Jorge Morelli
Recuerdos de Madame Déficit
La economía mundial después de la pandemia

En este momento la prioridad debe centrarse en cómo gastar lo mejor posible la cantidad que sea necesaria para que las empresas y los trabajadores arranquen lo antes posible los motores de la economía. La cuestión de cómo se va a financiar ese gasto pasa forzosamente a un segundo lugar en este momento. El déficit fiscal va a volar, es cierto. Pero eso no importa ahora.
En tiempos “normales”, por disciplina fiscal nos habíamos propuesto alcanzar un déficit cero en un plazo hoy imposible ya. Esto por temor a la descalificación de las clasificadores de riesgo que podían quitarle al Perú el grado de inversión obtenido con esfuerzo. Es más, veníamos difiriendo esa meta culposamente. Tendremos que volver sobre ella después, pero hoy es necesario echar mano de los ahorros que la disciplina fiscal permitió guardar durante casi 30 años.
¿Qué es “normal” cuando Estados Unidos anuncia que tendrá un déficit fiscal de 15% de su producto? Es una redefinición de la “normalidad” lo que viene, porque hará falta un rediseño del refugio global para el valor económico. Los mercados y los Estados están comprando oro fundamentalmente porque la nueva mega marea de dinero para rescatar la economía global es el punto de partida de un nuevo ciclo de burbuja y colapso. La gran diferencia es que hoy todos lo saben.
La deuda mundial ya es 322% del PBI mundial. O sea, hemos gastado ya tres años en el futuro. Madame Déficit es el sobrenombre que la corte de Versalles puso a la reina María Antonieta a causa de sus extravagancias. Seguramente no porque gastara más que sus predecesoras, sino porque todos sabían que no había ya con qué respaldar el gasto y que la Corona de Francia no tenía ya crédito en los bancos. Después de todo, la economía es una profecía que se realiza a sí misma.
Hoy el oro no deja de subir en el mercado global, a pesar de las celadas que le tienden, y el dólar sigue perdiendo valor. En 1944 una onza de oro valía US$ 35 al cambio fijo establecido en Bratton Woods. Pasó a valer US$ 70 cuando Nixon rompió en 1971 la atadura del dólar al oro, que Truman le había jurado a Keynes respetar con la palabra del presidente de Estados Unidos de por medio. Hoy una onza de oro vale US$ 1,685 en el mercado, casi 25 veces más que los US$ 70 post Nixon. ¿Ha subido de precio el oro 25 veces? No, es el dólar el que vale 25 veces menos. Y ninguna moneda en el futuro podrá ser un medio de cambio estable –mucho menos un refugio para el valor– si no está ligada de un modo u otro al oro como referente relativamente inmóvil, como la estrella fija que guía las naves de la economía global.
¡Qué clasificadora va a rebajarle la nota al Perú a causa de un déficit fiscal similar al del resto del planeta si es uno de los países del mundo que produce oro? Ese ha sido el sinónimo de su nombre en la historia de Occidente desde la primera globalización en el siglo XVI. Hay que capitalizar esa marca en el presente.
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