Castillo ataca a Benavides como Vizcarra hizo con Chávarry

La justicia tarda pero llega. No es lo deseable, pero es lo que hay. El vía crucis judicial de Martín Vizcarra será más adelante el de Pedro Castillo, protagonistas ambos de un mismo hecho: amenaza abierta que acontece como calco.

Castillo, descubierto y acorralado, ataca a Patricia Benavides, fiscal de la Nación. Pretende detener las investigaciones abiertas en su contra, su familia y allegados. Vizcarra hizo lo mismo con el también fiscal de la Nación Pedro Chávarry. Ya sabemos ahora como acabó: acusado. Arremetió contra el ahora ex fiscal al enterarse que era investigado por actos de corrupción cometidos cuando era presidente regional de Moquegua. Castillo, como Vizcarra, abusa del cargo que ostenta. Desacreditándolas, trama deshacerse de las personas que cumplen sus funciones. La pregunta surge entonces, ¿Por qué Vizcarra atacaba a Chávarry? Veamos.

Según la Fiscalía, para ampliar el hospital de Moquegua Vizcarra recibió una coima de S/ 1.3 millones de las empresas ICCGSA e Incot, por intermedio de su amigo José Hernández, ex ministro de Agricultura durante la gestión de PPK, ahora colaborador de la Fiscalía. El dinero fue entregado en partes de S/ 100,000 y S/ 200,000 en la oficina de Hernández, y por su chofer, en el departamento del expresidente. También en la oficina de ICCGSA. Cuando era vicepresidente de PPK recibió la última entrega. El gerente de Obrainsa asegura que su empresa también coimeó a Vizcarra y solicita ser colaborador de la Fiscalía. 

La acusación ha sido confirmada. Prueban la coima los testimonios, llamadas telefónicas, mensajes y, sobre todo, la verificación de la ruta del dinero. Toda investigación fiscal debe probar el origen y destino del dinero en cuestión.

El rumor sobre ese delito llegó al despacho de Chávarry, quien comenzó a indagar. Al saberlo Vizcarra, siendo presidente después de la renuncia de PPK, la emprendió contra Chávarry. Quiso detener lo actuado en su contra. Avisado de que Chávarry recompuso el equipo de fiscales, abandona la juramentación presidencial en Brasil. Es cuando los infundios despiadados contra Chávarry se multiplicaron. Fue empapelado y destituido con la ayuda de la gran prensa y por el activismo socialista e izquierdista.

Hoy se hace lo mismo. Atacan a Benavides con el fin de perpetuarse en las sombras del poder. Y tal como los hechos se presentan, debido al desastre que  Castillo representa, en un eventual cambio de régimen, perderán privilegios y serán arrinconados, sin posibilidades de mayores simpatías en un proceso electoral.   

Los años dedicados por Chávarry a la Fiscalía terminaron por los suelos. Vizcarra fue elevado a los altares y su voluntad se convirtió casi en divina. En la cresta de la ola de la popularidad la plebe, la masa, coreaba su nombre. Lo aplaudía mientras miles morían durante la pandemia, a nuestro entender, aprovechada para acumular popularidad. 

El profesor de Chota, en lugar de fungir de estadista, pretender dar la talla o imitar a los mejores, no hace otra cosa que rodearse de parientes y paisanos cuyo norte es salir de la pobreza con descaro, en el corto plazo y sin mayor esfuerzo  a costa de las obras públicas. Su poder no sirve para ofrecerle al pueblo mejores perspectivas. Pero sí, cueste lo que cueste, quiere imponer un régimen totalitario. No obstante, el derrotero de Castillo será el de Vizcarra. En ambos casos, los colaboradores de la Fiscalía han entregado numerosas pruebas. 

La mentira tiene patas cortas. Debemos cuidarnos de los que presumen de decencia; para despistar, gritan “allí va el ladrón”. La población menos informada es siempre engañada por ladrones que discursean sobre la honestidad con facilidad asombrosa.