Manuel Bernales Alvarado

La pandemia evidencia intereses y objetivos en conflicto

¿Quién sabe cuándo será el día después de mañana?

La pandemia evidencia intereses y objetivos en conflicto
Manuel Bernales Alvarado
23 de abril del 2020


Mientras se trabaja para aplicar medidas sociales, domiciliarias y administrativas en el sistema de salud –y vienen las de activación económica– futurólogos y adivinos privados y públicos no dan en el clavo: basta ver las declaraciones de gobernantes, profesionales y periodistas de Asia, América del Norte y Europa. Por eso, es más más importante no dejar para mañana lo que se debe y puede hacer hoy.

La pandemia evidencia intereses, objetivos y estrategias en conflicto. Desde áreas donde moran comunidades de pueblos indígenas, ribereños y empobrecidos urbanos de la Amazonía, hasta las alturas mundiales de poder, pasando por áreas rurales y urbanas intermedias así como las ciudades más grandes.

Los eslabones de cadenas sociales, económicas, culturales, políticas y morales se han roto o sufrido una grave mella que probablemente continuará. Hoy más que antes vemos TV y usamos Internet, lo que ha facilitado observar casos reales y concretos del daño múltiple a sociedades y personas, cuyas causas o factores determinantes difieren según programas, autores, patrocinadores, intereses de actores en conflicto: CNN vs FOX, TELESUR vs los anteriores, CCTV de China vs BBC del Reino Unido, Butters vs todos los demás.

Las redes de varones y mujeres profesionales, ciudadanos, activistas sociales (en nuestro país de variado cuño), han aumentado significativamente. Las tendencias no dejan de estar presentes en Facebook y periódicos, cerca de 56 en todo el país, muy pocos de éstos son prensa responsable, porque muchos son incalificables. También portales de derecha, centro o izquierda, han aumentado con sustento científico, racional pluralismo y diversidad de posiciones en muchos asuntos. Esas herramientas TIC suelen usarlas los voceros de tendencias de la sociedad y Estado.

En medio de multicolores opiniones e intereses, hay elementos de juicio, diagnósticos, proyecciones y propuestas de acción o mejoramiento que deben ser puestos en relieve. Asumo, grosso modo, las concepciones de Bien Común, bienes y servicios públicos esenciales expuestos hace muchos años en planteamientos del sistema de las Naciones Unidas: sus órganos, agencias especializadas, programas y comisiones así como institutos y universidades; en particular sobre Desarrollo Humano Sostenible, desde 1990, y Seguridad Humana, desde 1994. Se han aplicado en muchos países por gobiernos –en lo civil e inclusive policial y militar–, empresas, universidades y organizaciones sociales territoriales y funcionales, como oenegés; asimismo por movimientos sociales y partidos políticos. Hay enfoques, metodologías, variables e indicadores que permiten priorizar acciones, lo que significa postergar u otorgar menos peso a otras, de modo general o temporal, según la estrategia de aplicación. Quiero aquí exponer algunas con ánimo constructivo y crítico. 

Mientras que la Constitución no establezca un “combo” o composición de servicios básicos sanitarios y económicos esenciales –agua potable, desagüe y manejo o gestión de residuos sólidos diversos (“basura” en la acepción tradicional ya superada)–, lo que se hace en sanidad urbana y rural seguirá con enfoques e intereses pasatistas, ineficientes y fuente de corrupción que todo el mundo sufre y conoce, con riesgo de perpetuarse por acciones vigentes en costa, sierra, Amazonía y Altiplano (Puno). 

Hoy la “basura” es fuente de trabajo, no solo al precario nivel de recicladores, sujetos a graves enfermedades y explotación que también se conoce; también de producción de otros bienes y servicios, así como de integración con redes de energía, sobre todo limpias, bajas en carbono, porque es un insumo, y otras en mejor proceso de su tratamiento desde distintas fuentes, domiciliarias y hasta militares y policiales. Hoy la “basura” es uno de los principales contaminantes de todo el Perú, agravado por otros causantes de daños al ser humano y al ambiente natural. Hay variable causantes, aumento de población, de la informalidad y de una economía del desperdicio e irresponsabilidad, salvo excepciones como las del movimiento empresarial y grupo, pequeño aún, de “Empresarios por la Integridad” que impulsó Óscar Espinosa Bedoya desde Ferreycorp y otros asociados en una nueva universidad y otras pocas. 

Aun cuando el Congreso no haga nada, esta innovación, el “combo” puede ser incorporada por los tres niveles de gobierno en programas de inversión nuevos o que deben renovarse porque andan paralizados, en Piura, Lambayeque, Loreto, Iquitos, Cuatro y Cinco Cuencas, porque el “cierre de brechas” no es asunto de corto plazo: va más allá del Bicentenario de Ayacucho en 2024. Su aplicación se facilitaría si se impulsan programas como “tambos” en una estrategia de creación de nodos en zonas territoriales periféricas a las ciudades principales en cuando menos 18 departamentos, no solo para prestar servicios como los que se estableció en su comienzo, sino para ser una suerte de “centrales de herramientas y máquinas para la inversión trabajo”. Nada nuevo, mutatis mutandi, serían como “centrales de cooperación popular” de los años sesenta, que colegas profesionales y políticos de esos años llevamos a programas exitosos en otros países con auspicios de la OIT, el UNICEF, el PNUD o la UNESCO y que documentaron a su tiempo, con antecedentes de la Misión Lebret en África y América Latina, Matilde Savoye en el Perú; el arquitecto y planificador Jorge Cabrera Gómez lo aplicó en América Central y en el África; antes, funcionarios del Ministerio de Obras Públicas, del INP, de la Escuela de Economía y Humanismo, IRFED, de la UNI, la UNA, y del Instituto de Promoción Humana que se convirtió en DESCO, sistematizaron esa política y modo de gestión. 

Los neo tambos deberían ser enlazados por “PIAS terrestres” a semejanza de las navales que tenemos en Loreto accionadas por la Marina de Guerra del Perú, pocas aún y que pueden ser dimensionadas al área de operación. Lo que completaría el “combo” o paquete de servicios esencial a que toda persona y ciudadano mujer o varón del Perú tiene derecho.

Para hacer algo como esto dinero sobra, no se usa bien y “revierten” millones de fondos transferidos: no se necesitaría venta de bonos ni donaciones, símbolos políticos. Sólo se requiere “usar el pensamiento lateral”, repensar lo que hacemos y decisión política acompañada de educación, no solo propaganda gubernamental, menos aún si es de corte urbanícola para segmentos o niveles de población A, B y parte de C+. 

No hacer cambios posibles y necesarios podría acercarnos al parque jurásico, que será caldo de cultivo para incendiarios, congelados y podridos que señalaba Basadre, y pondrá en precario lo que se ha avanzado en estos años, pese a una matriz constitucional privatista, de los años corsi, a la derecha; después de un corto e insólito período de ricorsi, a la izquierda. 

¿Qué hemos aprendido? Que ningún modelo unilateral funciona más allá de pocos años, la URSS duró 70 años, China pasó de la hambruna de Mao --que mató a más chinos que la segunda guerra mundial a personas de muchas naciones--, al capitalismo con partido único dirigido por Deng, pero siguió siendo ejemplo para muchos ¿lo será también hoy? 

Los modelos que funcionan se cierran o se abren según períodos internos y ahora globales, aprovechando la gestión y propiedad privada o la planificación, normación y gestión estatal para lo que se requiere gente preparada y no amigos del terruño o nuevos trepadores de la pirámide, título de un viejo libro usado en la primera promoción de ciencias sociales de la Agraria y de la PUCP. 

Pero hay peligros pre pandémicos: el suicida empeño de destruir el sistema internacional multilateral ¡en vez de mejorarlo! Esta reflexión se debe también a conocimientos y experiencias empleados por más de 250 profesionales que trabajamos para el Proyecto de Ley General de Salud hasta 197-77 y algunos después, combinando instituciones privadas territoriales y funcionales con Estado, inclusive con hipótesis de desastres y graves zoonosis, las de esa época, en el marco de la doctrina entonces vigente de desarrollo y de seguridad nacional, como recordé en artículo previo.

Manuel Bernales Alvarado
23 de abril del 2020

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