Heriberto Bustos
Confianza, educación y ciudadanía
En el contexto de la actual polarización y crisis política

La vida diaria nos depara una serie de situaciones y momentos que, sea cual fuere su naturaleza, nos llevan individualmente a la búsqueda de compañía o apoyo para afrontarlos, ciertamente amparados en niveles de familiaridad que se van construyendo en las relaciones interpersonales. Del mismo modo, en la relación social las confianzas van acercando o distanciando a las personas para conformar grupos o equipos en cuya convivencia se sienten parte de proyectos colectivos. esos grupos se convierten en clubes, asociaciones, comunidades religiosas o partidos políticos, diferenciándose de otros que tuvieron distinto discurrir.
En ese marco de reflexión, un esfuerzo serio y responsable para explicarnos las causas de los acontecimientos políticos y la polarización que vienen ocurriendo en el país nos lleva al escenario educativo, en tanto que las relaciones de convivencia en la sociedad descansan en los vínculos que se construyen entre los ciudadanos y que tienen en su base a los elementos de confianza. Es decir, la certeza de que una determinada persona o grupo actúe de manera adecuada en una situación concreta, manteniendo una estrecha correspondencia con los valores. Confucio en su época señalaba que “la educación genera confianza, la confianza genera esperanza y la esperanza genera paz”.
Las sociedades requieren de la presencia y participación de personas cuyo accionar denote responsabilidad en el cumplimiento de sus deberes ciudadanos, respeto de las leyes y contribución en el correcto funcionamiento de la sociedad, en el marco del bienestar de los demás. Lograr ello implica activar la formación cívica o ciudadana abandonada en las dos últimas décadas. La familia, la escuela y la sociedad dejaron de lado su deber de enseñar —desde los primeros años de vida— valores, costumbres, creencias, hábitos, conocimientos y formas de actuar en la vida colectiva,
No resulta extraño, por tanto que en el remolino de la corrupción, ausencia de valores y de civismo, un buen sector de la población —con serias limitaciones en cuanto a la comprensión del funcionamiento del Estado, de los deberes y derechos que le asisten, así como el manejo crítico de la información— denote confusión en el entendimiento de lo que viene ocurriendo en el escenario político nacional. De ahí que en su accionar sea resultado de la inercia social que no ayuda a encontrar las salidas que la confrontación presente demanda.
El presente y futuro del país requieren, de manera acelerada, la preparación de personas que actúen como ciudadanos responsables, que en el cumplimiento de sus deberes y la demanda de sus derechos respeten las leyes contribuyendo, de ese modo, al correcto funcionamiento de la sociedad y al bienestar de los demás. El ex secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, motivado por las circunstancias adversas de entonces, resumía de la manera siguiente la importancia de la educación: “El conocimiento es poder. La información es libertad. La educación es la premisa del progreso en cada sociedad, en cada familia”.
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