Editorial Economía

Una nueva “conspiración empresarial”. ¡Increíble!

Continúa demonización de sector privado en medio de megarrecesión

Una nueva “conspiración empresarial”. ¡Increíble!
  • 07 de octubre del 2020

Durante el fracaso general del Ejecutivo en contener la pandemia del Covid –que ha convertido al Perú en el país con la más alta letalidad del planeta por millón de habitantes y la sociedad de ingreso medio con la megarrecesión más grave del mundo–, el presidente Vizcarra, el Ejecutivo, el Congreso y las demás instituciones del Estado, en vez de reconocer los errores han creado enemigos para eludir responsabilidades. 

Por ejemplo, si los contagios se multiplicaban por miles no se explicaba porque faltaban pruebas moleculares o una estrategia de aislamiento de los infectados, sino porque la población salía a trabajar. Sin embargo, lo que se convirtió en un deporte de los políticos fue el intento de demonizar a los empresarios. Desde la megarrecesión hasta la falta de camas y equipos de ventilación mecánica, se convirtieron en “responsabilidad” de las empresas privadas. El Ejecutivo y el Congreso se disputaron el primer lugar alrededor de qué entidad aprobaba más normas para regular precios y mercados en educación, farmacias, bancos y otros sectores. El sistema previsional, público y privado, fue duramente golpeado en esta carrera de autodestrucción.

El presidente Vizcarra llevó las cosas al borde del abismo. Se convirtió en el primer jefe de Estado en los últimos 30 años en desarrollar un amague de estatización: anunció que si las clínicas no aceptaban determinadas tarifas se procedía a la colectivización, no obstante que este sector solo atendía al 5% de la población. Los hechos demostraron que todo fue un gambito, mientras la megarrecesión seguía profundizándose.

Luego del amague de la estatización de las clínicas, hoy el presidente Vizcarra vuelve a hablar de una conspiración de los grandes grupos empresariales que “se subieron a la campaña contra el jefe de Estado” para presentar la imagen de supuestos contratos direccionados en el Estado a favor de Richard Cisneros. Como fundamentación de esta hipótesis, mencionó las aprobaciones y defensas de las leyes antimonopolio, de los octógonos y de la alimentación saludable. Para agravar las cosas, enseguida agregó que el Tribunal Constitucional falló a favor de la posición “férrea del Ejecutivo” de cambiar los plazos de prescripción de deudas tributarias de alrededor de S/ 10,000 millones.

El presidente Vizcarra, de ninguna manera, puede hacer lo que hizo. ¿Qué está sucediendo? No hay justificación. Con estas reacciones, lo único que se revela es la desesperación por encontrar una estrategia de información para velar el escándalo de los audios del entorno presidencial.

No obstante, a nuestro entender, lo grave de esta situación es que el Estado –ya sea a través del Ejecutivo, el Congreso, el Tribunal Constitucional o los políticos en general– parece converger en el intento de demonizar al sector privado para echar humo sobre las responsabilidades de los burócratas que fracasan en la contención de la pandemia y en evitar que megarrecesión siga devorándose la economía y el empleo.

El gran problema es que los políticos y burócratas olvidan que el 80% de los ingresos fiscales y el 80% del empleo lo provee el sector privado. En otras palabras, si la administración Vizcarra, si los políticos, si los burócratas, fracasan en contener la pandemia y evitar que la megarrecesión se profundice, es evidente que la única explicación de que las cosas sigan funcionando es el sector privado. Si las empresas no financiaran el 80% de los ingresos fiscales, ¿qué le quedaría a la peruanidad ante el fracaso total de los políticos? Todo estaría en desorganización general.

Cuando se sostiene que la empresa privada hoy es la principal columna de la peruanidad no se pronuncia una frase ligera. Es una afirmación que se puede confirmar en la realidad. Los burócratas y los políticos suelen ignorar esta verdad del tamaño de una cordillera, porque la mayoría de ellos recibe sus quince sueldos anuales. Creen que el dinero con que se les paga proviene del cielo o puede crearse mediante ley, decreto de urgencia o un amague estatizador. Y es que es evidente que los políticos anti empresa son los únicos que no se han ajustado los cinturones en esta pandemia, no obstante que los pobres, las clases medias y los ricos de la sociedad han tenido que reducir sus economías. Todos son más pobres, hay menos clases medias y menos ricos en la sociedad luego de la pandemia. Todos han sido afectados económicamente, menos los burócratas y los políticos.

  • 07 de octubre del 2020

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