Jorge Morelli
¿Uranio, quién dijo uranio?
La pregunta es por qué el interés de Irán en América del Sur

Mary Anastasia O’Grady, la editorialista del Wall Street Journal, ha escrito el domingo pasado, en “El terror latinoamericano de Soleimani”, que con la muerte del general iraní Qassem Soleimani, Donald Trump le ha hecho un gran favor a Latinoamérica. Ha añadido que los narcos de las FARC de Colombia están de luto. Y ha incluido entre los desorientados huérfanos a La Habana, Caracas y a su red de cómplices en el DF mexicano, EN el Foro de Sao Paulo, en Buenos Aires y en Lima. Así, con nombre propio.
Nadie puede decir que Mary Anastasia no sabe lo que pasa. Es la editorialista principal del WSJ para América Latina desde hace largo tiempo. La conocí en Washington en 1984 –a través de América´s Society / Council for the Americas, las instituciones de la familia Rockefeller para todos los asuntos latinoamericanos entre el cielo y la tierra (desde la Quinta Avenida de Nueva York)–, y O’Grady ya trabajaba en la página editorial del WSJ, sección Latinoamérica. Hoy ha dado una vez más en el clavo.
Les hemos visto bien la cara a todos en los últimos tiempos –en Santiago, en Quito, en La Paz y en Bogotá– tratando, sin éxito, de derrocar gobiernos para acabar perdiendo el centro del tablero, Bolivia. Su defenestrado lugarteniente, Evo Morales, se halla hoy asilado en Argentina por la sociedad de comediantes Fernández & Fernández, hablando solo, dando órdenes a fantasmas. Ronald Reagan los habría incluido a todos como personajes menores de lo que en su tiempo llamó el “eje del mal”.
Mary Anastasia piensa que deben estar muy preocupados, porque las operaciones iraníes en Latinoamérica habían pasado inadvertidas hasta hoy. Nuevamente, entonces, ¿por qué tanto interés de Irán en América del Sur? O’Grady menciona en su editorial la muerte del fiscal argentino Alberto Nisman, en 2015, la noche anterior a su presentación ante el Congreso, luego de haber acusado públicamente a la presidenta Cristina Fernández de encubrir la presencia de Irán en el atentado a la asociación judía AMIA en Buenos Aires en 1994. Nadie dice con certeza hasta hoy que la muerte de Nisman no fue un asesinato. Tampoco se dice con claridad que Irán tenía firmado un contrato de energía nuclear con el Gobierno argentino, a cambio del cual, es de suponer, Irán tendría acceso al litio argentino. Ese contrato resultó anulado en la saga de la durísima investigación de Nisman. Tal vez ese fuera su legado.
Pero Irán lanzó una segunda ofensiva por los recursos naturales sudamericanos. Mary Anastasia menciona la visita del ministro de Exteriores iraní Javad Zarif a Evo Morales en La Paz, en julio de 2019, cuatro meses antes de su caída. Se firmó un memorándum de entendimiento para la transferencia a Bolivia de nanotecnología con posible uso nuclear. En la otra mano, Irán procuraba un abastecimiento de litio boliviano. El litio tiene varios usos, además de en las baterías de autos eléctricos, en la fabricación de bombas de hidrógeno.
El lector recordará el desmedido interés de Evo Morales en el gobierno regional de Puno. Fueron públicas y notorias las reuniones en Bolivia con el presidente regional puneño, su declarado admirador, en las que se propiciaba la firma de contratos de abastecimiento de gas boliviano que, de haber sido reelegido dicho gobernador, habrían puesto la llave de la energía del Sur del Perú en manos de Evo Morales. Hasta la fecha sigue pendiente la decisión peruana sobre la concesión del proyecto Siete Regiones, en que la estatal boliviana de gas es uno de los dos postores.
No se trata solo de litio, sin embargo. Según estimaciones informadas, en la provincia peruana de Macusani, en Puno, no hay solo litio, sino también seis millones de toneladas de uranio. Como es público mundialmente, el objetivo geopolítico que mueve a Irán en el contexto global es precisamente el tema del acceso al armamento nuclear. Esta es la única explicación racional posible del inusual interés político del lejano Irán en los asuntos latinoamericanos, más allá o más acá de las coincidencias meramente ideológicas y las inconciliables diferencias religiosas.
O´Grady piensa que la muerte de Soleimani es un mensaje a los países latinoamericanos que acogen a sus aliados. Esa es, dice, la buena noticia.
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