (BCR), acerca que de “no tenemos que ser exageradamente ambientalistas y frenar la inversión”. Más claro no cantan los gallos, pero ahora se trata de un pronunciamiento del BCR, una de las instituciones más autónomas y técnicas que reconocen tirios y troyanos, ángeles y demonios. En las ilustrativas declaraciones de Rossini se dicen dos cosas que nos deberían dejar estupefactos, sobre todo, si seguíamos pensando que la economía peruana era una abierta y que promovía las inversiones. El gerente del BCR nos dice que algunas regulaciones ambientales superan los estándares internacionales y que hay unos US$ 24,000 millones paralizados en inversiones en minería, hidrocarburos y energía.
Que seamos más papistas que el Papa o más radicales en ecologismo que los países vanguardia en temas ambientales representa una irritante frivolidad, sobre todo si somos un país de ingresos medios con un 23% de la población en pobreza. El asunto es de locos. El estándar de calidad del aire (ECA) que rige en el país desde el 2014 es de 20 microorganismos por metro cúbico de azufre (umg3). Ante la brutalidad de la realidad, los militantes ecologistas radicales del Ministerio del Medio Ambiente tuvieron que señalar que la norma no regía para la fundición de cobre que opera Southern en Ilo. ¡Tremendo favor de los extremistas! Pero vale señalar que los estándares de Southern superan a los de los países desarrollados: 80 umg3 en Ilo frente a los 105 umg3 de Japon, 125 umg3 de Europa y 250 umg3 de Chile. El radicalismo ambiental se la pega de futurista, porque todavía no se conoce una tecnología para emitir 20 umg3. En otras palabras, el futuro sin industrias.
El gerente general del BCR menciona US$ 24 mil millones paralizados en minería y petróleo. En los llamados Cornejoleaks, que permitieron a los ecologistas radicales demoler al ministro de Energía, Eleodoro Mayorga, se discutía sobre cómo eliminar los estudios de impacto ambiental (y reemplazarlos por informes) en el uso de la sísmica para explorar petróleo y gas en el lecho marino. ¿Qué cosa es, pues, la sísmica que puso tan iracundo a Juan Pulgar Vidal, ministro del Ambiente? A través de un barco se lanzan ondas sonoras al lecho marino para establecer yacimientos. Nada más. Para evitar problemas con la fauna marina se establecen distancias de protección a centenares de kilómetros. ¿Quiénes usan esta tecnología? Las empresas noruegas, finlandesas, suecas y europeas que exploran en el Mar del Norte. Es decir, las naciones que lideran la lucha contra el calentamiento global. Como había US$ 2,500 millones paralizados en inversiones en hidrocarburos, se convocó a una empresa petrolera a una reunión entre los técnicos de Energía y de Ambiente para conocer sobre estas tecnologías y redactar un nuevo reglamento de hidrocarburos pro-inversión. La fortaleza extremista estaba en peligro y el ecologismo radical del Minam empezó una brutal campaña de aniquilamiento del ministro Mayorga. Y es que el radicalismo no le perdona haber tocado sus predios y haber avanzado en destrabar cerca de US$ 17,000 millones en el sector. La cosa, pues, es más clara que un mediodía de verano. Al ecologismo radical no le interesa el medio ambiente sino cambiar el modelo económico.
¿Cómo así el extremismo ambientalista ha adquirido tanto poder en el régimen humalista y ha logrado paralizar tantas inversiones? La cosa es más simple de lo que parece. Hay estrategias políticas y personales en camino a la COP 2014 que se desarrollará en Lima. Algunos sueñan con exilios dorados en los organismos mundiales ambientales, pero para conseguir ese objetivo tienen que aceptar los poderosos lobbies de Oxfam y otras Ongs del ecologismo radical. Bueno, si de lobbies se trata, ¡que se vayan todos!
COMENTARIOS