Editorial Cultura

La Escuela de Salamanca y la leyenda negra

Nueva edición de S.P.Q.R.

La Escuela de Salamanca y la leyenda negra
  • 07 de noviembre del 2021

Aquí presentamos los artículos de la segunda edición de la revista S.P.Q.R, en la que se analizan los mensajes anti occidentales del neoindigenismo que habla de supuestos “pueblos originarios”, en contraposición a nuestra herencia hispana. Evidentemente este análisis no se puede desarrollar sin reflexionar sobre la identidad nacional y latinoamericana a partir de las mezclas de las tradiciones de los pueblos prehispánicos y la herencia española.

Debajo de los artículos publicados se podrá descargar el PDF de la última edición de la revista (y de la anterior).

En unas semanas S.P.Q.R. tendrá su propio repositorio.

 

 

POR LUCIANO REVOREDO.

El increíble desplante de Pedro Castillo al Rey de España durante su toma de juramento como Presidente del Perú, las expresiones antihispanas del presidente de México López Obrador, ambos con muy castellanos nombres, así como los atentados contra monumentos y lugares que recuerdan la conquista española en diversas partes del continente, pero sobre todo en Estados Unidos (por parte de los representantes de la cultura Woke), han puesto una vez más en la escena los viejos argumentos de la llamada leyenda negra.

Sin embargo, estas posiciones trasnochadas también han permitido que se alcen voces disonantes que no están dispuestas a someterse a una versión oficial de la historia. La bibliografía a contracorriente se ha incrementado con el monumental aporte del argentino Marcelo Gullo y su libro Madre Patria; así como con Las leyes de Indias, de Julio José Henche Morillas que acaba de aparecer en España.

Para Gullo la leyenda negra es la obra más genial del marketing político británico. Pero también conviene recordar a Julián Juderías, autor del clásico La leyenda negra, publicado en 1914, para quien todo se inicia con Bartolomé de las Casas y su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, que será el punto de partida para una avalancha de escritos franceses, ingleses, holandeses y alemanes. A esto se suma –según Juderías– la publicación de Descubrimiento, obra infamante del español protestante Reinaldo González Montes, publicada en Heidelberg en 1569 y que crea el mito exacerbado de los autos de fe y las torturas del Santo Oficio. 

Lo cierto es que todo este odio folletinesco contra la España católica y sus monarcas, particularmente Felipe II, es el origen de la leyenda que hasta ahora repite sin sustento la progresía.

Es menester recordar que la conquista española –que, como toda obra humana, tuvo luces y sombras– es la más grande obra civilizadora de la historia humana. Y que si bien hubo excesos y errores, simultáneamente fue el laboratorio, gracias a la Escuela de Salamanca, del cual surgieron algunos de los fundamentos más sólidos de lo que hoy conocemos como derechos humanos y como derecho internacional.

Desde inicios del siglo XVI ya hay en la Corona una preocupación por el asunto indígena. Podríamos hablar de una suerte de renacimiento en la cultura y el arte del gobierno. Los problemas que plantea el descubrimiento y la asimilación de las Indias son de índole jurídica y filosófica, cuando no teológica. Se debate desde estos enfoques las razones del justo título de España para el gobierno de las poblaciones indígenas.

En 1550 se produce en Valladolid, a propuesta de la corona, la disputa entre Bartolomé de Las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda. Debaten sobre la justicia de los métodos españoles en la expansión política y social de su dominio en las Indias. Pese a que de este encuentro se concluye con claridad que “todas las gentes del mundo son hombres” –ni animales, ni esclavos–, y que los indígenas están llamados a ser cristianos y vivir dignamente y en libertad, Las Casas publicará en 1552 su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, dando pie a una desorbitada campaña antihispana.

Está claro que fueron los propios españoles los primeros en denunciar y condenar los abusos y crueldades que existieron en la conquista de América. Cosa que no sucedió en la conquista anglosajona y protestante en el norte del continente, donde sí hubo auténticas masacres sin el menor atisbo de toma de conciencia.

Es esta honesta autocrítica que se da fundamentalmente en cátedras universitarias, y no en la campaña folletinesca de Las Casas, la que aporta nuevas concepciones jurídicas. El principal protagonista de esta corriente es el sacerdote y catedrático Francisco de Vitoria, fundador de la Escuela de Salamanca, que es como se conoce al brillante renacimiento del pensamiento que se produjo en materia económica, jurídica, filosófica y teológica en torno a Vitoria y un grupo de catedráticos de Salamanca.

Ante los posibles excesos en contra de los indígenas, la Escuela de Salamanca propuso un Programa de reivindicaciones que se centraba en cinco postulados:

  1. Indios y españoles son iguales en cuanto hombres.
  2. Son igualmente solidarios y libres. El retraso de los indios se debe, en gran parte, a la falta de educación y las costumbres bárbaras.
  3. Los indios son dueños de sus bienes, al igual que los cristianos.
  4. Los indios podrán ser confiados a la tutela y protección de los españoles mientras estén en situación de subdesarrollo. 
  5. El consentimiento mutuo y la elección libre de los indios constituye, en última instancia, el título prioritario de intervención y de gobierno.

De acuerdo a estas propuestas, las leyes y la administración de Carlos V serán legítimas solo en la medida en que se orienten a la promoción de los indígenas en junto con los españoles. La aplicación de estos principios fue la base del derecho virreinal exigido por Francisco de Vitoria y llevado a la práctica por la Escuela de Salamanca. El cuestionamiento que se produce es tan profundo que Carlos V ordena detener la conquista de nuevas tierras mientras se definen estos temas de fondo. 

Marcelo Gullo cita con acierto, al comentar el aporte de la Escuela de Salamanca, al historiador norteamericano Lewis Hanke cuando señala que la conquista española no solo es una hazaña militar, sino “uno de los mayores intentos que el mundo haya visto de hacer prevalecer la justicia y las normas cristianas en una época brutal y sanguinaria”.

  • 07 de noviembre del 2021

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