Renatto Bautista
Israel y Ucrania no deben ser la Constantinopla del siglo XXI
Occidente ante una responsabilidad histórica

Ucrania, como todos sabemos, libra una guerra de defensa contra el invasor ruso desde el 24 de febrero de 2022. De manera estoica, resiste un conflicto que medio planeta afirmaba que Rusia ganaría en dos o tres semanas. Lo cierto es que esta es la guerra más larga que la Rusia de Putin ha soportado. Además, es válido mencionar que Samuel Huntington, en su inmortal obra Choque de civilizaciones, predijo que este enfrentamiento ocurriría porque Ucrania es frontera entre dos civilizaciones. También señaló que Occidente debía apoyar a Ucrania, y sobre todo esto último considero que es cierto, porque Ucrania siempre ha deseado ser un aliado incondicional de Occidente.
El otro caso similar es Israel: un pequeño Estado, pero la única democracia representativa en Medio Oriente, que siempre ha sido aliado incondicional de Occidente. Israel es, además, el muro de contención frente a los extremos que han existido en el islam. Por eso, los occidentales que no entienden la razón de ser de Israel como Estado lo hacen por dos motivos: ignoran completamente el agujero negro de maldad que representó el Holocausto y desconocen que la historia, tradiciones y valores del islam son incompatibles con lo que representa Occidente.
Por esa razón, Occidente no debe repetir el error del 29 de mayo de 1453, cuando prestó escaso apoyo a Constantinopla ante el asedio y posterior caída en manos de los turcos otomanos. No debemos olvidar que el Imperio Romano de Oriente fue durante siglos el muro de contención frente al islam. En esa misma lógica, Occidente debe apoyar con firmeza tanto a Israel como a Ucrania, porque permitir que los terroristas de Hamás destruyan Israel o que Rusia ocupe toda Ucrania sería una derrota histórica para Occidente, solo comparable con la caída de Constantinopla el 29 de mayo de 1453. No se debe repetir la historia.
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