Heriberto Bustos
Fiestas diferentes unidas por el tiempo
Las celebraciones del Corpus Christi y el Inti Raymi

En estos días se celebran —en distintos puntos del país, pero con mayor incidencia en el Cusco— dos fiestas muy importantes para la feligresía: el Corpus Christi y el Inti Raymi. Si bien pertenecen a diferentes culturas, sus actuales características son producto del sincretismo religioso; vale decir de la “mezcla” o encuentro de concepciones religiosas distintas, que con el transcurrir del tiempo se han ido acercando para finalmente formar parte de un todo común.
Estas fiestas expresan la unión de dos culturas con características religiosas muy particulares: la cultura inca y la occidental. Recordemos que la primera tenía varios dioses vinculados con la naturaleza: el sol (Inti), la luna (Quilla), la tierra (Pacha Mama), el lago (Cocha), los cerros (Orco), entre otros, siendo el sol su principal o más importante deidad. Con el arribo de los españoles se les fue imponiendo la presencia de un Dios cristiano, cuya aceptación no significaría que nuestros antepasados olvidaran por completo la veneración de sus propias deidades.
De modo que el Corpus Christi, de origen occidental, se fue adaptando a las creencias locales. Su festejo este año, se inicia el miércoles 19 de junio (la fecha varía cada año) con la tradicional entrada de los santos, los cuales son trasladados desde sus iglesias a la Catedral, acompañados de creyentes y al compás de la música y otros detalles adicionales, convirtiéndose en una atractiva ceremonia. Al día siguiente se realiza la procesión de las distintas imágenes que salen de la catedral para ser veneradas, encabezada por una carroza de plata que porta la Custodia. Retornarán al mismo recinto para permanecer hasta la “octava” y volver a sus iglesias de procedencia.
María Rostworowski en su obra Pachacutec, al referirse al Inti Raymi señala que coincidía con el solsticio de invierno (23 de junio) “En el Coricancha colocaban escaños ricamente adornados, las estatuas de Punchao Inca, o sea del Día y del Hacedor, alrededor de las cuales ofrendaban los sacerdotes pidiendo que la gente se multiplique y que siempre haya comida; el Inca con todos sus deudos pasaba un mes en Mantucalla…”. Para los Incas, las momias de los soberanos eran criaturas vivas; tras la muerte continuaban siendo los líderes de su familia o panaca, e incluso con la ayuda de sus sacerdotes pronosticaban el futuro y daban consejo a los vivos sobre los asuntos de actualidad. Después la llegada de los españoles, las momias de los soberanos incas o mallquis, fueron perseguidas y finalmente confiscadas por la extirpación de idolatrías.
En el Inti Raymi (fiesta del sol), coincidente con el Corpus Christi, los incas celebraban a sus antepasados sacando sus momias del Coricancha para pasearlos y festejarlos en el día del solsticio de invierno. De allí que no les resultaría nada difícil “esconder” sus creencias ante la imposición occidental de la fiesta cristiana, produciéndose lo que se denomina el sincretismo religioso.
Dos festejos, dos mensajes diferentes que al final encontraron puntos de convivencia.
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