¡Que los conservadores nos salven!

Bien sabemos que a los presidentes les compete convocar y cambiar funcionarios de confianza en el momento que consideren oportuno. De allí que resulte necio que cualquier burócrata “vacado” se presente en medios de comunicación opinando sobre lo hecho o no en su momento, dando orientaciones a su reemplazante, exigiendo públicamente explicaciones sobre el porqué de su reemplazo, y culpe a terceros de las causales de su descarte. Es el caso de la exministra de Educación que, al ser defenestrada por el Gobierno, trató de presentarse como víctima, ponderando los “avances” educativos de su gestión y ensalzando el enfoque de género. En realidad, si hubiera honestidad, seguridad y convicción, lo exhibiría como estrategia para teñir el sistema educativo con la ideología de género. 

Fuimos testigos durante una semana de la manera irascible con que mencionaba la presión ejercida por grupos conservadores, insinuando su salida como retroceso educativo en el país. Cuán lejos se está de la realidad, pues cualquier peruano entiende que el Ministerio de Educación, dejando las ideologías fuera de su competencia, tiene como objetivo asegurar que nuestros niños, niñas, jóvenes y adolescentes logren resultados favorables en sus aprendizajes. Aspecto deficitario al que en verdad debiera responder. 

En el escenario político nadie habla por sí, pues al hacerlo asume tener cierta representación; de modo que al sindicar de conservadores a los otros, alude representar el pensamiento liberal. En esa dirección, resulta oportuno señalar que el liberalismo, como doctrina política, defiende la libertad del individuo y una ligera intervención del Estado en la vida social y económica. Mientras que el conservadurismo aloja a quienes son partidarios de mantener los valores políticos, sociales y morales tradicionales, oponiéndose a reformas o cambios radicales en la sociedad. Si bien se trata de ideologías que tienen propósitos distintos, felizmente no siempre se contraponen, pues ocurren situaciones en las que concuerdan.

De las intervenciones de la exfuncionaria y del apoyo de algunos “compadres” que fungen de ideólogos, podemos entender el entrometimiento en el currículo escolar de posiciones en torno a temas como el aborto, frente al cual los denominados liberales se inclinan a favor, mientras los conservadores están definitivamente en contra. También sobre el apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo por los primeros y la tajante oposición por los conservadores; amén de otros temas afines relacionados con la defensa o destrucción de la familia. Si esta hubiera sido la razón de su separación, constituiría un intento de corrección y reconocimiento de ella como célula básica de la sociedad, cuestión que cualquiera aplaudiría.

Volteando la página y recordando que el actual ministro como responsable de SUNEDU dejó de licenciar 40 universidades, comprometiendo sin alternativas claras el futuro de aproximadamente 160,000 estudiantes, preocupa su objetivo de crear las Condiciones básicas de calidad para todos los niveles, planteado en el X Congreso Internacional de Educación Encinas 2020, amenazando veladamente con el cierre de los servicios educativos del país y la exclusión de muchísimos docentes. 

Los cambios tienen sentido si el objetivo es avanzar, pero lo que viene ocurriendo es un irresponsable juego con los destinos educativos del país. No son momentos para tecnócratas ni aprendices, requerimos pronto otro conductor con equipos calificados. Si los conservadores sacan ministros, como afirma la ex funcionaria, entonces ¡que los conservadores nos salven!