Los discursos del Presidente

Sigue mostrándose descontento con modelo de crecimiento económico.                                                                                                               

Los discursos del Presidente Ollanta Humala usualmente se prestan a las interpretaciones más disímiles. En muy pocas ocasiones sus mensajes han sido directos y esclarecedores. Allí siempre está el intersticio que deja pasar la luz y también la sombra. Algo de eso sucedió durante su participación en el VI Foro Económico Internacional de América Latina y el Caribe realizado en París. Señaló que “la época de oro todavía no había llegado para América Latina, lo que ha habido simplemente son buenos años de los precios de las materias primas. La época de oro se viene, pero si no hay industrialización ni diversificación productiva, si no hay estados modernos y competitivos, no habrá época de oro”.

¿A qué América Latina se refería? En la región lo más apropiado es hablar de varias América Latina. Por ejemplo, con respecto a Venezuela y Argentina se puede sostener que el ciclo de excelentes precios internacionales de los commodities ha envilecido esas economías y, en la práctica, se ha producido en todas sus dimensiones la llamada maldición de los recursos naturales: países monoexportadores, con bancarrotas fiscales y graves retrocesos institucionales debido al autoritarismo. Existe otra América Latina, por el contrario, como los casos de Chile, Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica y México, donde el ciclo de los buenos precios de los commodities ha diversificado y complejizado las economías mientras se registraban evidentes avances institucionales.

En el Perú, por ejemplo, en plena época del boom de los recursos naturales la economía se ha complejizado de tal manera que, según el Portal Lampadia, en el período 2002-2012, el valor de las exportaciones no tradicionales se multiplicó por cinco. Se pasó de exportar US$ 2,556 millones a US$ 11,047 millones con un crecimiento en promedio anual del 17.2%. El señalado Portal cita a la revista Moneda del BCRP y señala que el crecimiento de las exportaciones no tradicionales se debe a la creciente diversificación de la oferta como a la apertura de nuevos mercados. ¿No se trata de información suficiente para demostrar que no solo hubo buenos precios de commodities sino también evidente diversificación.

Cuando el jefe de Estado se expresa en semejantes términos deja la impresión de que no está a gusto con el modelo de crecimiento, sino que lo acepta a regañadientes, quizá porque no existe alternativa. Pero lo peor de todo es que no parece entender es que si la diversificación de nuestra economía no avanza con más rapidez es, principalmente, por responsabilidad del Estado: retraso en infraestructura, educación y predictibilidad institucional. Es decir, el mercado y los capitales cumplen su papel, pero, una vez más, el Estado falla en todas sus líneas.

El estado peruano en vez de acompañar el crecimiento económico que, desde que se iniciaron las reformas que desregularon la economía, ha reducido la pobreza de 60% a 23%, solo se ha dedicado a crear un bosque de trámites y procedimientos que, como esas enredaderas de ciudades abandonadas, ahorcan a la inversión privada. Este nocivo proceso se ha agravado durante el gobierno nacionalista, de modo que desde los predios de Palacio es bastante difícil lanzar la primera piedra.

El jefe de Estado debería estar orgulloso del motivo de las felicitaciones y elogios que recibe en el planeta: el crecimiento económico que ha reducido la pobreza como nunca antes en nuestra historia. Las ambigüedades al respecto son como hacerle un guiño al vacío, como poner nuestros granitos de arena a la desaceleración económica que tenemos que enfrentar contra viento y marea.