Carlos Rivera
¿Somos pobres, seámoslo siempre?
La polémica en torno a las declaraciones de Christopher Gianotti
La semana pasada Christopher Gianotti y Úrsula Boza entrevistaron a Katia Palma en el programa por internet, “Por algo pasan las cosas”, y al calor de la conversa Gianotti dijo: “…el pobre es pobre porque quiere”.
La línea de comentarios contra Gianotti parte de la negación al personaje. Hacerse los desentendidos de su trayectoria o reducir la calidad de sus declaraciones. ¡No sé quién es! ¿de quién estamos hablando?, Yo no veo su programa, ¿creo que es alguien de la farándula? ¿Este a quien le ha ganado? La misma pose snob acojudada de los izquierdistas cuando hablan de la televisión peruana que dicen no ver, pero quieren imponer una mejor programación acorde a sus gustos (refinados y culturosos). Entonces los que, se suponen, comandan una visión objetiva (el cacareado pensamiento crítico) resulta que ningunean la opinión de un simple youtuber.
Un puñado de comentaristas de televisión hablan desde un academicismo portátil de buenas intenciones. Mencionan a Tanaka, Vich,Vergara, Carmen Mc Evoy pero no han leído sus libros y solo repiten su fraseo sencillo o párrafos de la contratapa(antes lo hacían con Basadre, Julio Cotler). Libros que desde luego son aportes y que hay que leer con sentido de contraste, pero piensan que son los únicos capaces de revelar ese “secreto” conocimiento. ¿Y acaso no deben leerse también los libros de Hugo Neira, Cecilia Bákula, María Cecilia Villegas o Paul Laurent?
Al instante vapulearon a Gianotti mediáticamente tildándolo de ignorante, facho, mediocre (y blanquito, limeño y pituco). Respuestas como las de Mávila Huertas, Jaime Chincha o Evelin Ortiz fueron diatribas sobre la falta de perspectiva social del conductor y no reconocer la realidad como ellos si –se supone– la conocen muy bien. Una situación que a su entender el Estado debe solucionar. ¿Conocían la realidad desde algún libro, monografía, un reportaje, una crónica o simplemente porque vieron las noticias del friaje en Puno o la denuncia de un caso social y se identificaron con el dolor humano? El análisis de los datos, la referencia económica y la observación es una necesaria tarea para comprender este flagelo. Véase el artículo de Pablo Bustamante en Lampadia(“¡Hacia la desigualdad absoluta!”/ 8 de marzo,2023). No nos quedemos solamente con el artículo de La República o el comentario de Wayka vayamos a los cuadros comparativos como los informes del INEI acerca de la reducción de la pobreza. (desde el 2007: 42.4 % y el 2018: 20 %) o los balances del incremento de la zona urbana o las dinámicas comerciales que nos ofrecen los libros de Rolando Arellano o el libro de Jaime de Althaus, La revolución capitalista en el Perú (véase en excelente artículo crítico de Guillermo Rochabrum, “La revolución capitalista de Jaime de Althaus: una mirada desde Marx”, Debates de sociología N° 32,2007). Si partimos de estudiar la pobreza del país solo desde enfoques progresistas siempre tendremos un lado de la verdad. Se discuten las tesis, los discursos aterrizando en un análisis concreto todo lo que cae en nuestras manos.
El modo de crítica contra Gianotti es desde cierta superioridad moral de preocupados sujetos que se indignan con la pobreza y la desigualdad. En resumen: Piensan como el invitado sociólogo del IEP, el analista de la PUCP que tiene una ONG sobre igualdad, el antropólogo que recoge y desarrolla el mismo estudio “revelador” que todos los años sentencia que “el Perú es un país racista, machista, violador y pobre.” Nótese que critican la generalización de Gianotti y su torpeza por desubicado cuando ellos responden con la misma falta de criterio que reclaman del conductor. Abrazar esos discursos que se pavonean en la televisión (por facilista, poco racionalista pero sensiblero) da réditos y aplausos de las mayorías ofendidas. Es un deber moral (y cool) ofenderse y si no te pateamos en el suelo por indiferente. ¿Se puede equivocar un grupo social acerca del valor que le otorgan a temas relevantes? Claro que sí. El pueblo o esa mayoría que muchos creen la voz de Dios a veces tiende a idiotizarse (o caer en el crimen) como la Revolución Francesa que pasó de una masa ansiosa de comida y derechos a una de terror que implantó Robespierre a la cabeza( perdiendo la suya) y luego sucumbir a los delirios del Directorio y la tiranía napoleónica. ¿O nos olvidamos al pueblo limeño comandando la venganza contra los hermanos Gutiérrez en 1872? ¿O cuando los “pobladores sanos y sagrados” de Ilave mataron a su alcalde Cirilo Robles en el 2004?
No es ninguna novedad esta forma de discursear. Es calco y copia del mexicano Diego Ruzzarin y su perorata de crítica al sistema capitalista disfrazado de una vulgata filosófica insulsa sin los elementos rigurosos que un supuesto divulgador académico debe hacer. Ruzzarin odia a los couching, a los emprendedores, y en noviembre del año 2023 dijo lo siguiente: “La gente de clase baja tiene que esforzarse mucho más y, aun así, es muy poco probable que salgan de la pobreza.”, “Es falso que la educación soluciona los problemas…” También afirma que no existen los intelectuales de la derecha y le hizo burlas a la performance de Milei en campaña (que “el rugido del león”, “que la melena”. “Que me dio un cringe y me dolió el estómago”). Lo que él mismo reclama en los debates no practica en las exposiciones de su canal ridiculizando una postura de pensamiento contraria a la suya. Ya el filósofo argentino Jonathan Ramos (que puede hablar de San Agustín, Heidegger o la posmodernidad ) le ha retado a debatir, pero estamos seguros no aceptará. El discurso que patrocina Ruzzarin es de palabreo(marketing, jerga tecnológica, extractos filosóficos y retazos de discursos científicos con impacto) nulo en profundidad o referentes epistemológicos, sus frases son cursis, llenas de jerga juvenil regionalista para caer bien a su público. “La constitución o creación de un significado es estética contingente y la realización material entre las variables que producen un efecto si tienen algo de natural necesario.” Aleluya y sepa Dios lo que intentó decir.
La mayoría de comentarios negativos parten de no tener una lectura del todo y conocer su estructura y solamente toman lo que les conviene a su indignación. Precisamente un intelectual o académico con mucha más razón y responsabilidad debe observar el todo y relucir las debilidades de una postura. ¿No se supone que son dedicados analistas de la realidad? Veamos:
Solo desde el minuto 36 de la entrevista es que Gianotti dice esa bendita frase. Lo dice, pero en el contexto de empalmar con las anécdotas de sacrificio y dura chamba que había pasado la invitada Katia Palma. Ella misma refuerza la idea con comentarios similares que reflejaban un nivel de coincidencias de lo sacrificado que es alcanzar algunos(pequeños) sueños. En ningún momento dicen que son triunfadores o ejemplos de proezas humanas.
Katia Palma: Si llega alguien con un hijo. (…)yo conozco varias personas que no quieren tener hijos. la gente se llena de hijos, porque las violan. No sabía cómo cuidarme. No digamos que es una porquería, el sistema de salud. ¡Nos sobrepoblamos por las puras!
Gianotti: Yo si soy muy crudo en esto. Ese falso discurso mediocre: “no tenemos las mismas oportunidades”, “¿Tenemos?” eso es algo que tú te tienes que generar. Durante tantos años nos han mentido, que nos han dividido. Yo conozco gente muy maravillosa que ha salido de pueblitos muy recónditos de este país donde su entorno era nada, era cero, entonces no me van a contar ese cuento: “ay no, tú te moviste ese círculo por eso tienes oportunidades” (…) si nosotros no tenemos la capacidad de reconciliarnos y de poder sumarnos en el bien común.
Otros más sofisticados usan el alegato del premio nobel de economía Joseph Stiglitz, en su libro El precio de la desigualdad, cuando afirma que “El 90% de los que nacen pobres mueren pobres por más esfuerzo que hagan”. Desde los “intelectuales” de la Plaza San Martín (Anka,Lord Jaime, Aníbal Stacio) sustentan con las mismas premisas o fuentes(véase como repiten citas de Manuel Danmert o de Francisco Durand) y reforzando que son pensadores sin ataduras o repetidores de falacias. A ellos no les importa el libro de Axel Kaiser, La tiranía de la igualdad donde nos dice: “Lo que al igualitarista le importa en primer lugar no es que todos tengan mejor salud o educación, sino que todos tengan la misma. Por eso deben eliminar el mercado, pues si lo toleran —aun habiendo una mejora para todos, como muestra por lo demás la evidencia— no se cumple el estándar igualitario que buscan. Se trata así de pura ideología, de la visión del mundo que según ellos es justa y que debe imponerse al resto”. O por qué no recoger el debate entre Thomas Piketty y Hernando de Soto. Pero los intelectuales progresistas no consideran intelectual ni al mismo Juan Ramón Rallo quien ha escrito un monumental trabajo sobre Marx (Anti-Marx con más de 1000 páginas de refutación a las tesis del pensador de Tréveris), Juan Manuel de Prada o Antonio Escohotado. El intelectual debe tener conciencia social y punto.
Merlín, Gianfranco y Kevin conductores del programa “Dudas Eternas” (Ep.19) han rebatido lo expuesto por Gianotti. Entre putamadreadas, ajos, cebollas(y con ese mismo tonito limeño del cual acusan a los pitucos capitalinos) dicen con bendición de oráculos que las cosas no son así. Intentaron refutar a Gianotti con la tesis de Pierre Bourdieu o las referencias ideológicas de Max Weber y Durkheim (dimensión sociológica) sobre el estamento de clase que generan modelos políticos. En esto los tres jóvenes resumen y discrepan desde argumentos teóricos. “La narrativa romántica del emprendimiento” acota Merlín como demérito y la relaciona con Gianotti y especula que es “ignorante” y que su postura obedece a una “maquinaria ideológica que lo permite”. Y su otro contertulio reafirma el postulado siguiendo a Bourdieu y Passeron quienes analizan la “violencia simbólica” “¿y existen este tipo de divisiones de clases desde la escuela?” y de ahí conecta con las marchas, fruto de un descontento social. Los tres enfoques critican el emprendedurismo, los libros de autoayuda. Rolando Rojas en un artículo escribe lo siguiente: “De otro lado, el emprendedurismo es también una ideología que sostiene que el problema de la pobreza se resuelve por la vía individual: el emprendimiento de un pequeño negocio puede conducir con disciplina y sacrificio al éxito empresarial, a la acumulación y al ascenso social. Esta idea tiene como referente a un nutrido caso de emprendedores exitosos, pero encubre que la mayoría de ellos apenas puede sobrevivir a costa de largas jornadas de trabajo, explotación de la parentela y contraviniendo los derechos laborales de los trabajadores.” (“Neoliberalismo y emprendedurismo”/22/11/22). Estas visiones desde luego tienen en común su rechazo al neoliberalismo (o modelo económico que permite estas “desigualdades”) y una visión social de la realidad atacando las decisiones del individuo como forjador de sus propios sueños a pesar de las adversidades o del Estado mismo que burocratiza todo tipo de ayuda. El emprendedurismo no es una mala palabra, tampoco es un mantra o una oración milagrosa para salvar a todos sino una forma de crear oportunidades asumiendo los riesgos y fracasos. ¿Qué otras oportunidades tendrían los peruanos si les hacemos caso a estos modernos estudiosos? Un Estado benefactor, generador de empleo estable, tutor de una economía social que satisfaga todas las necesidades de sus ciudadanos. Un Estado imponiendo a bala la tan mentada igualdad.
Positivamente veamos este reporte:
“De acuerdo con el índice del GEM, cuatro de cada 10 peruanos entre 18 y 65 años realiza alguna actividad emprendedora. Los emprendedores peruanos son 19 veces superiores que sus pares japoneses en cuanto al emprendimiento por oportunidad y 11 veces superiores en cuanto al emprendimiento por necesidad.” (Diario Gestión, 29/08/2013).
Mi consumo cultural y de humanidades, así como televisivo o de programas de internet me da licencia de usuario para desmontar sus posturas utilitaristas como la expresada por Chincha y sus camaradas caviares. “Yo también fui un privilegiado” grita Víctor Caballero (El diario de Curwen), y agradece a su mentor Marco Sifuentes (quien también menosprecia las capacidades políticas e intelectuales de Adriana Tudela o de Lucas Gershi). No me hago bolas entre ver “Al fondo hay sitio” o leer la última publicación del IEP o algún trabajo de Francesca Denegri.
¿Cuál es el argumento más recurrente? Que Giannoti habla desde su zona de privilegios que como otros la tuvo fácil por el apellido o color de piel. Que si se hubiera apellidado Condori o Mamani no estuviera como conductor de televisión. Estas afirmaciones no hacen más que confirmar lo que desde una postura personal (y tal vez sin elementos sociológicos o antropológicos). Giannoti cuestiona ese estancamiento y no intenta burlarse de quienes aún son pobres o menosprecia sus voluntades. Sus palabras recaen en la fortaleza del esfuerzo individual y de las personas (muchísimas desde luego) que han escapado de esas taras de prejuicio. En el entorno donde vivo (una zona de clase media con vecinos de dos pueblos jóvenes pujantes han cambiado radicalmente sus perspectivas. Muchos tienen buenos trabajos en minería o emprendieron un negocio. Sus hijos ya no estudian en colegio público y aspiran a una universidad privada. Mis entornos cuarentones en su mayoría han triunfado en Lima (ocupan cargos en ministerios o empresas privadas) y otros han regresado con maestrías y doctorados a ocupar cargos de alto rango o como expertos consultores en nuestra región. Casi todos tienen un carro nuevo, una buena casa. En las comunidades donde trabajé también pude ver in situ este proceso de desarrollo. Además, esas ganas de los padres desde el oficio o el trabajo que tienen (sea en chacra o de alguna oficina) luchando para que sus hijos tengan un mejor futuro y no esperando nada del gobierno. Espinar es una provincia cusqueña que cambió por la Compañía Minera Antapaccay. No hace mucho celebraron la Expo Feria Internacional Reyes (3 al 9 de enero) donde comerciantes, emprendedores, participaron de exposiciones de ganado, productos lácteos, artesanías, insumos, etc. Un conclave comercial impresionante y con ánimos de fiesta con zapateo incluido de Rosita de Espinar.
¿Ayuda a los pobres ese resentimiento contra la situación que uno tiene? En la Plaza San Martín (y varias zonas del país) se dimensiona ese discurso de odio y se valida la justificación de desempleo, inconformidad y odio visceral contra quienes consideran privilegiados. A Giannotti le reclamaron que si él fuera un –verdadero– triunfador ¿por qué no está en Hollywood?. ¿El Grupo 5 no es acaso el grupo más exitoso de la cumbia peruana? ¿No es el más caro y sus espectáculos están llenos de tecnología y alta fidelidad en el sonido a la altura de un concierto de Coldplay? ¿Acaso la plataforma Avelino Cáceres o la Feria del Altiplano (ambas en Arequipa) o el potencial económico de los Mercados Mayorista Unicachi en Lima no mueven millones de soles y generan miles de puestos de trabajo?
Cuando Tongo cantaba “sufre peruano sufre” pensaba en el carretillero de la esquina, la vendedora de desayunos que madruga, el albañil que se alista a cumplir su faena y las miles de veces que alguien juntaba su platita para jugarse la ruleta de los sueños, su futuro. Cierro con estas palabras de Juan Carlos Valdivia Cano:
El resentimiento es como un boomerang letal. Un odio que puede tener su origen en la realidad o en la fantasía, en una mentira o en una leyenda; pero ante la incapacidad de respuesta sumida en la impotencia puede tener “efectos de verdad” más fuertes que la verdad objetiva misma . ¿Qué diría el resentido si se atreviera a leerse y a hablar?: “Yo sufro, alguien tiene que pagarlo”. O como decía el célebre Alci Acosta: “Y el triunfo mío será, verte llorar gota a gota”.
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