La comisión de Constitución del Congreso de la R...
El Foro de Cooperación Económico de Asia-Pacífico (APEC) se está desarrollando en Lima y, al margen de cualquier voluntad o estrategia política, ha puesto al Perú en la vitrina del mundo. Para comprender la magnitud de las cosas, vale señalar que Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, y Xi Jinping, jefe de Estado de la República Popular China, llegarán al Perú el 14 de noviembre para participar en el cónclave planetario, y ambos sostendrán reuniones con la presidente Dina Boluarte.
Cuando sucede un acontecimiento de esta magnitud cualquier país debe postergar diferencias y establecer treguas obligadas para hacer brillar a la sociedad que se pone en la vitrina planetaria. Algo de eso ha comenzado a suceder en el Perú, considerando los anuncios de protestas –supuestamente en contra del desborde criminal– y la colaboración y civismo de la mayoría absoluta de la sociedad para garantizar el éxito del evento mundial.
Por otro lado, vale señalar que el éxito de la Cumbre Mundial de APEC en Lima, de una u otra manera, también ratifica el compromiso de los peruanos con el modelo económico que se desarrolla en el Perú luego de las reformas económicas de los años noventa. Como todos sabemos el modelo económico –que se basa en el papel subsidiario del Estado frente a la iniciativa privada, el respeto a los derechos de propiedad y los contratos– tiene en el libre comercio una de sus columnas centrales. En ese sentido, el comercio internacional de nuestro país con el Foro de Apec, que reúne a las 21 economías más pujantes del planeta, representa el 65% del total de nuestros intercambios con el mundo.
En otras palabras, el modelo económico del país no habría podido reducir la pobreza del 60% de la población a 20% (antes de la pandemia y del gobierno de Castillo, ahora este flagelo se acerca al 30% de la población), no se habría podido reorganizar la sociedad con un significativo crecimiento de las clases medias y el Perú no se habría convertido en una economía de ingreso medio sin el enorme potencial comercial y de creación de riqueza que representa el espacio mundial de APEC.
En ese sentido, para no caer en la costumbre de las izquierdas de reescribir la historia, se debe destacar –al margen de cualquier adhesión o rechazo– el papel de Alberto Fujimori en la incorporación del Perú al Foro Mundial de APEC. La grandeza de un país no solo se construye criticando los yerros y despropósitos, sino reconociendo los hechos y a los protagonistas. La relación del expresidente Fujimori con Japón fue decisiva para la incorporación del Perú a APEC, un objetivo que otros países vecinos persiguen con obsesión y no lo logran hasta ahora.
Por otro lado, vale señalar que el Foro Económico Mundial de APEC representa largamente la región más dinámica del mundo en las últimas cuatro décadas en cuanto a crecimiento económico, innovación científica y tecnológica y expansión de las clases medias en el mundo. Si hoy en el mundo se puede proyectar una mayoría de clases medias sobre la pobreza y la pobreza extrema, incuestionablemente esta realidad tiene que ver con el dinamismo económico del área de las economías de la APEC. Cabe recordar que, antes de la pandemia, Brookings Institute había señalado que por primera vez en la historia de la humanidad, las clases medias pasaban a ser mayoría en los diversos estratos del planeta.
¿Qué significan estas aproximaciones? Sencillamente que el futuro de la globalización del planeta –de ninguna manera nos referimos a la globalización ideológica del progresismo– también se juega en el espacio de las economías de la APEC. Basta recordar que en este foro planetario están los Estados Unidos, China, Rusia, Japón, Corea del Sur, entre otros. Por el lado de América Hispana están México, Chile y Perú. Es decir, nuestro país, a pesar de todos sus problemas, permanece en la principal liga de la economía mundial.
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