La batalla democrática en Venezuela

En el 2016 se definirá el futuro de la democracia

Todo indica que la batalla para que retornen la democracia y la libertad en Venezuela será dura y prolongada. La suspensión por parte del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de tres diputados opositores elegidos en las pasadas elecciones parlamentarias ha originado el primer gran conflicto con insospechadas consecuencias entre la Mesa de Unidad Democrática (MUD) y el oficialismo. Sin los tres diputados, la MUD perdería la mayoría calificada y no podría ejercer las atribuciones de la Asamblea Nacional para convertirse en un contrapeso del régimen chavista.

Es evidente pues que las elecciones de diciembre pasado han creado un sistema político bifronte, el Ejecutivo por un lado, y la Asamblea Nacional que resiste todas las maniobras oficialistas. Vale anotar que el chavismo todavía sigue controlando a las principales entidades del estado. Las pugnas y choques entre el oficialismo y la oposición podrían trasladarse a las calles y, dependiendo de cómo se desarrollen los hechos, las propias fuerzas armadas podrían pronunciarse ante la crisis política. En otras palabras, el triunfo opositor de diciembre pasado solo anuncia el largo camino por recuperar la democracia llanera.

Como se sabe, la MUD ganó holgadamente las elecciones parlamentarias con más del 66% de votos frente al oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que solo obtuvo el 33% de respaldo. Semejante victoria opositora representó la mayor derrota del chavismo en varios años y otorgó al bloque opositor la mayoría calificada -112 diputados o dos tercios de los votos- frente a los 55 parlamentarios que logró el oficialismo.    

No obstante, el chavismo empezó a echar mano a todas sus cartas para retener el poder. Miembros del PSUV en el estado de Amazonas impugnaron mediante una medida cautelar ante el TSJ la aclamación de tres diputados electos de la oposición. Antes de la instalación de la nueva Asamblea Nacional, el TSJ (con 13 magistrados elegidos por el anterior parlamento de mayoría oficialista) aceptó la cautelar y ordenó la suspensión inmediata de la elección de los referidos diputados. El mandato del TSJ deja ahora con 109 diputados a la oposición.

Con mayoría calificada la oposición tendría las siguientes atribuciones: crear comisiones investigadoras, aprobar leyes, proyectos de ley, remover titulares del TSJ, cambiar o designar integrantes de instituciones importantes como el Consejo Nacional Electoral, entre otras. Es decir, con 112 diputados la oposición puede asumir un rol de contrapeso efectivo al gobierno de Nicolás Maduro.

Sin embargo, ante la sorpresiva decisión del TSJ, líderes de la oposición han declarado que asistirán a la instalación de la Asamblea Nacional con los 112 diputados elegidos en las parlamentarias. La elección del opositor Henry Ramos Allup como presidente de la nueva Asamblea Nacional es un claro mensaje al chavismo de que la MUD defenderá la votación popular.

De otro lado, se preparan manifestaciones a favor y en contra de la instalación de la nueva Asamblea Nacional. El oficialismo, incluso,  ha creado la Asamblea Comunal, “un parlamento” que sustituirá a las alcaldías y gobernaciones establecidas en la constitución promovida por Hugo Chávez en 1999.

La batalla por recuperar la democracia y la libertad de las garras del chavismo recién empieza. Semejante proceso se desencadena en medio de la peor crisis económica de los últimos años. Venezuela hoy está sumida en un drama social y un descalabro económico descomunal: 18 millones de pobres, déficit fiscal superior al 20%, una caída del Producto Bruto Interno en el 2015 del 7%, desabastecimiento, y la tasa más alta de criminalidad de América Latina.