En el Perú, hablar de cobre no es solo hablar de miner&...
La petrolera italiana Eni anunció días atrás el hallazgo de un yacimiento frente a las costas de Tabasco (México), 65 km mar adentro, de entre 200 a 300 millones de barriles de petróleo a 3,830 metros de profundidad. Asimismo, en diciembre pasado el presidente mexicano Manuel López Obrador recorrió la zona de Quesqui, en donde Petróleos Mexicanos (Pemex) había confirmado el hallazgo de un enorme pozo de 500 millones de barriles. Pemex ya anunció la exploración de 21 pozos para este año y otros 24 para el 2021, en Tabasco.
Si Perú tuviera al menos una norma de exploraciones, hace rato –al igual que México– estaría anunciando exploraciones en aguas profundas y hallazgos de más de 100 millones de barriles de petróleo. Si fuera así, la independencia energética del país estaría asegurada. Perú dejaría de importar US$ 5,000 millones de petróleo para abastecer la demanda nacional, utilizada en mayor medida por el sector transporte: 69% del total importado. Presupuesto que podría servir para resolver otras necesidades nacionales.
Un simple reglamento de exploración es todo lo que se necesita. Basta un Decreto de Urgencia (DU) declarando a las exploraciones de hidrocarburos de necesidad pública e interés nacional. Para acelerar los trámites, en lugar de un complejo Estudio de Impacto Ambiental (EIA), que demora años y resulta repetitivo en distintas instancias del Estado, se debe recurrir a la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) que, aunque es un estudio de menor complejidad, no deja de ser riguroso. Además, es importante elaborar un mapa de EIA para acelerar las inversiones y para tener conocimiento de la riqueza de petróleo y gas.
No obstante esta necesidad urgente para la economía, sectores del marxismo y la izquierda peruana realizan campañas contra las inversiones petroleras. Marco Arana, del Frente Amplio (FA), y Verónika Mendoza, de Nuevo Perú (NP), encabezan la oposición a todas las inversiones por razones políticas. Su estrategia está basada en mitos y leyendas, cuentos fantasiosos para confundir a la población.
Arana, Mendoza y el contingente anti inversión esconden el historial impecable de las actividades petroleras en el mar del norte peruano. Hace más de 50 años se realizan actividades petroleras frente a las costas de Piura y Tumbes sin haber perjudicado el ecosistema marino. No existen evidencias científicas sobre afectaciones a los organismos nectónicos como el plancton, bentos y necton, organismos que dan vida a las aguas marinas y humanidad, porque de allí proviene hasta el 75% del oxígeno que respiramos; y no de la selva amazónica, como señalan las organizaciones medioambientalistas ideologizadas.
La estabilidad del mar del norte peruano es corroborada constantemente por la Dirección General de Hidrocarburos y el Instituto del Mar del Perú (Imarpe). Además, la vida marina intacta es evidente por la presencia de moluscos, crustáceos y erizos de mar en los peñascos. Los pescadores artesanales e industriales y los turistas son testigos de la presencia, mar adentro, de ballenas jorobadas.
Perú debería seguir el ejemplo del Mar de Norte europeo, rico en recursos de hidrocarburos, en donde se realizan actividades petroleras con bastante éxito y sin perjudicar el medioambiente. Frente a las costas de Noruega se perforan pozos de 700 metros de profundidad, mientras que en el Atlántico alcanzan los 4,000 metros. Igual sucede en las costas de Reino Unido, donde la flora y fauna continúan intactas.
El doble discurso del comunismo es evidente. Mientras en México, el presidente López apuesta por el Grupo de Puebla (Foro de Sao Paulo, la internacional marxista del siglo XXI) y al mismo tiempo por las inversiones petroleras, los sectores extremistas peruanos se oponen a la explotación de los recursos naturales recomendando el uso de energías renovables.
Al respecto, vale señalar que, por el momento, los combustibles necesarios para los motores de barcos y aviones son los derivados del petróleo. Según Exxon Mobil, la demanda mundial de petróleo se incrementará en los próximos veinte años (25% más respecto a 2018), debido al incremento de mercaderías transportadas en barcos y los pasajeros que viajan en avión. Es decir, con las exploraciones de petróleo y gas, la lucha contra la pobreza continuaría en el país.
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