A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de...
El movimiento indígena se enfrenta a Evo Morales
A menos de un año de su apabullante reelección en las urnas –más del 60% de los votos- el presidente Evo Morales se enfrenta al descontento de un gran sector del movimiento indígena que pide a su gobierno respete y garantice la ejecución de la Ley de Consulta Previa para la exploración y explotación de los recursos de hidrocarburos en los llamados “territorios originarios”.
El descontento del movimiento indígena se debe a que Morales promulgó tres decretos con el fin de expandir la explotación de hidrocarburos en manos de la estatal Yacimientos Petroleros Fiscales de Bolivia (YPFB), en 22 áreas protegidas. En un primer decreto, el gobierno modificó la Ley de Consulta Previa para acelerar el procedimiento de la obtención de la licencia social y ambiental, decisión rechazada por las ONG ambientalistas y los movimientos sociales e indígenas aliados de Morales. El conflicto con la población indígena ocurre en momentos de incertidumbre para la economía boliviana, que empieza a mostrar signos de cansancio ante la caída de los precios del gas, el petróleo y otros commodities. Solo este año, las exportaciones de materias primas sufrieron una baja de US$ 2,500 millones y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) redujo la proyección del crecimiento del PBI boliviano para este año de 5.5% a 4.5%.
No obstante el relativo éxito hasta hoy, la economía boliviana se sustenta en un manejo disciplinado de la macroeconomía, siendo la inversión estatal el motor principal del crecimiento económico. La inversión pública supera hoy en más de 110% a la inversión privada, 9 veces más que en el año 2005, antes de la llegada del Movimiento Al Socialismo (MAS) al poder. Sin embargo, como dice una canción, -con la caída de los precios internacionales- todo tiene su final.
Morales aprovechó el súper ciclo del gas y el petróleo, estatizados desde el 2006, para dar vida al Leviatán estatal a través de un crecimiento sin precedentes del gasto estatal y del asistencialismo con fines meramente electorales. El gasto público crece a un ritmo de 20% anual, se han incrementado los programas sociales y los sueldos de los trabajadores han sido aumentados en 520 entidades del estado. Contrario a eso, desde la llegada de Morales la competitividad de Bolivia ha caído siete posiciones, ubicándose hoy en el puesto 105 del ranking global del Foro Económico Mundial. Todo indica que el modelo boliviano tiene pies de barro.
Es en estas circunstancias que Morales pretende aplicar un ambicioso plan para explotar la riqueza de sus recursos de hidrocarburos, clave para la economía. En 10 años de estatizada, YPFB solamente ha perforado 39 pozos poniendo en jaque las reservas descubiertas de gas y de petróleo. Evo Morales ha respondido que las protestas indígenas “son avaladas por un pequeño grupo” y ha amenazando a las ONG ecologistas con expulsarlas por “entrometerse en los asuntos del país”.
La actitud de Morales no hace sino ratificar el doble rasero de la izquierda latinomericana y del modelo bolivariano en Argentina, Ecuador y Venezuela. Haciendo una comparación con el Perú, aquí los procesos de participación ciudadana, como la “consulta previa”, son considerados importantes en la sostenibilidad social de las actividades productivas, sobre todo mineras, mientras que en los gobiernos chavistas son ampliamente pisoteados.
Tal parece que se le apaga otra “estrella” a la izquierda latinoamericana
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