Jorge Varela
Un caso de comunismo vetusto
El otoño de sus patriarcas en Chile

Antes de abordar el asunto de esta reflexión, habrá que considerar y retener aquellos versos mágicos de la canción “Reino de todavía” del cubano Silvio Rodríguez, que huelen casi a profecía:
Balseros, navidades, absolutismo,
Bautismos, testamentos, odio y ternura
Nadie sabe qué cosa es el comunismo
Y eso puede ser pasto de la censura
Nadie sabe qué cosa es el comunismo
Y eso puede ser pasto de la ventura”
Faltó agregar: ‘y eso puede ser pasto de la tortura’.
El partido comunista de Chile (PC de Ch), un ente de antigua estirpe marxista-leninista, fiel e incondicional servidor de la primigenia línea soviética impuesta otrora por Moscú y que continúa apoyando en América Latina, de manera inclaudicable, a los regímenes totalitarios de Nicaragua y Cuba, pareciera haber rejuvenecido estratégicamente en el tiempo después de escabullirse, mediante mentiras y conductas antidemocráticas, de momentos espeluznantes como las invasiones sangrientas a Hungría y Checoslovaquia, la caída del muro de Berlín y de los gobiernos totalitarios de Alemania del Este y Rumania.
El partido obrerista que fundara Luis Emilio Recabarren en 1912, es hoy un aparato que se ufana en presentar un aspecto renovado a través de figuras atractivas que exhiben rostros sonrientes y seductores. La diputada Camila Vallejo, expresidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, podría ser en un futuro próximo la líder del PC de Ch., y ocupar el cargo que detentara la fallecida Gladys Marín. En la última elección del Comité Central –órgano de dirección superior– varios militantes jóvenes graduados en universidades superaron en votos a los jerarcas de antaño que aún se aferran al control omnímodo del poder interno que ejercen. Camila Vallejo, Karol Cariola y Daniel Jadue (este último, actual candidato presidencial) obtuvieron mayor apoyo que Guillermo Teillier, Lautaro Carmona, Juan Andrés Lagos y Marcos Barraza.
Estos viejos caudillos vienen trabajando laboriosamente desde sus posturas ortodoxas, diversos cauces estratégicos y tácticas alternativas con el objetivo de seducir a sectores juveniles y a profesionales no proletarizados de Chile para sumarlos a su ya fecunda y constante captura de comprometidos con su causa: músicos, cantantes, artistas, feministas, abortistas, indígenas, ecologistas, minorías sexuales.
Prevalencia de versiones aberrantes y perversas
Más allá y más acá de los esfuerzos estéticos para cambiar la cara ruda y combatiente del ‘viejo comunista’ histórico por el rostro dulce y suave de una mujer joven, la doctrina del comunismo chileno heredada de Marx, Engels y Lenin, conjugada en versiones aberrantes y perversas de Castro, Ortega y Chávez, está desprovista de humanidad y racionalidad.
En los años setenta a los dirigentes del aparato central expertos en tergiversar e instrumentalizar la historia ni siquiera les alcanzó para entender las ideas del naciente eurocomunismo. Esta obstinación ortodoxa-pragmática, que ha caracterizado a los integrantes de la nomenclatura tradicional, se convirtió durante años en una carga insoportable para destacados militantes que aportaron con su intelecto y trabajo a enaltecer la vida y trayectoria del partido de la hoz y el martillo. No es casualidad, entonces, que mentes lúcidas y espíritus libres hayan resuelto seguir el camino de la independencia y autonomía, antes de comportarse como seres débiles obsecuentes. Es el caso de los intelectuales José Rodríguez Elizondo, Antonio Leal, Luis Guastavino, José Sanfuentes, Ernesto Ottone, entre otros.
El ex senador y dirigente Camilo Escalona recordaba que el núcleo fundacional del partido socialista (PS), en el cual milita, reside en su carácter libertario, principio que explica por qué Ramón Sepúlveda, quien fuera por años secretario general del PC, se convirtió en uno de los fundadores del PS chileno, “pues rechazó el estalinismo, la burocratización y el autoritarismo del movimiento comunista internacional”. Según Escalona, “el proyecto comunista fracasó en el mundo porque las alianzas políticas de los llamados frentes populares que sostenían los países de la órbita soviética, tenían partidos que eran títeres” (El Mercurio, 22 de mayo de 2021).
La fórmula maestra de la ambivalencia
Toda la fuerza y empuje que la dirigencia comunista utiliza hoy para para derribar a Piñera, empeño que rememora el odio de hace más de setenta años contra Gabriel González Videla, remarca por contraste toda la dogmática irracional de las huestes rojo-amaranto temerosas de condenar las violaciones a los derechos humanos por parte de Maduro y Ortega –tiranos siniestros con los que solidariza día por medio–, lo que permite concluir que se está frente a una interpretación marxista oscura, cruel y tardía propia de alienados.
El leninismo al modo de Stalin continúa prevaleciendo como praxis oficial, lo que refleja una invocación equivocada al viejo barbudo por parte de quienes no han sabido manejar ciertas herramientas conceptuales de la teoría marxista.
En una atmósfera decadente como la descrita, hablar de post marxismo o de neo-marxismo, es expresarse en un lenguaje incomprensible para las escasas redes neuronales de estas mentes. (En las salitreras del norte, los camaradas del PC eran denominados ‘cabezas de piedra’ por los trabajadores pampinos que disentían de sus consignas). A nadie extrañe pues, que intelectuales como Foucault, Derrida, Deleuze, Althusser, Guattari, sean ideólogos no gratos ni digeribles para la mayoría de la disciplinada militancia ortodoxa.
En el caso chileno la ambivalencia evidente entre dogmatismo puro y duro y delicado esteticismo femenino podría ser la fórmula maestra que han encontrado algunos viejos jerarcas cansados, a los cuales se les acaba el tiempo y se les agota la vida, evitando de este modo que se les atribuya su aporte nefasto al diseño de un ente absoluto-total similar al partido Ingsoc –de la novela 1984, de George Orwell–, colectivo que podía torcer el presente y reescribir la historia de forma constante según sus necesidades. Es la filosofía del denominado doble pensar que identifica a los comunistas.
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