César Félix Sánchez

Piloto de fraude

El caso del centro de votación CETPRO Piloto Femenino del Cercado de Lima

Piloto de fraude
César Félix Sánchez
14 de junio del 2021


La OEA
ha señalado que no existen «graves irregularidades» en la segunda vuelta. Menos mal, ya estamos más tranquilos. Seguramente no hay grandes irregularidades, solo «menores», que en un contexto reñido pueden acabar teniendo resultados «graves» ulteriormente. La neolengua de las burocracias progres aguanta todo. 

Pero la OEA está lejos de ser infalible. Los izquierdistas que ahora la canonizan, la crucificaron en 2019 cuando alertó sobre los supuestos chanchullos electorales de Evo Morales. Quizás ahora no quieren hacer quedar mal a Sagasti, su coleguita globalista, o a lo mejor el amo Biden desea alargar una ramita de olivo al profesor Castillo. Porque estoy seguro de que, aun en una situación idéntica, refrasearían en tonos más siniestros sus declaraciones, si en lugar del profesor estuviera, digamos, López-Aliaga. De la misma forma que, aunque su origen jurídico era el mismo (es decir, una vacancia presidencial decidida por el congreso), Luis Almagro celebró y congratuló rápidamente a Sagasti mientras le hizo la ley del hielo a Merino. 

Llamó poderosamente la atención el caso del centro de votación CETPRO Piloto Femenino del Cercado de Lima. En una mesa, la 033563, Keiko Fujimori tenía 138 votos en el acta de escrutinio, que acabaron siendo computados como 0. Inmediatamente, los «fact-checkers» se apresuraron a decir que esa denuncia era fake news, porque el Jurado Electoral Especial había anulado solo los votos de Keiko, no el acta, porque «la cifra de votos consignados en el acta a favor de Fuerza Popular es mayor a la cantidad de ciudadanos que votaron en esa mesa» en donde «votaron 85 personas en total». Cosa rara, porque el número de votantes de las otras mesas que se presentaron a votar en ese mismo centro de votación no baja de 201. Cabe señalar que, en todas ellas, Keiko gana y Castillo bordea solamente el 25% de los votos. 

El número de votantes totales que la mesa de marras menciona en el acta de escrutinio es 215 (138 para Keiko, 48 para Castillo, 27 viciados y 2 en blanco), pero el problema viene en el acta de sufragio, que está al reverso: allí, se consigna como 85 las cédulas no utilizadas (de las 300 entregadas) pero, por error, se pone también que el número de ciudadanos que votaron es 85. Evidentemente, cualquiera con dos dedos de frente se da cuenta que en verdad votaron las 215 personas consignadas en el acta de escrutinio (300-215=85) y que el 85 es el número de las cédulas sobrantes. Sin embargo, por algún criterio misterioso que me gustaría que algún experto esclarezca, el Jurado Electoral Especial considera que el error material es el de los votos de Keiko Fujimori (¡que es correcto!) y no el del número de ciudadanos que votaron (¡que es donde está el evidentísimo error!) y por eso la castiga quitándole sus votos y otorgándole 0 en el acta. Si el principio supremo es proteger el derecho al voto, aquí el Jurado falló privando de su derecho a 138 ciudadanos. 

Lo curioso es que esta mesa es la única del centro de votación donde hubo un personero de Perú Libre en el momento de llenar el acta (errada) de sufragio, como puede verse por su firma. ¿Mera casualidad? No lo creo. También es interesante comprobar que Fuerza Popular no tuvo ningún personero en ese centro, según las actas. 

La pregunta que cae de madura es la siguiente: si así le fue a FP en un centro de votación del cercado de Lima, con estos posibles microfraudes sutiles, ¿qué habrá pasado en el resto del país, especialmente en el sur? Me consta por testimonio de primera mano, que los simpatizantes de Keiko Fujimori y de Rafael López-Aliaga en el área del valle del Colca, en la provincia de Caylloma en Arequipa, eran reluctantes a ser personeros en la segunda vuelta, por miedo a ser reconocidos y agredidos por los simpatizantes de Castillo. La presión comunitaria y la ausencia de personeros de Fuerza Popular muy probablemente han dado sus frutos para el lápiz en amplios espacios geográficos, donde la derecha, si bien es minoritaria, no es tan insignificante como parece. Si a eso se le añade el llamamiento de Perú Libre a sus militantes para ser miembros de mesa suplentes voluntarios para «bajarse mesas», pues la cosa pinta castaño oscuro. 

Pero el progresismo local parece querer hacernos creer que cuestionar las triquiñuelas, errores y aberraciones electorales que ocurren a los 3,000 metros sobre el nivel del mar es “racista”. El doble rasero es, una vez más, evidente.

César Félix Sánchez
14 de junio del 2021

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