César Martín Peñaranda
Los retos de la política económica
Tres observaciones al plan de estímulo económico
Tres observaciones al plan de estímulo económico
Interpretamos la acción del Ejecutivo, con su anunciado plan de estímulo económico, como una respuesta a la preocupante ralentización de la demanda interna, que tocó su punto más bajo desde el 2009 en el cuarto trimestre del 2016, con 0.1% de crecimiento o incluso cayendo 2.4%, si se excluyen los inventarios. Pensamos que el paquete es interesante en su conjunto, aunque queda pendiente el detalle de cuál será la fuente de los recursos (¿presupuesto?, ¿FEF?), pues coadyuva a aliviar las expectativas menos optimistas de los agentes económicos. Destacamos la aceleración de obras por impuestos y el estímulo a la inversión minera de la mano de un Fondo de Adelanto Social. Sin embargo, hay tres puntos que debemos subrayar y en los que profundizaremos a continuación.
En primer lugar, recordemos que el Perú tiene más de dos décadas de impecable estabilidad macroeconómica, ganada a pulso y reflejada en el rating de las calificadoras de riesgo, dos a tres veces por encima de grado de inversión. Por ello, resulta curioso escuchar a analistas afirmar que se posee un mayor margen de gasto bajo el argumento de que la deuda pública y déficit fiscal representan únicamente 25% y 2.7% del PIB, respectivamente. Ignoran completamente lo acontecido en el mundo desarrollado durante la última década; Europa y Japón, por ejemplo, economías altamente endeudadas y aún así estancadas secularmente por falta de convicción en el impulso a reformas que incrementen la productividad.
En segundo lugar, la política pública puede estar bien planificada, pero su eficiencia será seriamente afectada si no se ejecuta correctamente. El año pasado la ejecución de la inversión pública a nivel país fue de 70%. Asimismo, por definición una política fiscal expansiva, en particular si tiene focos específicos, más allá de la inversión en infraestructura, siempre traerá distorsiones en las principales variables macro, tasa de interés, tipo de cambio e inflación, que pueden desplazar el accionar del sector privado.
En tercer lugar, afiancemos dos cifras cruciales: el sector privado representa aproximadamente el 80% del producto nacional, así como la inversión privada el 80% de la inversión total. Además, prosigamos con datos concluyentes. Si obtenemos la correlación entre inversión pública y PIB, bordea el 21% para los últimos diez años (2007-2016) y alrededor de 26% para los últimos 15 (2002-2016). Haciendo el mismo ejercicio entre inversión privada y PIB obtenemos 96% y 94%, respectivamente; resultados contundentes que apuntan a una conclusión elemental, la aguja la mueve el sector privado, en particular la inversión privada.
Nuestra intención no es desestimar una acción de estímulo fiscal requerida en el contexto actual, sino más bien afianzar la relevancia de la inversión privada y la incesante búsqueda por delinear la receta que la dinamice en el mediano plazo. Seguiremos insistiendo en la reforma institucional (ver columna anterior) y construcción de capacidades dentro de los distintos niveles de gobierno.
Finalicemos igualmente analizando la reciente decisión del BCR de mantener su tasa de interés de referencia en 4.25%, correcta a nuestro juicio. Un contexto de recorte de estimados de crecimiento para el 2017, además con una inflación subyacente dentro del rango meta, podría servir de base para aplicar un política más laxa en futuras sesiones, la cual —en nuestra opinión— igualmente ignoraría tres fundamentos básicos. Primero, que la inflación tiene tres años consecutivos cerrando por encima del rango superior. Segundo, el contexto internacional actual con una inminente alza en la tasa de interés de la FED dando inicio a un ciclo más contractivo, puede generar presiones al alza en el tipo de cambio. Tercero, el mismo accionar de la autoridad monetaria estadounidense podría gatillar comportamientos similares en países como China, como ya ha ocurrido, potencialmente exacerbando las expectativas de depreciación de nuestra moneda, dados los efectos sobre el precio de los metales.
César Martín Peñaranda
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