Editorial Economía

Las luces y las sombras del modelo económico del Perú

La urgencia de una nueva ola de reformas en la economía

Las luces y las sombras del modelo económico del Perú
  • 04 de octubre del 2024


En las últimas dos décadas el manejo de la política monetaria y el control de la inflación de parte del Banco Central de Reserva (BCR) explican que el sol peruano se haya convertido en una de las monedas más fuertes de América Latina. En ese periodo la moneda nacional apenas se devaluó en 9% frente al dólar, mientras que el yen japonés lo hizo en más de 50% y los pesos de Chile, Colombia y México perdieron más del 70% de su valor. 

Sin embargo, al lado del impecable trabajo del BCR también está un preocupante manejo del déficit fiscal que se convierte en una tendencia contraria a la estabilidad monetaria. Durante el 2023 se proyectó un déficit del 2.4% del PBI; sin embargo, se llegó a un 2.8% con un singular adelanto contable de las utilidades del Banco de la Nación. Por otro lado, para este año se proyectaba un déficit de 2.8% del PBI; no obstante, a mediados de este año el hueco sumaba alrededor de 4% y el BCR pronostica que el país cerraría con un déficit de 3.3% del PBI.

Es evidente, pues, que si el déficit no es controlado, en algún momento, el manejo responsable de la política monetaria significará muy poco frente a la necesidad de aumentar la deuda pública para financiar el hueco fiscal; un endeudamiento que hipotecará a las nuevas generaciones. Una de las cosas más preocupantes de esta situación es que, de acuerdo a las nuevas proyecciones del Marco Macroeconómico Multianual, el Perú recién recuperaría la trayectoria fiscal del 1% en el 2028, es decir, durante la próxima administración. Vale anotar que hasta el 2019, antes de la pandemia y del gobierno de Pedro Castillo, el Perú era un ejemplo mundial en el manejo de esta variable con un déficit promedio de 1% del PBI.

El modelo económico, pues, es una suma de contradicciones, un juego de luces y sombras, que explican la tendencia al bajo crecimiento sobre el 3% del PBI, una expansión que complica y dificulta volver a reducir la pobreza tal como sucedía hasta el 2012. En otras palabras, el modelo se ha empantanado en la mediocridad. No estamos mal, pero tampoco estamos nada bien. Sin embargo, la región está en tan mala situación por la destrucción que han desatado los gobiernos de izquierda que el Perú sigue apareciendo como una plaza atractiva.

En este contexto, el país debe restablecer la trayectoria fiscal que siempre lo ha caracterizado, reduciendo gastos en el Estado y evitando la expansión de la planilla pública. Igualmente, se deben detener los rescates perpetuos de Petroperú, se deben eliminar las exoneraciones tributarias y el Congreso no debe aumentar el gasto sin autorizaciones, tal como lo hace con leyes que nombran profesores automáticamente sin plazas presupuestadas.

Sin embargo, la propuesta de un nuevo ajuste (no traumático) de las cuentas fiscales nunca debería ignorar que el Perú está obligado a desarrollar una nueva ola de reformas si es que pretende asumir los retos que el siglo XXI desencadena con la globalización, la digitalización de la sociedad y la IV Revolución Industrial. La reforma integral de la educación y un nuevo sistema de salud son claves para desarrollar generaciones capacitadas, educadas e innovadoras de cara a los mercados globales. Es imposible la innovación y el crecimiento sin un nuevo tipo de fuerza laboral.

Igualmente, el Perú debe lanzar un shock nacional en contra de la burocratización del Estado, con el objeto de desterrar sobrerregulaciones y procedimientos que detienen inversiones, causan pobreza y alejan a los pequeños negocios de la formalidad económica. En ese contexto, la reforma del sistema laboral y una reforma tributaria integral se convierten en aspectos fundamentales. Y finalmente la solución de los problemas de infraestructuras acumulados a través de asociaciones público-privadas posibilitará integrar todos los mercados nacionales con los mercados globales.

A diferencia de Venezuela y Bolivia, que deben enfrentar ajustes traumáticos, devastadores, el Perú solo debe recuperar y relanzar el rumbo perdido. El debate electoral hacia el 2026 debe focalizarse en estas reformas, superando las sombras de la economía y afirmando las luces y salidas.

  • 04 de octubre del 2024

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