Gerentes confundidos

Es muy peligroso lo que Dinesh D´Souza, pensador indo-americano, denomina “políticas identitarias”;, sobre todo en el Perú. Eso de “minorías vulnerables” es puro victimismo y paternalismo. Todos los peruanos, sin distinción, quieren ser tratados como iguales, sin ser considerados “vulnerables” o inimputables. Quieren trabajar, quieren comer, no quieren ser asaltados, quieren tener agua, quieren tener oxígeno, quieren educar a sus hijos y quieren ser felices como cualquiera. La izquierda neomarxista caviar y los liber-progres, grandes perdedores de la elección, han querido exacerbar diferencias en raza, éxito económico, idioma, sexo, etc. para enfrentar a los peruanos en una versión hiperfragmentada de la lucha de clases, en lugar de unirnos e integrarnos.

Dejémonos de anacrónicos clichés culposos como “culpa de los españoles”, “culpa de Occidente”, “culpa de los ricos”, “culpa de los empresarios”, “culpa del capitalismo” o “culpa del patriarcado”, que son las clásicas muletillas pseudo académicas de intelectuales mediocres progres enjaulados ideológicamente y endiosados por medios aún más mediocres. E hipotecados a oenegés financiadas con los presupuestos corporativos que les dan algunos gerentes “activistas” que son, como decía David Brooks en el libro Bobos in Paradise, una mezcla de bohemio progre con MBA de Stanford.

Muchos de ellos, son motivados más por un esnobista afán de figuración en el ecosistema mediático controlado por el establishment progre que por una sincera y eficaz preocupación por temas sociales y ambientales. Algunos de estos gerentes con ego hambriento y con poca personalidad, actúan en la práctica como ventrílocuos solícitos y rentados de los poderosos, mercantilistas y excéntricos neo-hippie tycoons de los llamados Big Tech, Big Finance y Big Pharma que quieren dinamitar valores como la familia y la patria para reemplazarlos con un secularismo cibernético, materialista y hedonista. Estos gerentes “confundidos” se convierten en tontos útiles que han ayudado a los intelectuales y académicos progres a taladrar en el cerebro de las juventudes de clase baja, media y alta una monumental cantidad de mentiras y apócrifas narrativas históricas inoculando sentimientos de culpa en los sectores A-B así como resentimiento y victimismo en los sectores C-D y E.

Hijos de provincianos como Gastón Acurio y Carlos Añaños no alcanzaron el éxito victimizándose, todo lo contrario. Trabajaron y estudiaron duro, orgullosos de sus raíces andinas y europeas, sin complejos, sin pedir cuotas étnicas etc. En otro espectro, limeñas como mi brillante ex alumna de la Pacífico, la bailarina Vania Masías, no dejó el Cirque du Soleil para ayudar a los niños de la calle creando una ONG de danza por sentimientos de culpa. No, Vania lo hizo porque quiere al Perú y a su gente. No trataba a sus alumnos como “pobrecitos”. Por el contrario, los exhortaba a trabajar duro y a esforzarse, tratándolos con respeto, pero con exigencia. Nada de lloriqueos y autocompasión dado que así se crean esclavos o masas mendicantes de bonos y cupones de comida como en Cuba y Venezuela. 

Tanto el imperio incaico como el español fueron fuerzas civilizadoras ganadoras y con alta autoestima. Nuestros incas aprendían y asimilaban de otras culturas, sin complejos y con sabiduría. Por eso adoptaron la orfebrería chimú, los sistemas de irrigación de los nazcas y el alfabeto occidental, como lo hizo el Inca Guamán Poma de Ayala al ver que era práctico y eficaz. Del mismo modo, el mundo occidental tomó de los griegos la democracia, de los árabes las matemáticas y de los incas modelos económicos que se insertan armoniosamente en el tejido ambiental.

La mejor manera de ayudar a los menos afortunados es creando empresas y trabajo formal decente. Nada de paternalismos ni de pobrecitos, el pueblo peruano quiere respeto, quiere trabajar y quiere triunfar. Ayuda, por supuesto que sí, principalmente para los niños, para los enfermos y para los ancianos. Lo demás es demagogia victimista, culposa y estéril, creadora de espíritus fracasados, resentidos y parasitarios ávidos de dádivas estatales o puestos públicos improductivos. y resulta imposible crear un gran país con esa mentalidad.

Desde el gobierno de Humala se desaceleró el crecimiento y se volvió a inocular el victimismo y los sentimientos de culpa, tan nefastos para el subconsciente colectivo de los peruanos. Me acuerdo que en el 2010, luego de cuatro años de crecimiento, de haber firmado el TLC con EE.UU., de haber logrado el grado de inversión, y de haber reducido en 20% la pobreza, un amigo danés (casado con peruana) nos convocó a hacer un excelente, positivo e irónico vídeo de un minuto llamado “The peruvian dream”, dirigido al mundo anglosajón, donde hordas de europeos y gringos venían en balsas como ilegales al Perú para lograr el “sueño peruano” . El ambiente era muy positivo y mis alumnos ya no me decían “voy a ser exitoso a pesar de ser peruano” sino que me decían “voy a ser exitoso porque soy peruano”. En suma, se había instalado una mentalidad ganadora y con alta autoestima en la mayoría de peruanos.

Lástima que ese proceso virtuoso se detuviera con la mediocridad de Humala, el esnobismo-academicista-lobbista ineficaz de PPK, el engaño sórdido de Vizcarra y la parálisis gerencial ideologizada de Sagasti. Se han perdido diez años. Despertemos, peruanos, elijamos bien esta vez para que la visión de grandeza del Perú, fusión de lo inca y de lo español, soñada y sentida como una utopía posible por nuestro primer cholo power, el Inca Garcilaso de la Vega, se haga realidad de una vez. También contribuyamos a reducir la confusión de algunos gerentes del victimismo y de la autoflagelación culposa.