Eduardo Zapata
Sendero Luminoso dixit
El discurso político detrás de las violentas protestas

Decía Luis Jaime Cisneros, en su prólogo a un libro en el que se analizaba la dimensión educativa del discurso de Sendero Luminoso: “La conclusión afirma que nos encontramos ante un discurso de clara esencia pedagógica… Lo que dice Sendero Luminoso radica, más que en su propia predicación, en la falta de predicatividad del discurso oficial”.
Y es que, en efecto, la conversión de la violencia revolucionaria y reaccionaria –verbal y no verbal– es una obsesión conceptual en Sendero. Convertir las violencias en lenguaje. Para los miembros del Partido pero también para el conjunto social. Siempre acción/reafirmación de lo suyo, siempre convocatoria para los que quieran, puedan o deban sumarse a su causa.
Siempre Sendero Luminoso se ha esmerado en subrayar la inevitabilidad de su discurso político y militar. Los unos y los otros perfectamente delimitados para la interna del Partido y también para los dubitativos que quieran creer en objetivos distintos pero confluentes. El uso de los formas verbeles hay, es y puede hace adquirir a su lenguaje ese carácter de inevitabilidad dada por la objetividad del indicativo y la permanencia del presente. Un uso verbal inequívoco y sistemático, pues asegura ante el receptor una noción de Partido que está por encima de las vicisitudes espacio-temporales presentándose como permanente, única y sólida alternativa. Inevitable. Lo que en otro discurso político podría restar expresividad por la falta de alternancia verbal otorga firmeza a lo postulado. Particularmente cuando se tiene claro que hay falta de predicación en lo dicho por los ajenos al Partido.
En un mundo claramente delimitado con la adjetivación –o estás del lado del Estado o del Partido y el Nuevo Estado (a buen entendedor: precisión)– la intensidad significativa de verbos como arde, remecen, remueven, estremecen está dada por su objetividad y permanencia al asociarse con efectos de fenómenos naturales de mucha fuerza. Y no se trata de elementos mágicos o religiosos, sino de recursos educativos. Lo inevitable.
Y aquí un acercamiento al lenguaje que se ha expresado y expresa en las últimas movilizaciones. El fuego puede ser barbarie; para Sendero Luminoso el fuego es un elemento metafórico que representa la destrucción creciente del orden establecido y simultáneamente constituye elemento de purificación radical y de convocatoria. En los tiempos que corren en el mundo todos tenemos en la mente los casi inevitables incendios forestales.
A la luz de lo dicho, conviene mirar –tanto para el análisis como para la acción– el lenguaje de la subversión y el terror que está hoy en campo y ciudad. Ahora más en ciudades por la concentración urbana. Al mirar desde lo alto las pre concentraciones ´ordenadas y pacíficas´ (tanto del trigo como de la paja) fácilmente se identifica una puesta en escena. Como exteriorización de una sola inteligencia estratégica y operativa que está guiando los pasos de los ´manifestantes´. No hay una espontaneidad popular incontrolable para esa inteligencia.
Para Sendero –y a diferencia de los ochenta- hoy las condiciones son objetivas para el poder. Y para el Foro de Sao Paulo también. El péndulo electoral los eclipsará bastante pronto en Brasil, Chile, Argentina y Colombia.
Tal vez para muchos las ocurrencias dolorosas de las acciones de los últimos tiempos sean consecuencia de la pobreza, de la exclusión o de la marginación. Para otros más sofisticados podrá ser hasta una ´deconstrucción posmoderna´. Y cierto es también que hay fuertes intereses geopolíticos detrás de lo que viene ocurriendo. Vistas las cosas en perspectiva ¿quién manda a quién? ¿quién se aprovecha de quién?
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