Arturo Valverde

Satanizando a Sedapal

Oscuros intereses pretenden privatizarla

Satanizando a Sedapal
Arturo Valverde
07 de febrero del 2019

 

En la mente de algunos parece haberse instalado el chip del pragmatismo, heredado tal vez de los años noventa: si algo no funciona, ¡véndelo!; si no puedes arreglarlo, ¡regálalo! Así de fácil, algunos pretenden solucionar todo, pero con el tiempo son los primeros en arrepentirse. Eso es lo que sucede con Sedapal, la empresa que ha sido criticada en las últimas semanas por quienes defienden la tesis de privatizarla, bajo el supuesto de que estaría mejor en manos privadas.

Las ciudades dependen de sus recursos hídricos. Si los conquistadores hubieran decidido fundar la capital del imperio español en el Cusco, tendríamos otro tipo de retos por las condiciones geográficas. Pero eligieron el desierto de Lima, una de las ciudades más secas del mundo. Únicamente el río Rímac no puede abastecer a la ciudad de Lima en constante crecimiento.

La relación que tenemos con el agua es un aspecto importante a considerar. Erradicar la mala costumbre de arrojar basura al río, cerrar el caño mientras nos afeitamos y más, es un problema de educación. Hace unas semanas, el distrito de San Juan de Lurigancho fue afectado por un aniego por el que Sedapal ha sido llevado al banquillo, por quienes siempre están al acecho de cualquier crisis para hacer negocios. Hoy, como antes, calculan que pueden comprar Sepadal al peso, y se retoman las campañas de desprestigio.

Los peruanos deberían saber que cuando un gobierno de derecha se instala en el poder, el país ha terminado siendo vendido por partes. Son las grandes empresas, los clubes de construcción y otros intereses, que así como pretenden quedarse con la maquinaria de Odebrecht, también están detrás de Sedapal. Sucede lo mismo con la izquierda, que siempre fue ineficaz para el manejo público. Y qué mejor ejemplo que la gestión municipal de la exalcaldesa de Lima, Susana Villarán.

Con el APRA, entre 2006 y 2011 “se ejecutaron en Lima 11 grandes proyectos de agua potable y alcantarillado para un 1.08 millones de personas, y en todo el país un total de 2,240 obras de saneamiento. Se concluyó la electrificación de 12,000 centros poblados y quedaron en ejecución otros 3,000” (Alan García, “Un shock social”. Diario El Comercio del 13.11.2014).

Lamentablemente, desde el año 2011 al presente en el Perú ha crecido más la desconfianza hacia las instituciones, y da la impresión de que quienes tienen el timón no saben a qué dirección llevarnos. Vivimos obnubilados por el tema Odebrecht, y ahora discutimos por el incremento de sueldos de los alcaldes. Se anuncia con satisfacción el incremento de la recaudación, pero de nada sirve sin experiencia para hacer obra para el pueblo. Se habla de que el Perú crecerá entre 3.8% y 4.1%, pero es insuficiente.

El APRA que sabe que sin agua no hay democracia. Se comprometió en 2011 a no privatizar Sedapal, y de la mano de sus trabajadores se llevó agua a miles de peruanos. Si el APRA pudo hacerlo, ¿por qué otros no han podido presentar los mismos resultados al país?

No se avanza estigmatizando a la empresa pública, ni satanizando a los sindicatos y sus trabajadores. Esa historia ya la conocemos, y solo conduce a reducir los derechos de muchos para beneficiar a unos cuantos. Se avanza capitalizando la experiencia de los peruanos, con decisión y capacidad.

 

Arturo Valverde
07 de febrero del 2019

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