Jorge Varela

Ser comunista hoy

Algo que está más allá del entendimiento humano

Ser comunista hoy
Jorge Varela
17 de diciembre del 2020


El profesor y filósofo chileno Agustín Squella formuló una pregunta clave, de esas que solo un ser pensante, liberal, autónomo, inmune al absolutismo doctrinario está en condiciones de hacer: “¿Qué significa hoy ser comunista?”. Y le agregó una segunda: “¿Pero en qué creen hoy los comunistas? (artículo “Qué significa ser comunista?”.
El Mercurio, 26 de julio de 2019). 

Lo que Squella le ha planteado a los miembros del Partido Comunista chileno es muy simple: ¿todavía creen en la dictadura del proletariado, en la existencia de un único partido que debería controlar a toda la sociedad, en la restricción y eliminación de las libertades para obtener igualdad, en una economía central planificada por agentes estatales omnímodos, en una sociedad marxista en la que no existe Estado ni derecho? En definitiva, Squella dice: “Lo que pregunto es si los comunistas de hoy creen en esas mismas cosas, si creen en ellas con matices; o si creen en algo distinto de lo que pensaron ayer”.

Para quienes conocen a los viejos jerarcas del PC de Chile era evidente que estos iban a escabullirse, como ha sido su habitual comportamiento histórico. Uno de sus reconocidos exponentes escribió, intentando tejer una respuesta: “No es aún, como todos pensamos durante el siglo XX, el anhelado paso del capitalismo al modo de producción que inevitablemente le ha de suceder en la historia. Recién está a medio camino (el pretendido tránsito al comunismo). (economista Manuel Riesco Larraín. El Mercurio, 1 de agosto de 2019). Su famélica y surrealista argumentación prosigue con desparpajo: “Nos inspiramos en la corriente más avanzada del mismo pensamiento liberal e ilustrado de Squella, personificada en Karl Marx”.

Con razón Squella ha señalado en su réplica: “Salvo que no entienda nada de Marx ni del liberalismo, o que me haya encontrado en otro planeta cuando el Partido Comunista impuso en varios países férreas y prolongadas dictaduras, ¿qué parentesco puede haber entre liberalismo y comunismo?” (carta a El Mercurio, 2 de agosto de 2019). Su inquietud, que muchos compartimos, consiste en saber qué están pensando los jóvenes senescentes del comunismo chileno (agregaría peruano, venezolano, cubano, nicaragüense).

Ante una dúplica vaga de Riesco, el citado Squella –insistiendo en su posición– les pide a los comunistas que se hagan cargo, entre otras, de las siguientes cuestiones: “¿Revolución o progresión? ¿Dictadura del proletariado o democracia? ¿Partido único o multipartidismo? ¿Balance entre libertad e igualdad o sacrificio de aquella en nombre de esta?” (carta a El Mercurio, 6 de agosto de 2019).

Lo cierto es que los comunistas nunca han estado en situación de enfrentar este tipo de cuestionamientos, pues se encuentran atrapados por una ideología compuesta de descripciones negras, de profecías fallidas, de declamaciones a falta de argumentos, de fantasías, de conceptos superados, de recetas añejas. La dirigencia comunista no puede tolerar ninguna desviación de su lineamiento ortodoxo central: la siniestra idea marxista-leninista . 

Su apuesta por la tesis rupturista 

Hoy, a cien años de la candidatura presidencial de su líder fundador Luis Emilio Recabarren, el Partido Comunista chileno está apostando fuertemente por capitalizar la movilización social del último tiempo, un escenario que le es propicio para replantear todas sus viejas pretensiones históricas. En el XXVI Congreso, finalizado recientemente, se ha vuelto a utilizar el lenguaje marxista-leninista ortodoxo de siempre, mediante frases como “impulsar la unidad de quienes están por superar el neoliberalismo, sin medias tintas”, “inflingir una derrota estratégica a los clanes económicos, al imperialismo y a las oligarquías políticas”; “rodear con la movilización de masas el desarrollo de la Convención Constitucional” (que comenzará su trabajo en abril de 2021). El documento entregado por el comité central al citado Congreso apunta a una “crisis profunda, larga y cruel del capitalismo globalizado, a la hegemonía transnacional del capital especulativo, tal como lo proyectara Karl Marx”, lo que ratifica su objetivo taxativo de reforzar su postura desestabilizadora del actual modelo. El mismo texto sostiene que: “Chile necesita una ruptura democrática con el sistema que se instaló en el marco de la transición y de la política de los consensos”.

El comunismo no ha cambiado ni cambiará 

“Somos un partido que se esfuerza por llevar adelante su vida bajo las normas del centralismo semocrático… porque las normas leninistas son parte de una tradición revolucionaria” (informe político citado). Es que, como afirmara el periodista Tomás Mosciatti, “en el PC no hay mayor discusión, se toma una decisión y se acabó, si no, se termina expulsado”. A propósito de las declaraciones de algunos jóvenes militantes que disentían de la postura oficial de su partido respecto de la dictadura venezolana (Radiograma. Radio Bio-Bio, 25 de julio de 2019).

En síntesis, el PC no ha cambiado ni cambiará. Según el Premio Nobel Alexander Solzhenitsyn “la esencia del comunismo está enteramente más allá de los límites del entendimiento humano”. (“Mensaje a los trabajadores norteamericanos”. AFL-CIO, Nueva York, 9 de julio de 1975).

Jorge Varela
17 de diciembre del 2020

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