Israel es Occidente. Si cae, ¡la libertad mundial en peligro!

El intento de culpar a Israel de la explosión de un misil en el estacionamiento de un hospital en Gaza comienza a convertirse en una estrategia fallida del fundamentalismo islámico. Grabaciones de video propaladas por el canal árabe Al Jazeera demuestran que el misil fue disparado desde Gaza y que adquirió una trayectoria fallida, estrellándose en el estacionamiento del hospital. Por otro lado, no hay ningún boquete ni forado, solo hubo incendio. ¿Cómo podría ser un misil israelí?

Sin embargo, la campaña sobre el misil fallido ha movilizado pequeños sectores del fundamentalismo islámico en ciudades europeas, el Medio Oriente, y en el propio Estados Unidos, en contra de embajadas occidentales, levantando un antisemitismo que evoca lo peor del nazismo. Pero lo más grave: se comienza a relegar en la memoria los crímenes de lesa humanidad cometidos por los terroristas de Hamas, cuyos soldados masacraron y despedazaron a población civil inocente. Y como en los mejores tiempos del comunismo de la Guerra Fría, se comenzó a priorizar la denuncia de un lado, tal como se hizo para esconder los más de 100 millones de muertos del gulag colectivista.

Las corrientes comunistas y progresistas de Occidente, pues, han decidido respaldar a la estrategia de terror del fundamentalismo islámico y cerrar los ojos ante el terror de los soldados de Hamás, que violaban y mataban mujeres, que decapitaban bebés, que abrían vientres de mujeres embarazadas y cortaban las cabezas de los vencidos. Y cierran los ojos y denuncian el legítimo derecho a la defensa de Israel, un Estado que para sobrevivir debe acabar con el terror de Hamás.

La alianza de las corrientes comunistas y progresistas con el fundamentalismo islámico en Occidente no debería extrañar a nadie. Cuando las Naciones Unidas crearon el Estado de Israel y el Estado de Palestina en 1948, los ejércitos árabes de Egipto, Irak, Siria, Líbano y Arabia Saudita y la entonces Transjordania desarrollaron una guerra para destruir el Estado Judío. En vez de consolidar el Estado de Palestino hubo una guerra para aniquilar un estado occidental con el apoyo abierto de la Unión Soviética de entonces. 

¿Qué nos revela semejante situación? Que todas las fuerzas antioccidentales, desde el nacimiento del Estado de Israel, han sumado fuerzas para evitar que el modelo occidental prospere en el llamado mundo árabe. Sin embargo, las migraciones de creyentes musulmanes a Occidente, en las últimas décadas, se han desarrollado en un clima de integración e inclusión.

En este contexto, ¿qué podría suceder si se destruye el Estado de Israel en el Medio Oriente? Evidentemente estaríamos ante un hito en la historia universal que nos notificaría que una sociedad occidental no tiene cabida en una región en donde nació la tradición judeocristiana. Y que, sin embargo, en todo Occidente sí es posible construir verdaderos estados islámicos (zonas liberadas) dentro del Estado de derecho de los países occidentales, tal como viene sucediendo. Es más, la destrucción del Estado de Israel alentaría a las minorías fundamentalistas islámicas a avanzar en más poder político dentro de las democracias del planeta.

En este contexto, es incuestionable que la reacción de Occidente no demorará en llegar –tal como empieza a suceder en Francia y Suecia– y, de una u otra manera, retornaremos a los choques culturales y religiosos de los siglos pasados. Siempre vale recordar que los soldados más feroces de la historia de la humanidad siempre fueron los de Occidente.

Occidente, como alguna vez lo fue Roma, es un proyecto que lo abarca todo y a la vez nada. Sin embargo, en las sociedades occidentales se han alcanzado los mayores espacios de libertades políticas, económicas y sociales. Bajo la influencia de las tradiciones judeocristianas el hombre se convirtió en el centro de la sociedad y de la cosmogonía, una centralidad humana que se consagró en las declaraciones universales de los derechos humanos. En Occidente todos pueden ser iguales si se respeta el Estado de derecho: hombres, mujeres y minorías sexuales. No importa la ideología o las opciones religiosas. En Occidente siempre destellarán la filosofía griega, la tradición judeocristiana, el derecho romano, la revolución industrial del capitalismo y la mayor libertad.

Por todas estas consideraciones, la defensa del Estado de Israel es uno de los programas y los objetivos por los cuales merece, como se dice, consumir todas las energías y todos los esfuerzos. Es el deber ineludible de cualquier demócrata del planeta.