Manuel Gago
Un fraude grosero y descarado
Perú Libre pretende imponerse haciendo trampa

Frente a las innumerables pruebas, testimonios y evidencias, ¿se puede seguir creyendo que Perú Libre ganó el balotaje? ¿Que los votos obtenidos son reflejo de la voluntad popular?
Diez años atrás, desde la paralización del proyecto Conga en Cajamarca, piquetes de agitadores comunistas comenzaron a detener las actividades mineras del país con el estribillo “agua sí, oro no”. La penetración socialista había comenzado en el interior del país, y la mayoría no se enteraba. Los acontecimientos posteriores no fueron atendidos en su real contexto, aunque diversas publicaciones aisladas prevenían la amenaza socialista.
Los pobladores de la provincia de Islay en Arequipa fueron coaccionados. Los “espartambos” –la versión grotesca de los espartanos– se enfrentaban a la policía durante las manifestaciones violentas contra el proyecto cuprífero Tía María. Numerosos motociclistas recorrían los poblados amenazando a los pobladores para que se unan a las protestas y obligando a los comerciantes a cerrar sus negocios. Los escolares con huaracas, hondas y escudos artesanales representaban a sus “héroes” espartambos en los desfiles escolares. Los profesores comunistas enseñaban a los niños cómo “combatir a los capitalistas explotadores”.
El ensayo de dominio popular comenzó en los poblados alejados. Senderistas, separatistas aimaras, chiitas del Inkarri Islam, antauristas, oenegeros, progresistas, izquierdistas y socialistas de todos los pelajes estaban concentrados en el sur. Personas extrañas, como los hermanos Frank y Jorge Chávez Sotelo (asesores de los dirigentes), soliviantaron a los comuneros.
En Puno y sur los electores fueron obligados a votar por Perú Libre. Mario Monteverde, empresario de telecomunicación del centro del país y que fue amenazado por el senderismo, señala que los pobladores de la selva central son intimidados: “O se alinean o ya verán”, les dicen. Semanas antes del balotaje supuestos trabajadores de la ONPE solicitaban a los miembros de mesa sus datos personales y escaneo de firma. ¡Para fraguar actas de votación! como ha sido demostrado. En los pueblos de Cajamarca y sierra, las personas no aceptaban ser personeras de Keiko Fujimori porque fueron amenazadas por los ronderos, dominados ahora por los comunistas. Y así, ¿todavía se puede negar el fraude electoral planeado desde Cuba y Venezuela?
Después de la primera vuelta electoral, Rafael López Aliaga, ex candidato a la presidencia por Renovación Popular, denunció fraude en su contra y pidió al Jurado Nacional de Elecciones “tener cuidado con distorsionar la suma de las actas de votación”. Fernando del Campo, joven miembro de mesa, denunció con foto de acta original que los 36 votos de Renovación Popular fueron anulados y transferidos a Somos Perú (SP) de ¡Martín Vizcarra! La ONPE del ex presidente hizo el trabajo encomendado. La trafa en la primera vuelta electoral hizo llegar al balotaje a Pedro Castillo de Perú Libre.
La experiencia se masificó en la segunda vuelta electoral. Sumas de dinero de procedencia dudosa (¿narcotráfico, Venezuela y “diezmo” de los proveedores locales?) sirvieron para pagar bonos de victoria electoral. Por esto, las actas fueron fraguadas en la mesas de sufragio. ¡Al diablo las cédulas de los electores! Los resultados de las encuestadoras, que le dieron el triunfo a Keiko Fujimori, son reales.
El establishment dominado por la izquierda y comunismo se resiste a dejar el control del Estado. En los últimos 20 años han hecho su regalada gana. Con la ayuda de ciertos medios desacreditaron al aprismo y al fujimorismo. Lograron percepciones adversas en la población contra Keiko Fujimori y Alan García.
Banderas de Sendero Luminoso han sido izadas en Huamachuco y en otros pueblos. Perú Libre se burla de la voluntad ciudadana, y utiliza las formas democráticas para destruirla. El fraude seguiría oculto si no hubiera sido grosero y descarado. No obstante, la ONPE, el JNE y los representantes de la OEA no se dan por enterados. ¡Qué vergüenza!
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