Heriberto Bustos
MigueI Grau, Almirante
Ejemplo de valor moral y cumplimiento del deber

Salgamos un poco de los grises acontecimientos suscitados la semana pasada, de la interesada lucha por el poder y del profundo daño causado a la democracia por la forma en que se vapuleó nuestra Constitución con el solícito aval de las Fuerzas Armadas. Es un buen momento para rememorar un aniversario más del histórico 8 de octubre de 1879, evocando a los héroes de la guerra con Chile, personificados en Miguel Grau, de quien Jorge Basadre(1), criticando el proceder de la clase política de entonces y la forma irresponsable —por decir lo menos— en que asumieron el manejo de dicha confrontación, señalara: “Como del carbón sale el diamante, así de la negrura de esta guerra sale Grau”, subrayando que “La gloria de Grau no es sola la del 8 de octubre. Es muchos días, semanas y meses antes, cosa cotidiana, tarea menuda y trabajo sin cesar”. Nada más cierto, en tanto la excelencia no es un acto, es lo que hacemos todos los días y en cada momento.
Para recordar algo de su vida, mencionaremos que nació en Piura, el 27 de julio de 1834, hijo de Juan Manuel Grau y Berrío, nacido en Cartagena (Colombia) el 15 de agosto de 1799. Luchó por la independencia del Perú en el ejército de Sucre y estuvo en Junín y Ayacucho, llegando a ser más tarde empleado de la aduana de Paita. Ejemplo como paradigma de existencia lo tuvo en su padre y su audacia encontró en las circunstancias adversas del país una oportunidad que lo convocaría a comprometerse en su solución. Sabía al igual que Dostoievski(2) que “El secreto de la existencia humana no solo está en vivir, sino también en saber para qué se vive”.
En la actual coyuntura, sus huellas —borradas tanto por el tiempo, como por nuestras malas acciones— nos restriegan en el rostro y en el alma patrones de comportamiento de los que debemos apropiarnos para ser los peruanos que el país necesita. No nos invita al sacrificio de nuestras vidas, sino tan solo a transparentar el “alma” dejando de hablar para empezar a caminar. Allí está el valor moral (honestidad, respeto) la capacidad profesional (buen subordinado, excelente jefe), el cumplimiento del deber (seriedad y capacidad de decisión), la tolerancia (consideración), la sumisión al bien común, su proceder familiar y su formación religiosa. Es difícil emularlo, pero resulta necesario para salir de la deshonra en que nos encontramos.
José Gálvez Barrenechea(3), en uno de sus cánticos escribiría:
Fuiste la encarnación del sacrificio.
Fuiste la encarnación de la esperanza,
y como Cristo
bien sabías que te sacrificabas.
Como a un gran corazón
iba hacia ti la sangre de la patria,
que su dolor sentía en tu dolor,
que por ti palpitaba,
y que confiaba en ti su salvación.
Junto a Grau, la Guerra del Pacífico, convocó a muchos personajes que con su coraje alcanzaron la gloria, allí están entre otros, Bolognesi y Ugarte, que supieron entender el verdadero significado de la libertad y la democracia, utilizando capacidades críticas, a pesar de las discrepancias de entonces. Y siendo minoría, optaron por legarnos a la vez una gran lección. recalcada en otro momento por John Calvin Coolidge(4): “Sería una necedad pretender que el pueblo no pueda cometer errores políticos. Puede cometerlos, y graves. El pueblo lo sabe y paga las consecuencias; pero comparados con los errores que han sido cometidos por cualquier género de autocracia, estos otros carecen de importancia”. Aunque las consecuencias las sentimos todos.
1 Historia de la República del Perú 1822-1933 (T. VII).,
2 Fiódor Mijáilovich Dostoyevski 1821-1881 (Ruso) uno de los más grandes escritores de Occidente y de la literatura universal.
3 Oda pindárica a Miguel Grau.
4 Trigésimo presidente de los Estados Unidos (1923-1929).
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