Guillermo Vidalón
Retomar la producción, elevar la productividad
A pesar del aislamiento social

La semana pasada comentábamos sobre la urgente necesidad de transformar el “aislamiento social” en lo que denominamos un “aislamiento productivo”, por la sencilla razón de que no se podrá eludir eternamente tomar contacto con el Covid-19. Lo único que se puede hacer es tratar de que el número de contagiados no sobrepase la capacidad del servicio de salud, lograr más pacientes recuperados y disminuir las víctimas mortales.
Ante el avance de la pandemia, el Gobierno propuso el aislamiento social como una medida preventiva; empero, ha tomado decisiones que parecen contradecir el objetivo principal. Si se propone el aislamiento social, lo lógico es evitar las aglomeraciones, pero medidas como el otorgamiento de un subsidio económico a 3.5 millones de personas –luego se ha ampliado el número de beneficiarios– no hace más que lanzar a la calle a estos 3.5 millones para salir a cobrar el bono y, luego, ir a adquirir algunos víveres. Es decir, si usted fuese un eventual beneficiario en primer lugar tendría que verificar si figura en el padrón de quienes tienen derecho al bono; es decir, se moviliza simplemente para constatar si está o no en el listado, porque si forma parte de la denominada población vulnerable, difícilmente contará con un computador en casa y menos con acceso a wi-fi.
Digamos que cerca de su casa, o a través de su celular o un familiar, logró averiguar que se encuentra en el padrón. Como imagina que habrá aglomeraciones, sale muy temprano de su casa y va al banco, para luego de compartir entre muchas otras personas una larga cola, expuesto a contagiarse, recién recibir el apoyo económico del Gobierno. Acto seguido irá a realizar sus compras, una nueva aglomeración con muchos otros eventuales portadores del virus. Posteriormente toma un transporte público y retorna a su casa. Todo esto si cobra el primer día el bono, y si finalmente figura en dicha agencia como agraciado.
En este recorrido ha pasado por muchos puntos donde ha podido estar en contacto con eventuales portadores del virus. ¿Resulta razonable hacer esto? Efectivamente, ¡no! Pero como no se puede cambiar el pasado, lo importante es contribuir con ideas para que nuestros gobernantes las evalúen, las asuman y las ejecuten.
Por ejemplo, los supermercados que se ubican en zonas con mayor nivel adquisitivo, y que generalmente cuentan con el servicio de Internet, deberían atender al público mediante despacho en sus domicilios. Es preferible que se cierre la atención al público y que, instalando carpas o alquilando servicios de hospedaje cercanos, su personal permanezca en “aislamiento productivo” en su centro de labor durante 14 x 14, o 21 x 21, o 28 x 28 días, tal como se hace en las zonas petroleras. Se les tomaría un examen de ingreso y otro de salida para garantizar el estado de salud de estos trabajadores, evitando que su personal esté en contacto con algún comprador infectado, y se garantizaría así la asepsia de sus almacenes. Además, se generarían nuevos puestos de trabajo en la emergencia y se garantizaría un menor contacto entre vendedores, reponedores y consumidores.
Algunos dirán que esta propuesta está orientada a los Niveles Socio Económicos (NSE) A y B, quizás algún segmento del C, pero no es así porque la mayoría del personal que labora en los supermercados no forman parte de dichos segmentos. ¿Qué se puede hacer con los otros segmentos? Para quienes cuentan con servicio de agua regular en sus domicilios se pueden entregar alimentos empaquetados, como ya ha propuesto Phillip Butters en su programa televisivo. Otra ventaja de su planteamiento es evitar que el stock existente se pierda por la contracción del consumo interno, lo que incentivará la dinámica de la producción en dichas industrias.
Sin embargo, nos falta el segmento de quienes no tienen agua. Entregarles una bolsa de arroz de cinco kilos a quien no tiene agua resulta una broma de mal gusto. Empero, ¿qué sucedería si el Gobierno o las municipalidades distritales ubican las mejores infraestructuras locales para preparar alimentos enriquecidos y distribuirlos con el apoyo de las FF.AA. y PNP? Se cumpliría el objetivo del aislamiento social y se promueve la economía de dichos restaurantes. Ya sea que el Gobierno alquile los locales o contrate los servicios, con la condición de que el personal permanezca en aislamiento productivo en el esquema sugerido líneas arriba.
Además, si los nutricionistas proponen qué alimentos son los que deben prepararse con la finalidad de elevar el sistema inmunológico, se habrá conseguido reforzar el aislamiento social, mejorar la calidad de la alimentación de los más vulnerables y lograr la reactivación económica de sectores que en la actualidad se encuentran paralizados.
Asimismo, definida la demanda de productos alimenticios por zonas, en función al mayor ingreso registrado a los mercados mayoristas, dentro del centro de dichos centros de abastos podría contratarse a personal para que seleccione, pele y empaquete los alimentos. Así se reduciría el volumen a ser transportado. Una cosa es transportar arvejas en su vaina y otra es el espacio que ocupa si se transportan sin ella.
Por otro lado, todas estas labores de apoyo durante la emergencia sanitaria podrían considerarse un Servicio Civil Voluntario que otorgue a sus participantes, además de un estímulo económico, algún beneficio o reconocimiento por parte del Estado. Esto podría traducirse en capacitación técnico productiva, contar con una mayor opción para desarrollar alguna labor en alguna institución del Estado o ser valorado por el sector privado.
Lo cierto es que será imposible mantener la cuarentena indefinidamente. Y en tiempos de dificultades, la creatividad resulta relevante.
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