Heriberto Bustos
De los errores al acierto
Planteando soluciones a la crisis política

El momento o circunstancia que atraviesa el país está marcado por una serie de situaciones económicas y políticas cuya exigencia, en términos de respuestas inmediatas por parte de la administración estatal, viene siendo pospuesta. Las prioridades del Gobierno revelan una lectura y comprensión equivocada de la coyuntura política, que explicaría las serias limitaciones de gestión y el temor a resolver los problemas, a pesar de contar con los instrumentos adecuados.
Para muchos peruanos la imagen de desgobierno se evidencia en algunas señales: conducción con un telón de fondo irónico, que visualiza una especie de deshoje de margaritas, tras el “cierro o no cierro el Congreso”, o “me voy antes o después del 2021”, acompasado con un monótono y aburrido leit motiv: “el pueblo lo pide”; irrespeto e intolerancia de y con la población (muestra de ello es la protesta en el sur contra Tía María que bordea los 45 días de pulseo). En cuanto a lo ético, campean los “destapes” sobre corrupción con y sin Odebrecht, cuya posta en la delación ha sido asumida por sus cómplices Graña, ahora “colaboradores eficaces”. Y para no desentonar, tentados por el adelanto de las elecciones, así como por la oportunidad y posibilidad de “ganar a río revuelto”, mostrando desinterés por lo que viene ocurriendo (salvo honrosas excepciones), decidieron lanzarse a la campaña electoral personajes de conocida trayectoria, como Raúl Diez Canseco, Alfredo Barrenechea, Yonhy Lescano, Julio Guzmán, Daniel Salaverry, Roque Benavides, Jorge Nieto y Fernando Cillóniz.
En ese contexto, surgen voces tardías pero, en fin, voces discordantes con el redoble anticongresal: los presidentes del Tribunal Constitucional recuerdan que un jefe de Estado tiene facultad para presentar reformas constitucionales, pero no puede oponerse a lo que decida el Congreso y el Poder Judicial. Además, existen severos cuestionamientos al acuerdo de colaboración con Odebrecht y a los excesos en cuanto a pedidos de prisión preventiva por parte de la Fiscalía. Y algunos periodistas empiezan a despojarse del corsé que les imponen sus empleadores.
Gobernar en circunstancias de crisis consiste en mostrar capacidades para administrar, conducir y guiar (en suma, presidir); y en sociedades democráticas asumir la defensa y fortalecimiento de ese sistema político, para lo cual es menester no distanciarse de dos pilares: los valores y el respeto de las leyes. Son aspectos que fueron subrayados por filósofos, pensadores y estadistas, como es el caso de Confucio(*) quien advertía: “Aquel que gobierna por medio de su excelencia moral puede compararse a la estrella polar, que permanece en su sitio en tanto todas las demás estrellas se inclinan ante ella”; y Benito Juárez(**), que aclaraba: “El primer gobernante de una sociedad no debe tener más bandera que la ley”.
Acercarnos o alejarnos de los demás, resulta directamente proporcional a nuestra actitud, que transita hermanada con los procesos autocríticos de aprender y desaprender. Algunos ejemplos recientes: el pleno ético del Congreso, la reunión entre los máximos representantes del Ejecutivo y Legislativo, las opiniones de los presidentes del Tribunal Constitucional y del Poder Judicial. Esperemos que ello sea una muestra práctica de avance sin polarizar insulsamente, y que las ansias de poder no frustren la posibilidad de mejorar la administración del Estado. Apostemos a que los errores del pasado constituyan los aciertos del futuro.
*Pensador chino (551 - 479 a.C.)
**Abogado y político mexicano, de origen indígena, presidente de México en varias ocasiones (1806-1872)
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