La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Es evidente que nadie puede desconocer la principal responsabilidad del Ejecutivo por no desarrollar una política de Estado para enfrentar el desborde criminal. Asimismo, hasta hoy el progresismo ha sido eficiente en responsabilizar al actual Congreso de la crisis de seguridad por normas que se aprobaron algunas semanas atrás.
Sin embargo, la argumentación progresista o caviar –antes que buscar solucionar los problemas de la ciudadanía, de pobres, clases medias y ricos–, pretende acelerar una estrategia de adelanto general de elecciones que se implementa sin ningún éxito desde la caída del gobierno de Pedro Castillo. Sobre el tema, en un reciente artículo de Gonzalo Banda en El Comercio, se avanza un poco más: se pretende hacer ideología con la ola criminal que afecta a todos los peruanos.
Banda señala que “las reformas liberales truncas de los noventa permitieron una relativa bonanza económica y una reducción notoria de la pobreza. Pero también parieron una ciudadanía de supervivencia. El ciudadano peruano se convenció de que no podía esperar nada del Estado y que debía resolver sus propios dramas…”. Más adelante el autor señala todos los peligros que representa y suma el desborde criminal y llega a citar a algunos autores del contractualismo liberal.
¿Hacia dónde apunta este tipo de argumentación? A establecer que “las reformas liberales” generan intrínsicamente este tipo de sociedades desbordadas por la violencia criminal ante la falta de Estado. En otras palabras, que el llamado neoliberalismo produce estados fallidos.
Sin embargo, vale preguntarse por qué las reformas liberales están truncas hoy en el Perú. Desde el 2011 el Perú comenzó una lenta involución institucional y social con el bloqueo de los proyectos mineros Conga y Tía María, y una lenta burocratización y sobrerregulación de todos los procedimientos estatales que han convertido al Estado en enemigo de la inversión privada y el régimen económico de la Constitución. ¿Hay alguna duda sobre esta tesis? Analicemos cualquier sector de la economía y la sociedad y llegaremos a la conclusión que el Estado peruano es uno de los más burocráticos de la región. El Estado, pues, bloquea las inversiones y genera pobreza e informalidad. ¿Acaso la burocracia o la llamada tecnocracia progresista no es responsable directa de este absurdo institucional? Analicemos todos los ministerios y sabremos de dónde proviene la responsabilidad y el error.
Por otro lado, el desborde de la ola criminal en el Perú y en América Latina tiene que ver con la neutralización y el bloqueo de las fuerzas de seguridad a través de las cruentas judicializaciones que han promovido las oenegés de Derechos Humanos en contra de soldados y policías. Judicializaciones en contra de las fuerzas de seguridad que también se expresan en que un sector de fiscales y jueces ideologizados suele procesar a los policías que abaten delincuentes por “el uso desproporcionado de la fuerza”. La neutralización y la destrucción moral de las fuerzas de seguridad, pues, es resultado directo de la acción progresista y no tiene nada que ver con las reformas liberales que se truncaron.
Asimismo, la ola criminal que afecta al Perú –y también a Colombia, Ecuador, Chile y Brasil– igualmente tiene que ver con las migraciones de un Estado fallido que no hizo “reformas liberales truncadas”: Venezuela. Estas migraciones alentadas por el chavismo envían lo peor de la sociedad llanera y se mezclan con las economías ilegales de la región produciendo el actual desborde criminal que analizamos.
Vale señalar que el desborde criminal no es solo un fenómeno latinoamericano. También afecta a las sociedades europeas, como en algunos suburbios de París y Marsella, Suecia, Bélgica y otras zonas de Europa. Evidentemente esta realidad tiene que ver con el libertinaje migratorio que suele promover el progresismo en el viejo continente.
Pretender culpar de la ola criminal que afecta a los peruanos al modelo liberal o neoliberal, entonces, es una gigantesca osadía que solo intenta ocultar la responsabilidad del progresismo en este fenómeno.
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