David Auris Villegas
El legado pedagógico de Fernando Condorcanqui Bastidas
Nuestro mejor homenaje a Fernando Condorcanqui es difundir y leer sus hermosas cartas

Una decepción amorosa me había hecho padecer y sentía que la vida había sido injusta conmigo, pero al conocer la historia de Fernando comprendí lo que es el verdadero sufrimiento. Por eso escribo este artículo en su memoria, como ejemplo de resiliencia y diálogo respetuoso, valores esenciales a potencializar en la educación.
Ahora, con la repatriación simbólica de los restos de Fernando Condorcanqui Bastidas al Cusco, muchos políticos buscan ganar popularidad, sin reconocer que el intelectual español Aldo Olcese Santonja fue uno de los primeros impulsores de esta iniciativa en el año 2020. Lo más preocupante es que estos políticos no resaltan el legado educativo de Fernando ni promueven la enseñanza de sus cartas en las escuelas, ignorando su mensaje de vida, libertad, esperanza y perdón.
Por cosas del destino, Fernando, aproximadamente a los diez años en 1781, presenció el salvaje descuartizamiento de sus padres, hermanos y familiares. Después de esta horrorosa barbarie, fue sentenciado a prisión perpetua y encerrado en las mazmorras lúgubres de España.
A pesar de una infancia marcada por el dolor, Fernando fue libre en su espíritu, como demuestran sus cartas, convirtiéndose en un símbolo de resistencia y resiliencia. Su vida demuestra que es posible conservar sus ideales, incluso en la soledad y la humillación pública, inspirando a otros a enfrentar la adversidad.
En su batalla por la sobrevivencia en un mundo hostil, Fernando nunca renunció a su identidad ni a su origen. Siempre valoró la gesta revolucionaria de sus padres, pues amaba la libertad. Gracias a la educación, aprendió a leer y, con perseverancia, escribió cartas en las que solicitaba con humildad su liberación, piedad y trabajo a tres reyes de España, quienes parecían ignorar la existencia de los derechos humanos para las personas humildes.
Conmovido por el viacrucis de privaciones y pobreza que padeció Fernando, el reconocido historiador Óscar Cáceres Quispe recomienda que el Estado peruano implemente políticas públicas y educativas para reducir la anemia en la primera infancia y la niñez. Además, sugiere garantizar una educación de calidad para todos los niños, adolescentes y jóvenes, con el objetivo de lograr una mejor calidad de vida para todos.
Para concluir esta breve reflexión, considero que nuestro mejor homenaje a Fernando Condorcanqui Bastidas es difundir y leer sus hermosas cartas. Por ello, hago un llamado al Gobierno y al ministro de Educación a ponerlos a libre acceso del público e incluirlos en el currículo de la educación básica, con el propósito de formar ciudadanos críticos, empáticos y más justos.
COMENTARIOS