Arturo Valverde
Rindan cuentas
La izquierda y su dañina narrativa

La izquierda nacional, que siempre ha vivido de la ignorancia de la gente, no quiere que el Perú se desarrolle. Ellos, que son lo que viven de la palabrita “pobreza”, con la cual han inutilizado a muchos, tampoco quieren que los peruanos vivan bien.
Es esa izquierda nacional, en sus distintas vertientes, son los comunistas quienes se han encargado de repetirles a los peruanos que no pueden alcanzar los propósitos de sus vidas ni cumplir sus sueño simplemente porque son pobres, y la culpa de su pobreza es del Estado. A esa izquierda nacional no le conviene que en el Perú se ponga en marcha una revolución intelectual, porque saben que los peruanos entenderían que su economía es el resultado de su preparación intelectual (algo que pasa necesariamente por poner a leer a los peruanos). Los izquierdistas no quieren que el peruano se eduque, no quieren que lea. Hacen negocios con la idea de leer, pero no les interesa preparar hombres y mujeres números uno, gente capaz.
Ahora están presentes en las protestas del proyecto minero Tía María, lo que no es nada nuevo. En el año 2009, al Gobierno aprista le tocó hacer frente al “Baguazo”, una masacre que fue gestada por la izquierda nacional, representada por ciertos congresistas nacionalistas del partido de Ollanta Humala; pero ni Humala ni los suyos han sido acusados jamás por incitar la violencia entre peruanos. A Alan García, en sus dos gobiernos, por tratar de hacer frente a estos revoltosos lo acusaron hasta de genocida, con el respaldo de los mismos que defienden los fallos de la CIDH en contra del Estado peruano. ¿Alguien se acuerda de los 23 policías asesinados en Bagua?
Conociendo lo que le pasó a Alan García por tratar de enfrentar a los azuzadores y promotores de la violencia, hoy nadie quiere agarrar esa papa caliente por temor a ser criminalizado de la misma manera en que se actuó contra el expresidente. Entonces, se empieza a ceder espacios, se retrocede… Mientras tanto, la inversión extranjera y privada, que tanta falta le hace al Perú, se siente desprotegida. No hay seguridad legal. Viendo así las cosas, no pondrían ni una bodega.
Hicieron lo mismo con Conga y Las Bambas, entre otros proyectos mineros. Hoy las empresas mineras deben garantizarle bienestar a la población, pero el uso político que la izquierda nacional le ha dado a este tema debe parar. Se bloquean puentes, carreteras, se promueve el desentendimiento entre peruanos. Y son los mismos que avalan la seudo democracia venezolana.
No es mera casualidad que las regiones del país en las que se sitúan los principales proyectos mineros, se conviertan en atractivas plazas políticas para la izquierda nacional. Mientras tanto, Chile nos supera en la producción de cobre y Bolivia pretende comercializar gas con nosotros.
Es una pena que Alan García esté muerto porque, para ser francos, hace falta alguien inteligente, que sepa ponerle un alto a quienes solo buscan detener al Perú; alguien que esté dispuesto a tragarse mil juicios y denuncias después del cargo, con tal de sacar adelante al país. Esos hombres necesitamos en el Perú. Gente que no tenga miedo de tomar las grandes decisiones que se requieren.
Algo más para los izquierdosos, sobrevivientes del siglo pasado y comunistas del siglo XXI: cuando Alan García dejó la presidencia en 1990, se le acusó de haber dejado la economía por los suelos y con una tremenda inflación. No los veo hacer el mismo berrinche con la situación actual del país. Porque si llevar a un país hacia la hiperinflación –heredada por el impago de deuda externa e inflación de Fernando Belaunde– puede ser catastrófico, lo mismo es reducir el crecimiento de un país que andaba entre el 7% y 8% a menos del 4%. Es igualmente imperdonable incrementar los índices de anemia infantil, la pobreza, paralizar la minería, ahuyentar la inversión extranjera. Espero verlos haciendo el mismo show mediático y cargamontón que le hicieron a García desde el año 1990 y rindan cuentas al país por su desastre, desde el año 1968 en adelante.
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