César Martín Peñaranda
Dime con quién andas y te diré quién eres
La importancia de una política de selección de nuestros socios comerciales
La importancia de una política de selección de nuestros socios comerciales
Una reforma de segunda generación trascendental, en la que el Perú ha evidenciado un incuestionable progreso en los últimos 25 años, es la de liberalización y apertura comercial, que ahora está consolidándose con la incesante búsqueda de tratados de libre comercio (TLC), tanto bilaterales como multilaterales. Esta labor incansable debe continuar, mirando permanentemente al mundo como mercado, con una política comercial explícita que priorice a aquellos países y/o regiones que liderarán el crecimiento y demanda global. De esta forma se dará espacio a la definición de un plan de acción que, en lugar de seleccionar discrecionalmente industrias o sectores ganadores —aplicando luego políticas poco fundamentadas— identifique a los perdedores dentro de un marco que reconozca las nuevas megatendencias mundiales, dotando al mercado de esta información como elemento básico de una necesaria agenda interna procompetitividad.
Para ello necesitamos precisar qué naciones y regiones merecen nuestra mayor atención. Y pensamos hay tres interrogantes cuyas respuestas absuelven esta duda: ¿Cuál es la dimensión del mercado objetivo y la porción en edad productiva que permite impulsar su crecimiento y demanda en el mediano plazo? ¿Cuál es su nivel promedio de ingreso disponible? ¿Qué capacidad de ahorro tiene para sostenerse como socio potente, y qué nivel de sofisticación para demandar y ofertar una gran variedad de productos y servicios?
Estas interrogantes pueden responderse sobre la base de un indicador que se sustenta en tres pilares: escala, capacidad adquisitiva y penetración. El primero considera el tamaño de la población, ajustado por aquella en edad de trabajar (15-64 años). El segundo atañe al poder de compra (PIB per cápita). Finalmente, el tercer pilar concierne a la sostenibilidad adquisitiva y productiva (ahorro), pero igualmente ajustada por un grado de sofisticación (urbanización).
Los resultados son contundentes. China, con un ratio de 36.9, lidera el ranking global por mucho, seguido de Estados Unidos (17.6), Japón (7.4), India (5.1), Alemania (4.9), Rusia (4.6), Corea del Sur (3.7) e Indonesia (3.1). Podemos a continuación desmenuzar a cada país en los distintos frentes. Tomando a India de ejemplo, con la que actualmente se negocia un TLC, posee la segunda mayor población del mundo, pero al mismo tiempo menos del 70% de la capacidad adquisitiva peruana y una economía aún muy dependiente del sector terciario informal. Aun así, el análisis debe ser siempre dinámico y se espera que el tigre asiático alcance el tercer puesto en el mediano plazo, sustentado en su dinamismo económico, con reformas de por medio y bono demográfico.
Si nos enfocamos en los acuerdos multilaterales, el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), aparentemente una oportunidad perdida por el reciente retiro de Estados Unidos, registra un ratio de 34.5 (sin Brunéi), pero representa únicamente el 55% del resultado de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés), conformada por Australia, China, Corea del Sur, India, Japón, Nueva Zelanda y los países del ASEAN (sudeste asiático), que obtiene un 62.8 (sin Brunéi y Myanmar). Es evidente que la presencia de los países del noreste del Asia (China, Corea y Japón) e India definen buena parte del peso del indicador del RCEP; pero no podemos dejar de resaltar a los del ASEAN, que ostentan un ratio superior al de todo Latinoamérica en su conjunto, basado en la solidez de sus tres pilares: la dimensión y estructura demográfica, su crecimiento económico y capacidad de ahorro.
Queda establecida la trascendencia de una política que otorgue un alto grado de relevancia a cada socio o potencial socio comercial. No solo para redirigir la consecución de más acuerdos, ya sea unilateralmente o en bloque (caso Alianza del Pacífico), sino también para optimizarlos eficientemente, reconociendo las oportunidades y principales fuerzas de mercado que deben regir una adecuada agenda interna procompetitividad, que potencie la oferta exportadora y la inversión privada.
César Martín Peñaranda
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