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José Miguel Oviendo y su “locura razonable”.
José Miguel Oviedo (Lima, 1934) dirigió durante más de quince años la página literaria del suplemento El Dominical del diario El Comercio y es uno de los más destacados críticos literarios peruanos. Doctor en Literatura por la Universidad Católica, radica desde hace muchos años en Estados Unidos, donde labora como profesor universitario. Recientemente estuvo de visita en nuestro país para presentar su libro Una locura razonable. Memorias de un crítico literario (Aguilar, 2014), en el que cuenta interesantes anécdotas y retrata a escritores, intelectuales y políticos que ha conocido a lo largo de su vida. Un libro que nos da a conocer un aspecto poco conocido de la personalidad de este crítico: el duro e irónico cronista de su tiempo. A continuación citamos breves pasajes sobre reconocidas personalidades peruanas.
Mario Vargas Llosa
Oviedo y Vargas Llosa fueron compañeros de aula en el colegio religioso La Salle, en el distrito de Breña. A partir de ahí mantienen una larga y estrecha amistad, al punto que Oviedo afirma haber sido él quien le sugirió a MVLL el título de La ciudad y los perros para su primera novela. Pero de sus años escolares recuerda especialmente el siguiente episodio:
«Un día, el hermano Leoncio, aprovechando que Mario estaba solo en el colegio (había ido a recoger sus notas) lo hizo subir con engaños hasta su cuarto, sacó de su ropero un fajo de revistas eróticas, se las enseñó para provocarlo y empezó a manosearlo agitadamente. Mario salió corriendo avergonzado y asustado… Después nos contaría que al mostrarle las revistas (las mismas que los hermanos nos decomisaban), el hermano Leoncio le increpaba: “estas son las porquerías con que ustedes pecan contra Dios”».
Javier Valle Riestra
Durante su época de estudiante en la Universidad Católica, participó en una marcha contra la dictadura odriísta. En esa marcha también estuvo el joven Javier Valle Riestra “con dotes innatas de tribuno y gestos que aspiraban a la posteridad”, quien todavía no militaba en el Apra.
«Todos nos sentimos un poco héroes por recibir uno que otro rudo empujón o cachiporrazo. Pero Javier Valle Riestra fue detenido, por ser el líder que más arengaba, y pasó unas horas tras las rejas. Al día siguiente, fue recibido entre grandes aplausos por sus compañeros de aventura y lanzó una de sus inmortales frases: “Yo que he comido el duro pan de la cárcel”. Increíblemente, no nos reímos». Luis Felipe Angell Oviedo fue compañero de trabajo del recordado humorista Luis Felipe Angell, más conocido por su seudónimo de Sofocleto, a quien retrata de esta manera: «Este humorista, sin duda genial, fue víctima de su propio talento, pues escribió casi hasta el agotamiento repitiéndose cada vez más; era uno de esos casos de personas con casi un solo don, al margen del cual tienden a ser borrosos u ordinarios. Incluso dentro de su humor había un flanco reveladoramente débil: sus poemas burlescos de intención erótica parecían producidos por la mente calenturienta y torpona de un preadolescente».
Martha Hildebrandt
Oviedo fue director del Instituto Nacional de Cultura durante un año y medio. Al renunciar en 1972, fue reemplazado por Martha Hildebrandt. Sobre ella dice:
«La doctora Martha Hildebrandt era una distinguida lingüista, más reconocida por su fuerte carácter, sus bruscas maneras y su gran arrogancia intelectual. Pero su verdadero mérito para el cargo era otro: su absoluta adhesión al régimen de Velasco, demostrada con su presencia en marchas y actos de propaganda, a los que ella asistía con poncho y grandes pancartas revolucionarias. Gody (Fernando de Szyszlo) decía que ella usaba la fórmula perfecta para actuar en política: fuerte con los débiles y débil con los fuertes. Mucho tiempo después, y en una de esas sorprendentes vueltas que da la política, se convertiría en una de las grandes defensoras del régimen de Alberto Fujimori».
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