Editorial Economía

Turismo en el Perú: reconocimientos y potencial de desarrollo

Podemos transformar nuestra riqueza cultural y natural en desarrollo económico

Turismo en el Perú: reconocimientos y potencial de desarrollo
  • 20 de agosto del 2025

 

El turismo peruano vive un momento clave. En junio de 2025, Ollantaytambo, reconocida como la única ciudad inca viviente del continente, recibió la Jerarquía 4, la máxima distinción del sistema turístico nacional. El reconocimiento, entregado por la ministra de Comercio Exterior y Turismo, Desilú León Chempén, con la presencia del secretario general de ONU Turismo, Zurab Pololikashvili, coloca a este poblado cusqueño en la élite de los destinos más valorados del país, junto a Machu Picchu, el Valle del Colca, las Líneas de Nasca, el Amazonas y Caral.

Este logro se suma a los reconocimientos internacionales que Ollantaytambo obtuvo en años recientes. En 2021 fue incluido en la lista Best Tourism Villages de ONU Turismo y en 2022 recibió la distinción de “Pueblo con Encanto” por parte del Mincetur. Estos premios reflejan su autenticidad cultural, su patrimonio arquitectónico y la vitalidad de sus expresiones comunitarias. La ceremonia en Ollantaytambo también fue escenario para la adopción de la Declaración de Ollantaytambo, que plantea un turismo más sostenible, inclusivo y digital en América. Respaldada por ministros y representantes del sector privado, refuerza el liderazgo del Perú en innovación turística y subraya el compromiso con un modelo que beneficie directamente a las comunidades anfitrionas, en especial a las originarias.

Estos reconocimientos no solo fortalecen la imagen del país, también muestran que el turismo es un motor económico en expansión. El Perú tiene condiciones excepcionales: Machu Picchu, las Líneas de Nasca, la Amazonía, una gastronomía premiada y ecosistemas diversos. Sin embargo, sigue lejos de su potencial. En 2025 se prevé recibir 4,4 millones de turistas internacionales, cifra que supera los niveles prepandemia pero que contrasta con los grandes destinos mundiales: Francia atrajo más de 100 millones de visitantes en 2024, España 94 millones y México 46 millones.

Aun con esa brecha, el aporte económico es clave. El Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) estima que en 2025 el sector generará más de US$ 23,000 millones, equivalente al 7,8% del PBI, y más de 1,17 millones de empleos, alrededor del 7 % de la fuerza laboral del país. Esto demuestra el efecto multiplicador del turismo, que impulsa transporte, hotelería, gastronomía, artesanía y servicios culturales.

Sin embargo, los problemas de gestión restan competitividad. El caso más visible es Machu Picchu, reconocido como una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo y principal atractivo del país. Pese a su potencial, la administración de los boletos de ingreso ha estado marcada por fallas en la plataforma oficial y escaso control sobre la venta presencial. Esto ha facilitado la intervención de mafias dedicadas a la reventa y ha generado escenas de turistas que deben esperar hasta tres días en Aguas Calientes para conseguir entradas. La propia Cámara de Turismo del Cusco ha denunciado reiteradamente esta situación, sin que hasta ahora se vean soluciones efectivas.

La infraestructura es otro punto crítico. La falta de vuelos regionales, carreteras seguras y conexiones ferroviarias entre destinos impide que el visitante pueda armar circuitos más amplios. En países que sí han priorizado el turismo como política de Estado, la conectividad es un factor clave para que el turista permanezca más días y gaste más en cada destino. En el Perú, en cambio, esa integración sigue siendo una tarea pendiente.

La solución pasa por una reforma integral de la política turística. Esto implica crear una plataforma digital única y segura para la venta de boletos a Machu Picchu y otros sitios, fortalecer la infraestructura turística, capacitar al personal y lanzar una estrategia de promoción internacional agresiva. El país debe apostar por circuitos integrados que conecten la costa, la sierra y la selva, ofreciendo experiencias completas y diversificadas. Un paquete que integre Paracas, las Líneas de Nasca, Arequipa, el Lago Titicaca y Machu Picchu tendría gran atractivo frente a la oferta de otros países.

Si el Perú logra superar estos obstáculos, podría vivir un “milagro turístico” comparable al agroexportador. El impacto sería enorme en reducción de pobreza, generación de empleo formal y dinamización de economías locales. Además, abriría oportunidades para los jóvenes en carreras vinculadas al sector y reforzaría el orgullo cultural.

Los reconocimientos a Ollantaytambo prueban que el Perú cuenta con el potencial y la validación internacional. El reto es transformar esos logros en políticas concretas que conviertan al país en una potencia turística mundial. Si no se asume esa responsabilidad, el Perú corre el riesgo de seguir siendo un gigante dormido: con maravillas admiradas en el papel, pero mal aprovechadas en la práctica.

  • 20 de agosto del 2025

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